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Según se desprende de las notas periodísticas, los partidos más importantes de la entidad están teniendo dificultades para encontrar la manera adecuada de nominar a sus candidatos, particularmente, y dado su relieve, a los candidatos a gobernador. Ello se puede deber al menos a las siguientes razones: 1) a diferencias internas que pueden ser serias y preocupantes; 2) a que buscan contar con los candidatos idóneos que les aseguren el triunfo el 5 de julio; y, 3) a que, las elecciones intermedias, serán tan importantes como nunca lo han sido.
Esto merece ser apuntalado: las elecciones de julio de 2009 pueden ser vistas ya, desde ahora, como anticipo de las elecciones del 2012, en las que como se sabe, se elegirá al sucesor de Felipe Calderón. Sea pues que en 2009 viviremos el futurismo político en todo su esplendor; ¿o es que acaso se pueden ignorar a los pre-candidatos que ya anticipan vísperas?
La alternancia sin alternativa en el 2000 y el controvertido proceso electoral de 2006, están dando lugar a una recomposición de las fuerzas partidarias que impacta el proceso actual. Para nadie es un secreto que el PAN y el PRD sortean serios problemas internos, que en el caso del segundo podría terminar en un cisma y que como resultado del desencanto que han causado ambos al ciudadano, el PRI, valido de que más sabe el diablo por viejo que por diablo, ya ha obtenido importantes triunfos en elecciones estatales y no es remota la posibilidad de que obtenga las posiciones que en el pasado consideró como propias.
Pese a que el escenario y el contexto en que se inscribe no es el mismo que ha prevalecido en elecciones anteriores, la partidocracia está echando mano de todos los recursos a fin de seguir manteniendo su situación de privilegio y su ajenidad respecto al ciudadano.
Cierto que hay una nueva Ley Electoral que se aprobó con la finalidad de evitar los vicios, las irregularidades y los excesos del proceso del 2006, pero siempre hay formas de eludir las prohibiciones, de acatar la ley pero no cumplirla y de ello se tiene una muestra palpable, en el caso específico de las disposiciones que impedirían a funcionarios promocionarse en los medios fuera de los tiempos autorizados para hacerlo. Ejemplos sobran de cómo se elude su cumplimiento.
Un fenómeno interesante de analizar es el que configuran los partidos pequeños, aquellos que Fernández de Cevallos llamara la pedacería, quienes asumen la forma de franquicias electorales, se alían hoy con Dios, mañana con el diablo, vulneran cada tres o seis años su ideario y su programa, si es que lo tienen, preocupados por obtener el porcentaje de votos necesarios para no perder el registro y, por supuesto, las prerrogativas. Tomarlos en serio es un error craso.
Ahora que, si se quiere una muestra de que los partidos están dispuestos a obtener el triunfo a como dé lugar, hay que ver con suma atención el papel que está jugando el ejército de observadores electorales convertido en definidores de elecciones, que Elba Esther Gordillo formó cuando priista, que se convirtió en una fuerza mercenaria y hoy es un partido político y que según cuentan los analistas, coadyuvó tanto al triunfo de Vicente Fox como al de Felipe Calderón, y hoy sigue cobrando dividendos.
Si como aquí se especula, las elecciones del 2009 son un ensayo general para la búsqueda de la silla de Los Pinos en el 2012, las iniquidades que hoy se enumeran, se quedarán cortas ante las que vendrán, a menos que haya una ciudadanía dispuesta a ponerles coto.
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