Las orejas del Estado
Eloy Garza González
Monterrey.- Una empresa norteamericana está proponiendo para el servicio de transporte público de Nuevo León y áreas de alto flujo peatonal (incluyendo centros comerciales) en la zona metropolitana de Monterey, la instalación de equipamientos de grabación de audio.
Este servicio se sumaría al sistema de cámaras de vigilancia que se diseminan por ciudades como San Pedro. La idea de ambos equipos de vigilancia de última generación consiste en capturar la señal de video con audio de probables actos delictivos, captados en tiempo real.
En varios estados de EUA este sistema integral de imagen y audio ya no es una novedad: se utilizan indiscriminadamente desde 2012, amparados en una legislación laxa que convierte a cada ciudadano norteamericano en un terrorista en potencia.
Si algunos estados como Maryland han restringido estos sistemas para aplicarse solo en zonas de alto riesgo de inseguridad, se debe a la presión ciudadana. La gente no está dispuesta a ser sospechosa de antemano, y menos a ser grabada en sus conversaciones e intercambio de opiniones personales.
Pero en otros estados la promulgación de leyes antiterroristas comienzan a hacer del entorno social una zona controlada por los tentáculos y las orejas del gobierno, que así pretende tomar el dominio de todo lo que hace o dice cualquier individuo.
Si ese entorno de represión estatal se aplica en ciudades de México, aquí bajo el pretexto de prevenir actos de narcotráfico o crimen organizado, terminaremos no sólo dando a estas compañías privadas internacionales el control de la interrelación personal de ciudadanos mexicanos, sino aportando a los cárteles infiltrados en los organismos de seguridad pública, información valiosa, de lo que dicen y hacen los ciudadanos comunes, monitoreada en tiempo real por estos sistemas sofisticados de espionaje legalizado.
El problema no está muy distante para nosotros. Hay que tomar las medidas preventivas.