Fue a fines de 2006. Teníamos una oficina en la colonia Pío X, en Monterrey, en donde dábamos servicio de grabación y edición de video. La colonia, nos decían los vecinos, siempre había sido tranquila, a pesar de lindar con la Loma Larga.

La tranquilidad se había acabado cuando los del Proyecto Calatrava, que pretendían poner una cruz gigante en la cresta de la loma, habían abandonado las construcciones, entre ellas, una de ladrillo rojo, ubicada frente a una guardería del DIF municipal. La guardería, custodiada por un policía, dejó de albergar niños por la noche cuando la Secretaría de Policía dejó de darles servicio. El edificio de ladrillo rojo, abandonado, servía para guardar una gran cantidad de llantas usadas, cuyo origen nadie conocía a ciencia cierta y para esconder a los vagos de la zona.

Que la colonia dejó de ser segura, lo atestiguaban los vecinos, que veían cómo empezaban a menudear los robos.

Una tarde, la oficina que teníamos fue desmantelada por los amantes de lo ajeno, que sacaron todos los equipos que pudieron por el patio trasero, tras de inutilizar la alarma. Alcancé a ver a uno de los ladrones, joven, alto, de pelo pintado de rubio, con el aspecto ausente de quienes han quedado dañados por el consumo de drogas. “Ha de haber sido “La Beba”, me dijo luego unos de los muchachos del barrio. Es el único güero por aquí."