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DEMÚESTRAME AMOR
Aureo Salas
Omar era un tipo de mediana inteligencia, aunque la suerte estaba caminando por su vida y un mediocre éxito le arropaba haciéndolo sentir un hombre importante y seguro. Fue cuando conoció a Carolina, una mujer absorbente con deseos extravagantes. Un apetito mutuo hizo que ambos se embarcaran en la aventura del noviazgo, una suerte de reflejos idílicos que los obligó a entenderse en el terreno sentimental y carnal (éste último traía vuelto loco a Omar).
—Necesito que me demuestres tu amor —dijo ella, y a Omar le brillaron los ojos—, llévame a cenar al lugar más caro que conozcas… —No, mejor a uno que yo conozco. —dijo él, pero fue inútil. Y a Omar le lloraron los ojos.
Omar trabajaba como reportero de espectáculos en un periódico local, tenía un sueldo moderado y aún así presumía su empleo sintiéndose superior al resto de los mortales porque se codeaba con los “artistas” de moda. No es necesario describir que no entendía el significado de trabajar por un sustento. Carolina era publirrelacionista en un emporio hotelero, por lo tanto, los viajes y las reglas de etiqueta habían hecho mella en su manera de ver al mundo.
El romance fue en aumento, más bien los encuentros fogosos fueron los que aumentaron, y Omar y Carolina se convirtieron en una pareja más. Iban al cine, a cenar, a bailar. A ella ya lo conocían los padres de él y, a él, de vez en cuando le sonreían los padres de ella. Ambos sentían el compromiso del uno por el otro y Omar podría ser de verdad un hombre dichoso, pero Carolina pedía demasiadas demostraciones.
—Quiero que me demuestres tu amor, Corazón —decía ella con mirada coqueta; a estas alturas Omar sólo cerraba los ojos—, me quiero ir de viaje.
—¿Tampico? —preguntaba él con un brillo de esperanza.
—¡El Cabo! ¡Cancún! ¡La Isla del Padre! ¿Qué… ya no me quieres?
Y Omar asentía… siempre asentía.
Pero un día las cosas ya no fueron las mismas. Carolina y Omar pelearon y se dejaron de ver, fue una pelea brusca. Omar discutió que ella hacía de la relación algo banal, al intentar aparentar un nivel que no tenía y Carolina le cuestionó su poca atención y demostración de cariño. Ese fatídico día se expresaron palabras nunca dichas en un año de relación. Omar le gritó que se largara, que no valía la pena su amor superficial y Carolina le gritó que se iba a acordar de ella.
Y pasaron cuatro meses, Omar iba saliendo de las instalaciones del periódico, cuando Carolina lo interceptó con una radiante sonrisa en el rostro.
—Te extraño, Omar —dijo Carolina—, mira, vamos a olvidarnos de lo que pasó y cómo ves si nos vamos a ver dónde y recordamos cómo me demostrabas tu amor.
—No traigo dinero.
—No seas tontito… quiero acordarme de ti… quiero sentirte…
Omar lo concibió como un sueño, anhelaba un encuentro con Carolina desde hace mucho, y aunque ahora tenía una novia, pero nada comparado con la fogosa mujer que tenía frente a él y con la cual había experimentado toda clase de sensaciones. Nada perdía con un encuentro casual, así que subieron a su auto y se fueron.
Ya en la habitación, Carolina se desnudó, Omar la observó con una mirada lasciva e hizo su parte deshaciéndose de lo que traía encima. La escena era para recordarla siempre, una cálida habitación de hotel y un encuentro furtivo con una mujer que era de fuego. Buscó a tientas la cartera del pantalón y buscó dentro de ella. No podía creer tanta suerte, la fortuna era sin duda su segundo apellido, pero su emoción no duró mucho y su excitación se derrumbó al ver que en su cartera ¡no traía condones!
—¡No! —tembló Omar—, ¡no los traigo!
—Para que quieres eso, Omar, si nunca los usamos, acuérdate que me tomo las pastillas —le dijo ella dándole un beso—, quiero hacerlo como antes… ándale… demuéstrame que me amabas… hazme lo que quieras… pégame, amárrame, estrújame, déjame marcas… no te vas a arrepentir, vas a ver…
Y Omar asintió… siempre asentía.
Al día siguiente, mientras Omar manejaba a su trabajo, el celular sonó.
—Bueno —dijo Omar al teléfono.
—Omar, soy Carolina… ¿adivina a donde voy?
—Eh… no, no sé… ¿a dónde?
—¡Te dije, te dije que te ibas acordar de mí! ¡Ahorita voy con el doctor, al hospital y luego a denunciarte porque ayer me violaste…!
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