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Ley de Fomento a la Lectura /

Ricardo Martínez Espinosa

  • El precio único del libro será parte de la polémica
  • En el sexenio pasado la veto el presidente Fox
  • En otros países ha sido exitosa

Esta semana iban a discutir en el Senado una de las leyes que habían quedado pendientes por los caprichos y compromisos contraídos del presidente anterior. Su amistad con el magnate de las cafeterías del búho y con los miembros de la ANTAD lo hizo vetar la Ley para el Fomento a la Lectura que, entre otras interesantes aportaciones, establecía la facultad para el autor, editor o traductor, de establecer el precio al que querría vender su producto, lo que se llamó el “precio único” y que generó tanta polémica precisamente porque afectaba a quienes tienen por lo menos dos décadas haciendo un lucrativo negocio de la especulación y excesiva concentración de la venta de libros, afectando especialmente al pequeño productor y a la librería especializada.

Las consecuencias de esta tendencia de las editoriales en México son evidentes: desaparición de la mayoría de las pequeñas editoriales, excesiva participación de tiendas departamentales y cafeterías que no tienen como giro específico la venta de libros, en perjuicio de librerías especializadas que no pueden competir contra las prácticas desleales, la asignación del valor monetario como principal recurso al momento de considerar si se pone en venta un libro o no (como consecuencia, la desaparición de libros especializados o raros que es una de las mejores delicias de ir a una librería, todo para que en los estantes sólo puedan encontrarse los mismos diez títulos best sellers), y por supuesto la indiferencia del público lector por las obras de Yordi Rosado, Osho y toda su familia de títulos You Can Do It!, entre otros.

No sé si ustedes han notado con el paso de los años cómo la visita a las Ferias del Libro ha dejado de ser esa emocionante aventura por decenas de editoriales pequeñas ofreciendo libros de todos los colores, olores, precios, autores que no se pueden siquiera pronunciar; a llegar a las mismas tres o cuatro editoriales que venden los mismos tres o cuatro libros que ya venden en el supermercado, sólo que aquí con un diez por ciento de descuento y el completo desperdicio de una tarde.

La asignación del precio único ha sido sin lugar a dudas el elemento más controvertido de esta ley, pero cabe aclarar que establece algunos otros elementos positivos, como la creación de un consejo de fomento a la lectura (no me hagan mucho caso sobre el nombre), que tendría funciones especiales para alentar autores nuevos mediante concursos de análisis literario, creación de obras, ferias de libros, becas, entre otros ofrecimientos que actualmente recaen injustamente sobre dos o tres universidades privadas y algunos otros aventureros. También establece incentivos fiscales especiales para la producción editorial, un factor esencial para alinear nuevamente a quienes les gusta de este giro pero se han topado de frente con dos monstruos: Gandhi y Hacienda.

Las observaciones de Vicente Fox eran respecto al precio único, en cuyo argumento sentenciaba que se trataba del establecimiento de una práctica monopólica relativa, ya que a palabras de los asesores jurídicos de Presidencia de aquel entonces, los editores podrían ponerse de acuerdo para establecer un precio elevado y perjudicar al mercado. También, sostenían que el precio único desincentivaría la cadena eficiente de producción. Los argumentos de los legisladores que ahora presentarían ante el pleno si es que los perredistas les permiten, es que la práctica monopólica relativa se da de hecho en este momento, pues algunas empresas tienen la capacidad de asignar un precio diferente a mercados diferentes por un mismo producto, uno de los considerandos de la Ley Federal de Competencia Económica.

La polémica está en la mesa, pero lo que sí es evidente es que a nivel mundial se ha dado una tendencia hacia el establecimiento de una figura como la que se intenta en México. Casos exitosos se pueden encontrar en Argentina, Brasil, España, Francia, Hungría, entre varios otros según el documento que presentaba el martes la Gaceta Parlamentaria del Senado.
Uno de los inconvenientes que actualmente tiene el Senado para pasar esta ley es que, además de los que tienen tomada la tribuna, tendría que pasar con dos terceras partes de los legisladores de dicha Cámara, ya que fue vetada por el presidente de la república poco antes de salir. Pequeño detalle. El éxito de una medida necesaria como la Ley de Fomento a la Lectura dependerá de qué tan mal haya hecho su labor de cabildeo Gandhi, Sanborns, la Librería Cristal y el resto de los supermercados que venden libritos baratos antes de pagar el mandado.

Fuente: Proyecto de Decreto por el que se expide la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro http://www.senado.gob.mx/gace.php?sesion=2008/04/01/1&documento=23

 

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