El sábado acompañé a dos amigos de calidad en sendos momentos de satisfacción compartida.

Y aun cuando puesto así no lo parece, ambos momentos representan y significan hechos noticiosos no sólo importantes, sino sumamente positivos, tanto que me gustaría compartirlos con todos ustedes.

Para comenzar, durante las horas diurnas sabatinas la sede de la Asociación Nacional de Locutores, delegación Nuevo León, registró movimiento con las elecciones para renovar a la mesa directiva, algo que ya era realmente urgente.

La planilla Unión, organizada y presidida por Héctor Humberto Covarrubias triunfó claramente y a partir de ahora enfrenta la delicada misión de restaurar y recuperar la imagen tan deteriorada que en la actualidad se nos adjudica a los locutores, tanto comerciales como periodísticos.

En este terreno hay mar de fondo y más adelante prometo profundizar en estas turbias aguas.

Por lo pronto enviamos un sincero abrazo a nuestro nuevo presidente y públicamente reconocemos en su perfil personal y profesional los requisitos y cualidades necesarios para encarnar esta misión trascendente: dignificar el trabajo y la unión del gremio que, para decirlo de una buena vez, se encuentra igual o peor que nuestra otrora gloriosa radiodifusión regiomontana, en algún tiempo ejemplo de grandeza y señorío, y hoy reducida, salvo muy contadas excepciones, en desvencijado aparato –digitalizado, eso sí-, entregado al servicio de la grosería, el mercantilismo más abyecto y la repetición de programación y modelos hasta la sobresaturación.

La otra nota del día gira en torno al cumpleaños del maestro René Alonso. ¡Vaya reunión que organizaron sus amigos y que afortunadamente pude presenciar en una tarde verdaderamente regia, pletórica de ideas y emociones, desde la luz de la tarde hasta la luz que ardía en todas esas mentes y corazones!

Medio centenar de personalidades del ambiente periodístico cultural universitario y político se manifestaron en coincidencia para celebrar la generosidad y congruencia del comunicador de Radio y TV Nuevo León, y dieron testimonio de lo que se puede cosechar cuando el labriego trabaja con la inteligencia y el espíritu en alto.

Y para abreviar sólo repetiré lo que ya alguna vez publicamos en La Quincena: ¿Quién dicta lo que es noticia? ¿En qué encumbrada oficina se decide lo que vale la pena difundir para que la gente (nosotros) sepamos y nos enteremos? ¿Quién decide por mí, lector, radioescucha o televidente? ¿Quién?

¿Desea dar su opinión?

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