OLOR A MUERTE
Miguel Treviño Rábago
Reynosa está de luto. El silencio es impresionante. Como en las viejas películas del oeste, nada más el viento recorre las calles. Nos hace recordar los momentos antes de los duelos en que la gente corría a esconderse. Así estamos todos en esta ciudad; escondidos y asustados. Los pistoleros famosos andan enojados y han prometido exterminarse unos a otros. El problema es que el sheriff también abandonó el pueblo. Reynosa es por el momento, tierra de nadie.
¿ALGUIEN CONOCE el olor a muerte? Bueno, pues a eso huele Reynosa. No sólo la prensa escrita, la radio y la televisión han callado por miedo o complicidad, la ciudad entera es un caldero de chismes y rumores. El terror hace que la gente hable en voz baja, agache la cabeza, evite las calles, falte al trabajo y rece a sus santos, o a la virgen, o al Dios de su corazón. La autoridad brilla por su ausencia. Es ofensiva la irresponsabilidad de los tres niveles de gobierno. Parecen decirnos, arréglenselas como puedan.
EL ORDEN Constitucional definitivamente está roto. El comercio ha cerrado sus puertas con graves pérdidas económicas. El turismo ya desapareció. En las escuelas no hay clases y por ningún lado aparecen los agentes de la ley. Sálvese el que pueda. El Señor Calderón es un fantasma que dice gobernar el territorio nacional. Hoy nos hemos dado cuenta que no manda en ningún lado. ¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta este punto? La respuesta es fácil: los panistas no saben gobernar. Fox y Calderón han llevado al país a un callejón sin salida.
LAS CARAVANAS de la muerte recorren las calles. Son como aquellos legendarios escuadrones de la muerte de los que alguna vez leímos que existían en otros países. Nunca pensamos verlos pasar frente a nuestras casas. Son como grupos de exterminio que a su paso van dejando cadáveres regados. En tres años, el Gobierno de Calderón contabiliza casi 16 mil muertos en esta guerra que ya toca a las puertas de los Estados Unidos. Y en estos días la cuenta aumentará con los muertos de Reynosa y de Cd. Juárez.
MUCHAS PERSONAS han enfermado. Los nervios y el estrés los tienen al borde de la histeria. Aquellos con más recursos económicos, ya se pasaron a territorio norteamericano para sentirse más seguros. La vida se les hizo imposible en México. Nosotros no tenemos a dónde ir. Y a fuerza de escuchar sobre secuestros, levantones, extorsiones, ejecutados, asaltos y agresiones, terminamos ya casi por perder la cordura. Y es que la presión es enorme, el miedo es creciente, el nudo en la boca del estómago duele, cualquier ruido nos parece una balacera o el estallido de una granada. No, no estamos en Irak, estamos en Reynosa, Tamaulipas, aquella ciudad tranquila y hermosa a la que llegamos hace 40 años y en donde todos nos conocíamos.
MAÑANA TAL VEZ, la prensa nacional se ocupe de nuestros graves problemas. Tal vez digo, porque pareciera que a nadie le importa lo que sucede en Reynosa. Mientras aquí la alarma es para todos y los "toques de queda" se anuncian sin autoridad, los funcionarios de gobierno, cínicos y desvergonzados, declaran que todo está "normal". Dicen ellos, rodeados de guaruras, que no hay de qué preocuparse. Y pueden escuchar 5 mil balazos y siguen comiendo tranquilos en los restaurantes de McAllen, Texas o en alguna playa de México. Hemos llegado a un límite de violencia intolerable.
QUÉ BONITOS y bien hechos los espots de televisión. Nos gritan todo el día las televisoras, la preocupación de los gobernantes por nuestra tranquilidad. Claro que les pagan millones de pesos por toda la actuación. La realidad es otra. Ciudades enteras viven bajo el terror de los que verdaderamente mandan. No entiendo entonces, cómo es que el Señor Barack Obama cada rato felicita al Señor Calderón por sus acciones contra los malos de este país. Sí, porque los panistas dicen que ellos son los buenos. Todos los demás somos unos buenos, pero para nada. No entendemos nada. Nos ven como Dios a las hormigas. Nos levantan la ceja, nos miran con desprecio. Somos perrada.
EN REYNOSA y CD. JUAREZ la ley no existe. Soldados y policías desaparecieron. Es como si hubieran hecho un pacto de no interferir, para que los señores de las diferentes letras definieran de una vez por todas, quién se queda como amo y señor. ¿Cuándo va a terminar esto? ¿A cuántos rounds pactaron la pelea? ¿Dónde quedó el Estado de Derecho que tanto cacareaban los del partido blanquiazul? ¿Dónde está el control político que presumían los tricolores institucionales? Poderoso caballero, es don dinero. Si alguna duda teníamos de que el PRI y el PAN son lo mismo, ya quedó hoy demostrado. Son la misma cosa, repite una y otra vez López Obrador, pero ni así le creen muchos.
DICEN QUE los perros huelen el miedo. Hoy mis perros, en todo el día, ni siquiera han ladrado. La pregunta que se hacen todos mis estimados lectores y lectoras sigue en el aire: ¿qué podemos hacer los ciudadanos para cambiar ésta situación? Mi respuesta es: ¡QUE RENUNCIE CALDERÓN! No hay otro camino. ¡Que se larguen porque no pueden gobernar!
trabago49@hotmail.com / elobservadorpolitico@hotmail.com
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