“¡Nada hay seguro bajo el firmamento…!”

11:30 de la mañana, domingo que parecía feliz, club privado con “vigilantes”; alarma de tu camioneta, es bastante sensible, seguramente la activaste sin querer, no le das importancia, la apagas como a 6 metros de distancia; no hay nadie, sólo una camioneta pick up estacionada enfrente con un chavo de bigote al volante, seguramente otro socio del club...

Te acercas para seguir bajando las cosas de la fiesta y te das cuenta del “cristalazo”, ventana del copiloto, fragmentos de vidrio pulverizado por todas partes; no reaccionas, te apresa la angustia, rabia, impotencia… no sabes qué hacer, inicia el recuento, la bolsa de tu mujer, con todo lo que trae adentro una bolsa femenina: chucherías, tarjetas del banco, del servicio médico, de elector, licencia, llaves de la casa, perfumes, afeites, papeles, notas, agenda, los últimos pendientes y, lo más grave, los cheques de la quincena que por cuestión de tiempo no se alcanzaron a cambiar el viernes, también tu cheque, con el paupérrimo incremento que les dieron, son maestros... los celulares, algunas maletas con ropa y toallas, el aparato de karaoke que animaría la fiesta de tu hijo... qué mas… qué más…Todo desapareció en unos cuantos minutos, no te explicas cómo.

Más desconcertado que encabronado corres a increpar al vigilante de la caseta, situada a unos 20 metros de tu camioneta, no vio nada, no hay nadie, ¿o sí?; él o los ladrones no pudieron correr tan rápido en escasos minutos con tanta cosa, la distancia hasta la reja de entrada es bastante larga; la camioneta pick up, comentó una de las intendentes, arrancó metiendo reversa, hecho bastante ilógico considerando que el estacionamiento estaba vacío, ella pensó que el “arrancón” había activado la alarma, curiosamente, tampoco vio a nadie; ¿se estarían haciendo los “pendejos”? .