Los blogs, aparte de ser prácticamente una ventana al diario personal del anfitrión, tal cual si estuvieras leyendo su biografía, son también una fuente inagotable de diversos conocimientos. Por ejemplo, la Navidad pasada se me metió en la cabeza que iba a hacer una barbacoa de pozo, como la que solía preparar mi querido tío Lalo, quien ya no está con nosotros. Escribí en el buscador de Internet: Barbacoa de pozo y enseguida, en una forma inesperada, apareció un blog de una regiomontana, el de Paola Reyna –originaria de Monclova-  quien me detalló todo el proceso para prepararla. Tras el pozo que escarbaron Rogelio y José en el traspatio, la colocación de las brasas al fondo del hoyo y el forrado de pencas de maguey me quedó una barbacoa riquísima, que toda la familia disfrutó durante su visita decembrina anual a McAllen, especialmente mamá.
En los blogs regios también descubro una generación de mujeres que gozan de buena salud mental como es el caso del de Miss Pornpops que me estremece con la lectura de sus confesiones y confidencias reflejadas en su lista de moods. Con un manejo exquisito del español, en sus articuladas crónicas se nos recrean desde la defensa a la libertad erótica bipolar y bisexual hasta sus ácidos análisis de los usos y costumbres de la vida regiomontana. Les aseguro que no tienen desperdicio.  
No podemos dejar de mencionar los innumerables blogs de naturaleza política, como el Sendero del Peje o el 15Diario, única alternativa al duopolio mediático distorsionador. Sitios electrónicos como éstos nos abastecen diariamente de la única información confiable a la que tenemos acceso los mexicanos. Y tampoco podemos olvidar los de la mata literaria, como la Ficticia, de Dulce María González, que ampliamente te reconstruyen el alma.
Las visitas a estos estimulantes pasillos virtuales abaten la aburrida soledad en que por diversas circunstancias, entre ellas la distancia y los estatus civiles escleróticos, se ha perdido el contacto con los amigos de siempre. Los blogs te dan margen a retomar el tangible lado humano que pueden ofrecer las nuevas tecnologías. Esta vagancia por al ciberespacio te documenta el optimismo al permitir acercarte, conocer y aprender de las experiencias entrañables y de los acuciantes problemas que encaran otros seres humanos como tú, pero que viven en el otro lado del mundo.
Sobre un aspecto lateral a la construcción y manejo de estas páginas cibernéticas, hace poco recibí un email de Rocío, una compañera de la red de apoyo a AMLO en el exterior, residente en Alemania, en el que se me advertía que nunca usara información comprometedora, como el domicilio particular, teléfono u horarios personales en redes sociales, como el MySpace, el Facebook o Hi5; info que eventualmente se puede convertir en bases de datos para delincuentes.  Este correo me trajo a colación aquella época de principios de los setentas del siglo pasado en que las páginas de sociales de El Norte y El Porvenir estaban llenas de fotos de la opulencia local. Fotos de las reinas y los carnavales del Casino Monterrey, de las elegantes fiestas en el Campestre, de las despedidas de los niños y niñas bien que salían a hacer sus estudios a Europa y demás eventos de ese jaez.
Todo aquello acabó con el movimiento armado que empezaba a cobrar fuerza importante. Los personeros del poder económico y político de la ciudad decidieron mejor bajar el perfil de la imagen de sus grandes dispendios frente a los vientos de subversión que empezaban a agitar su espléndida tranquilidad. La patética diferencia es que en nuestros días los atentados y secuestros son perpetrados por las propias descompuestas fuerzas de seguridad pública y no son contra los detentadores de las grandes fortunas, sino contra cualquier hijo de vecino.  
Ojalá que el miedo por la inseguridad que asuela los pueblos y ciudades de nuestro México, que amenaza la supervivencia de las reuniones sociales y la tradicional convivencia que han sido el balance perfecto a la inmoral perversidad que domina la vida pública institucional, no atente contra la vida libre y soberana de las blogs. En esta confluencia cotidiana de señales fascinantes he conocido a personas de una inteligencia realmente seductora y divertida, de una coherencia surrealista en sus creativos posts en que no sólo corren sino vuelan.
Lo más lamentable sería que el clima de terror imperante en nuestra nación impusiera la autocensura entre los blogueros y matara la frescura que hasta ahora se respira en este campo emancipado de la comunicación virtual.