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CONTROL FEUDAL
ANTES QUE CONOCIMIENTO
Juan Ángel Sánchez
Entretejidas con las notas periodísticas que reseñan los fastos con los que la UANL celebra su 76º Aniversario, llegan a las columnas políticas los comentarios que en el ámbito universitario tienen ya una larga data respecto al “cómo” y el “cuándo” se procesará la sucesión del rectorado que tiene fecha de caducidad el 20 de diciembre, pero a la que las urgencias políticas del sistema apresuran a hacer efectiva en corto plazo.
Lo dicho, es un buen motivo para un corte de caja que pretende ir más allá de lo inmediato y lo superficial para convertirse en un intento de evaluar la solidez de la institución y verificar lo dicho por sus panegiristas que ahora tienen que incluir la apología del rector que se va.
Si los publirreportajes que aparecen con inusitada frecuencia reflejan el estado de cosas que vive la Máxima Casa de Estudios, entonces ella vive una época dorada y está en camino de ser, tal y como reza uno de sus eslogans publicitarios “la mejor universidad pública de México”. Creo que hasta de Latinoamérica.
¿Qué puede significar esto? Aventuremos una hipótesis: que la UANL ha alcanzado el más alto grado de excelencia académica; que el conocimiento que se reproduce en la docencia es el más vigente, conforme los avances de las ciencias y que la producción científica, a cargo de la creciente plantilla de doctores se traduce en conocimiento realmente nuevo y es competitivo a nivel mundial.
Pero, para que el más alto nivel alcanzado no se quede en el aula o en la biblioteca o en el laboratorio, es necesario que, a más de vigencia tenga viabilidad, pertinencia y aplicabilidad. Que la excelencia académica se traduzca en alternativas de solución para los problemas económicos, políticos, sociales y culturales que vive el país; que los profesionistas egresados tengan, antes que nada, empleo y luego capacidad real para resolver los grandes problemas nacionales, tales como la desigualdad, la pobreza, la inseguridad, la corrupción y el desempleo, etc., etc.
Cierto es que hay que lidiar con un mundo nuevo, el de la globalización capitalista; que hay que ocuparse en generar conocimiento que produzca valor agregado; que hay que ser altamente competitivo y buscar insertarse en el universo de los flujos financieros y de mercancías que transitan el globo sin detenerse en las fronteras (excepto para la mano de obra indocumentada); que hay que estar preparados para producir más, al menor costo y con el menor esfuerzo y ocuparse de la biotecnología y la mecatrónica y las ingenierías financieras, pero no hay que olvidar las condiciones concretas en que se vive y empeñarse en convertir dichas metas en fetiches a los cuales sacrificar todo.
Será una hazaña nada despreciable comprobar que la excelencia académica, el altísimo nivel al que se aspira pueda ser alcanzado con una planta docente en la que, al menos en un cincuenta por ciento del total está integrada por maestros que laboran mediante contratos semestrales, con salarios que hacen a la UANL la segunda peor pagada del país; que suman lustros y hasta decenios en una situación de estancamiento en donde no hay opción alguna para ser promovidos o en el mejor de los casos, a no tener que congraciarse con el Director en turno para que se les renueve el contrato, siempre que se hayan portado bien. Su desempeño académico poco importa.
Poco sustento puede tener la aspiración a ser la mejor universidad pública del país, cuando desde hace más de treinta años está convertida en un sano sistema feudal (Alfredo Piñeyro dixit), en el que los antiguos señores más poderosos, Médicos, Ingenieros y Abogados, se disputan la lealtad de los de menor jerarquía, se alternan en la dirección de la Universidad, pactan entre ellos quien debe ser Rector; recaban el beneplácito de la Junta de Gobierno y del Gobernador en turno y ya después, la H. (¿)Junta de Gobierno se encarga de lo demás.
Nadie sabe si se han hecho o dejado de hacer evaluaciones de los deslumbrantes proyectos que, desde fines del siglo pasado han ido presentando cada uno de los rectores que asumieron el cargo.
Hay opacidad casi total para saber cuál fue el alcance y las limitaciones del Proyecto UANL 2006, del 2009 Educación para la Vida o del Universidad 2012 que postuló el rector que termina su gestión, y ni existe la más leve de las esperanzas de que el CENEVAL, amplíe sus alcances y revise, para bien de todos, los logros reales alcanzados por tales proyectos.
Volviendo al sano sistema feudal, hay que señalar que su instauración significó el advenimiento de una burocracia cuyos principales logros y méritos no son académicos. Su mejor carta de recomendación es, desde hace treinta años, haber implantado y sostener un control político total, de neto corte autoritario, en el que no hay lugar para la crítica, ni para el debate, mucho menos para la disidencia o la franca oposición.
Esta burocracia tiene como alta prioridad, el crear las condiciones para mantenerse en el poder, indiscutiblemente político, y para ello ha suplantado y somete a tutela a quienes son los auténticos actores protagónicos del trabajo académico: los profesores, los investigadores y los alumnos, de manera que si bajo esas condiciones, alguna vez la UANL llega a ser la mejor universidad pública de México, habrá que olvidarse de alentar la llama de la verdad para ocuparse de mantener incólume el sistema de control que tan excelentes resultados ha producido.
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