495 12 de marzo de 2010 |
Veleidad de las letrillas regias Tomás Corona “Hacer un libro no significa mérito ninguno, si el tal libro no mejora a la gente común” Por enésima vez, ahora Anagrama y la UANL, muestran entre esplendores y trompetillas la veleidad de las letrillas regias. Y se aglutinan los culteranos entes en círculo perfecto, dispuestos al flagelo que deleitosamente proporciona el agobiante y procaz protagonismo. Llueven arcoiris y hojas secas mientras se palmotean apuñaladas espaldas y el lipstick de los besos carcome las mejillas. Poses y puses exhiben sin recato la permanente llaga abierta de fatuos escribanos victimados por su propio peculio. Conocedores expertos de su lindo hábitat se dejan llevar por las plácidas corrientes de frivolidad enardecida. Comidilla de corrosiva envidia alimenta a los desposeídos de la hueca aureola de prosa iridiscente o de la pútrida guirnalda literaria. Sublimados vapores azules brotan desde sus fauces dispuestos siempre a la mordaz antropofagia metafórica. Todos se creen merecedores del lauro que subyuga y conduce inexorablemente al inescrutable y olímpico parnaso. ¿Qué discernimientos celestiales, qué rígidas componendas rubricaron la tenue divergencia entre los diocesillos y las bestezuelas para crear el código antológico que “inmortaliza” a unos y difumina a otros en el fútil libraco? ¿Acaso eligieron a los circunspectos copistas imperfectos que creen que el cosmos gira en torno suyo? ¿Aquellos que marcaron su huella y desgarraron sus ropajes en las tórridas contiendas de los espléndidos talleres literarios de antaño? ¿Los de rubicundo intelecto, grácil figura, estrafalario atuendo y pocas pulgas que abundan por allí, en el reino de ilusos elegidos? ¿Los santones “novelistas regios” de ayer, de hoy, de siempre, que arrastran a duras penas el lastre de su inmarcesible culteranismo? ¿Los más voraces que se apropian y se apoltronan en los escaparates de la farándula literaria y no dejan evento sin su ingrata y grávida presencia? ¿Los consagrados coleccionistas de suntuosos galardones literarios que utilizan luego para llenar la oquedad de su existencia o regodearse en su perfección absurda? ¿Y los demás, los excluidos, los inmerecidamente degradados?; ¿qué van a hacer Anagrama y la UANL con sus lágrimas de cocodrilo? Reconocidas vestales invioladas de rígido intelecto y prolijos homeros trasnochados circularán con fruición por la carmesí floresta hecha de garfios, tendida especialmente para ellos. Parias iletrados observarán con insana curiosidad como se acicalan con habitual ternura los espinazos del diablo entre torcidas e hipócritas sonrisas. Yo no estaré allí, me harté de la infausta y sempiterna mascarada del gastado discurso oficialista, siempre adulador y me colman el buche las exhibiciones de los mismos especímenes literarios de siempre.
¡Guácala! Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
|
|