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- No sorprendió el presidente de EU, al tender la mano a los árabes
- A las cámaras de Al Arabiya: EU no es enemigo de los musulmanes
Los medios informativos más influyentes destacaron ayer la entrevista que -no recuerdo otro presidente que lo haya hecho- Barack Hussein Obama, hijo de padre musulmán, concedió a la cadena de TV Arabiya, de Dubai, rompiendo el odio estadounidense contra todo lo que oliera a árabe, palabra que para los halcones del Imperio es sinónimo de terrorismo y subversión. No en balde Obama se parece a Osama, y si el mandatario pudiera y quisiera ir más lejos, tendría que incluir en su llamado al diálogo a Al Qaeda, tan terrorista como terrorista fue el gobierno de George W. Bush.
Un nuevo estilo, democrático, dialogante, comunicante mostró ayer el nuevo mandatario del Imperio, a contrapelo de los conservadores del Pentágono y de la Cámara de Representantes y el Senado, así como de los más influyentes y potentados financieros y empresarios que en Wall Street jinetean y juegan con dinero judío. El martes, con su comparecencia ante Arabiya, Obama rompió uno de los tabúes de su campaña electoral. Y la entrevista y esperadas declaraciones fueron las primeras que otorga a un medio informativo extranjero, precisamente a un icono de los "peores enemigos" de la Casa Blanca: los árabes, tan enemigos que el gobierno de Bush apoyó fuertemente, con municiones y armamento, la escalada de violencia y muerte que los israelíes emprendieron hace pocos días contra los habitantes, en su mayoría pobres, de la Franja de Gaza. Los halcones de Israel tienen la convicción, perversa, neurótica, de que el pueblo palestino, ya de por sí sufridor por las condiciones económicas en que subsisten, tenía que sufrir aún más. No dudo que el cese al fuego, horas antes de la inauguración del mandato de Obama, haya obedecido a una orden del mandatario entrante en la Casa Blanca, pero tenía que ser tras bambalinas, desde lo oscurito.
Así, qué importa que Obama no haga escandalosas declaraciones mediáticas sobre la relación con México, que al fin y al cabo, es (¿seguirá siéndolo?) el patio trasero de los Estados Unidos y lavar la ropa sucia de México, narcotráfico y crimen organizado, es como lavar la ropa sucia en casa. El posicionamiento del presidente estadounidense frente al mundo musulmán es, así quiero entenderlo, un parteaguas y una oportunidad para recomponer el tejido social y económico, principalmente en el Oriente Medio, en donde los israelíes, realmente advenedizos en Palestina, tomen la decisión, aunque sea a contrapelo, de aceptar la existencia de Palestina, no sólo como un estado de excepción, sino como un Estado democrático y popular, porque además antes de que los judíos llegaran a establecerse en la zona, desde la diáspora, los árabes musulmanes y cristianos estaban ya ahí. Jugarretas de la historia, pero así es.
Ante las cámaras de Al Arabiya, Barack Obama utilizó abiertamente sus raíces musulmanas para acercarse al mundo islámico. "Hay musulmanes en mi familia. Yo mismo he vivido en países musulmanes", declaró en la entrevista grabada en la Casa Blanca y emitida el martes. Con sus antecedentes familiares musulmanes, Obama se convierte en la persona más capacitada para afirmar: "Estados Unidos no es enemigo de los musulmanes". Y narró varias etapas de su vida relacionadas con el islamismo: su padre creció en Kenia, siendo musulmán, aunque en su madurez optó por el ateísmo. Sus familiares de Kenia viven en un país de fe islámica. Y parte de su infancia la vivió en Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, donde su madre se casó de nuevo. Y no sólo esto, sino que, sin tapujos, sin culpas, con una gran frescura y franqueza, Obama reconoció que Estados Unidos ha cometido errores, pero aseguró que "el mismo respeto y asociación que Estados Unidos tuvo con el mundo musulmán hasta hace 20 o 30 años pueden ser restablecidos". Y como primer paso en ese objetivo, poco antes de iniciar la entrevista, Obama envió a George Mitchell a un viaje de ocho días por Oriente Próximo, como su enviado especial. El ex senador llegó el lunes a Egipto con el propósito de visitar Israel, Cisjordania, Jordania, Arabia Saudí y quizá Turquía, donde están en marcha conversaciones entre Israel y Siria. Francia y el Reino Unido serán las últimas etapas de un viaje pensado para promover una nueva aproximación al conflicto palestino-israelí.
En un esfuerzo por reparar las dañadas relaciones que la administración de Bush dejó en la región, Obama destacó que había encomendado a Mitchell la tarea de escuchar. "Con mucha frecuencia lo que ha hecho Estados Unidos es imponer", afirmó. "Enviar a Mitchell es el cumplimiento de mi promesa de campaña de que no vamos a esperar al final de mi mandato para afrontar la paz entre israelíes y palestinos. Vamos a empezar ya", añadió. Escuchar y conversar fueron las palabras clave utilizadas por el presidente para "llegar a un entendimiento con los implicados en el conflicto".
Obama pidió a los musulmanes de todo el mundo que le juzguen por sus decisiones, como cerrar la prisión de Guantánamo o retirar las tropas de Irak.
El mandatario estadounidense, que en el pasado dijo que su primer discurso importante en el exterior en los primeros 100 días de mandato sería en una capital musulmana, evitó comprometerse con fechas concretas, pero insistió en un punto que planteó durante su discurso inaugural: Estados Unidos se acercará a los países musulmanes que estén dispuestos "a abrir su puño" y perseguirá a "los terroristas que continúen con la destrucción". Y así como extendió la mano, Obama a Irán como ejemplo de ese puño opresor. Y manifestó su "voluntad de expresar a Irán muy claramente cuáles son nuestras diferencias, pero también dónde hay vías potenciales de avance". "Si países como Irán abren su puño, encontrarán nuestra mano tendida", dijo claramente.
Pues veremos y diremos. El posicionamiento mediático de Obama es alto y claro. Pero la paz no es paz si sólo es concertada, o impuesta, o negociada. Eso no es paz. La paz es producto de la justicia y la justicia es recibir de cada quien según su capacidad y dar a cada quien según su necesidad, en un proceso de comunión, de comunicación, de respeto mutuo, de solidaridad con los más débiles. Sólo así podrá Obama vencer al terrorismo, tanto al de afuera de Estados Unidos como al de adentro, porque en la administración anterior, como he dicho antes, entre el terrorista Osama Bin Laden y el terrorista W. Bush no había muchas diferencias.
Estados Unidos tiene que dejar de ser terrorista para poder convencer al mundo musulmán y, en lugar de continuar enviando marines a Afganistán, a combatir a un pueblo pobre, tiene que retirar sus fuerzas militares de ese país musulmán porque, como dice Benito Juárez, entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
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