LA QUINCENA 53

MARZO 2008

Google
 

CajitaEl Evangelio del Niño Fidencio (Parte 2)

Felipe Montes

No son pobres los pobres, no son ricos los ricos: sólo son pobres los que sufren un dolor.

Allá, en Villa de Marín, ve a Cirilo sentado en su silla, ante la mesa; sopea un pan en su agua. Algunas migajas se le quedan pegadas en la barba.

En la otra silla, Benita se esconde detrás de su melena lacia. Entre sus cabellos enredados asoma el húmedo brillo de sus ojos. Se coloca la taza en los labios; levanta la cabeza y su cabellera se aparta de su frente morena.

Da un trago.

El agua baja por su garganta.

Bocados, sorbos.

Respiración.

Bocas mastican.

Gobernadora para todos.

Y las esclavas van por vasos, tazas de peltre y platos hondos, y llenan cada recipiente con la infusión que hierve en uno de los peroles.

Y mien­tras les sirven la gobernadora a los enfermos que hacen fila, el Niñito Sentado En Su Banca les gol­pea con una varita del Pirul la espalda, los hombros, los brazos, los pies.

Beatriz García Zamarripa trae de la mano a Pedro García Becerra.

¿Tú vienes a curarte?

Sí.

Tú te vas a curar. Toma agua con yerbabuena por tres días y, después, agua sola.

Y Fidencio lo toca con Su Vara.

Ya viene ese hombre con su padre, el que ha estado enfermo desde hace veinte años. Ya lo despachaban a Monterrey, pero aquí se inclina ante el Niño Fidencio.

¿Tú vienes conmigo a curarte?

Sí.

Te vas a curar. lo que tienes es una dilatación de estómago.

Y le da unas yerbitas.

Mastícalas.

Y lo toca con Su Vara.

Aquí están Pedro Torres, su hermano Ignacio, el minero, y otros amigos; llegaron a Espinazo en una camioneta.

¿Tú vienes conmigo a curarte?

Sí, a eso lo traemos.

Tú te vas a curar.

El Niño Fidencio le frota las partes lastimadas con huevos de gallina, tomate maduro y ceniza caliente, lo golpea con Su Varita.

Gracias, Niño.

Ignacio se retira, caminando.

Con sólo beber gobernadora y ser tocado por la varita, al General Martín Espinosa se le quitan los chorrillos y estreñimientos que los médicos de Monterrey no pudieron arreglarle.

De otro varazo le quita a la Señora Zulema Rodríguez viuda de Cantú una hernia que los médicos no le curaron.

Aquí se acercan Juan Manuel González Mancha, muy grave, y sus abuelitos.

¿Tú vienes conmigo a curarte?

Sí.

Tú te vas a curar. Toma un vaso de mariola en ayunas diario por nueve días, y luego nueve dulces.

Y le da su varazo.

Una mujer acompaña a su padre, quien sufre de una perforación en el esófago, y el Niño lo alivia tocándole la panza con la vara.

Y cuando Fidencio está a punto de golpear con Su Vara a otro enfermo, huele en él una brasa de excremento venenoso.

El Niño aparta la vara y se la entrega a una esclava. Mira al hombre de las emanaciones negras.

Vete abajo de aquel Pirul.

El enfermo Lo mira, escupe al suelo.

Ahí vas a esperar a Mi madre.

Dos tronos se acercan y se lo llevan de los brazos hacia allá.

Allá, al pie de aquel cerro, mientras el día comienza a calentarlos, Consuelo ve jugar a sus niños sobre una gran roca.

Aquí llega Elvira, con una toalla sobre la cabeza, y se acerca a la madre.

Toma esta toalla y vete un rato al Pirul, que El Más Pequeño De Los Niños te necesita. Yo aquí te cuido a éstos.

Allá viene Consuelo, entre las piedras. Se aproxima al caserío.

Cuando llega, ya con la toalla húmeda de tanto sudor, sólo encuentra, bajo el Pirul, a dos tronos que sujetan a un enfermo.

Quítenle la ropa.

Y ya que está desnudo, y mientras los dos tronos lo sujetan, Consuelo le da friegas con la toalla.

Y después de esta limpieza, los tronos lo cubren con una sábana y prenden fuego a su ropa por ahí cerca.

Ya vete con Fidencio.

Bajo la tarde, Cirilo García quita su cuerpo pesado de encima del de Benita; se pone un pantalón y desliza el pasador de la puerta.

Nos vemos.

Benita sale de esa casa. Afuera, el crepúsculo cuelga seco, duele rojo en el suave vello de los mezquites de la Villa de Marín.

El Niño da a tomar más infusiones de gobernadora, hojasé y cenizo, aplica más frotaciones; unta la pomada hecha de jabón, tomate y aceite vegetal. Emplea también el jabón de sebo con yerbas de Espinazo. También unta miel sobre las pieles enfermas.

¿Tú vienes conmigo a curarte?

Sí, Niñito.

Tú te vas a curar.

A Benita se le acalambran las piernas cuando baja por la ladera.

Pinche vieja.

Piernas acalambradas.

Pero algún día te vas a morir.

Piedras rojas.

Te vas a morir.

INDICE

 HEMEROTECA