503 24 de marzo de 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Dudas que matan Francisco Gómez Maza
Al presidente Felipe Calderón no le informan sus asesores y estrategas de la verdadera situación de la guerra contra las bandas criminales ni el ascenso, contra toda lógica militar, del trasiego de drogas, de las matanzas de sicarios entre sicarios, ni de las cientos, miles, de muertes de inocentes. Tan es así que él mismo se dio ya cuenta de que las cifras que de los resultados de esta cruenta cruzada que le proporciona su secretario de Seguridad Pública están “peinadas”, como el Banco de México y la Secretaría de Hacienda acostumbran hacer con las cifras de las cuentas nacionales. El Presidente está solo, en la atiborrada casa presidencial. Y no le informan por ese prurito de la mayoría de colaboradores de no agobiarlo con tantos datos duros, desoladores, desesperantes, aterradores, sin darse cuenta de que, en vez de ayudarlo, lo están perjudicando, y más que nada dañando su imagen ante sus electores, que han dejado de creer en él en un buen porcentaje.
A medida de que sus asesores le encubren al Presidente la dramática realidad, las dudas de la ciudadanía van creciendo como pan con suficiente levadura. Ya llevamos cerca de 18 mil muertos en tres años y un tercio del gobierno de Felipe Calderón; Ciudad Juárez está prácticamente tomada por tropas del Ejército y la violencia criminal no cede. Es más, en el nerviosismo de la guerra, hay soldados que cometen errores garrafales, como el asesinato de los dos estudiantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, que en propio campus universitario fueron confundidos con “zetas]” y acribillados a balazos. Dos vidas de inocentes que son un icono de tantos miles que han caído por balas perdidas, por balas más disparadas, por balas de ambos lados, porque los sicarios no se tientan el alma para matar a quien se atraviese en el fuego cruzado. El asesinato de las cuatro personas (de las tres que da cuenta la prensa, una mujer estaba embarazada. Entonces los muertos fueron cuatro), relacionados con el consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, que fue la gota que derramó la bilis del presidente Barack Obama quien ordenó la invasión de agentes de la DEA y del FBI a territorio mexicano, sin pedir permiso siquiera a las autoridades mexicanas (claro, México es el traspatio) para investigar y encontrar al o los asesinos de sus empleados.
En un reporte desde ciudad de México, el reportero Ken Ellingwood reportó a su diario – Los Angeles Times -, este lunes y la nota se publicó en la edición del martes, que el general brigadier Benito Medina está convencido de que el ejército no puede ganar esta guerra solo contra un enemigo poderoso, cuyo alcance ha traspasado las fronteras nacionales. "Necesitamos la colaboración de la comunidad internacional", ha dicho Medina, director de educación militar en la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea. Ayer, martes, la secretaria Hillary Rodham Clinton, acompañada de la plana mayor de la seguridad nacional estadounidense - el secretario de Defensa, Robert M. Gates; el almirante Michael G. Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto, y la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, se reunió con el Gabinete de Seguridad mexicano precisamente para hablar de la estrategia de la guerra antidroga.
El ejército mexicano es, cada vez más, un pararrayos contra quienes aseguran que la estrategia de Calderón no ha conseguido frenar una cifra de muertos que se ha elevado hasta las nubes. Defensores de derechos humanos acusan a soldados de abusar de vecinos inocentes en su cacería de traficantes de drogas. Y hay un sentimiento creciente de que, a pesar del poder de fuego los soldados mexicanos, no ha sido nada eficaz como fuerza policiaca. Y es que los soldados no son policías. No están entrenados para perseguir ladrones y asesinos. Están educados para la defensa nacional, para auxiliara a la población en casos de desastres naturales. Y las manifestaciones callejeras contra la violencia están fuera de control en Juárez, más virulentas contra la presencia de las tropas del Ejército que contra la bandas del narcotráfico. Y en Monterrey, en el estado de Nuevo León, las manifestaciones callejeras, se dice, son organizadas por las propias bandas criminales.
En Juárez, la mayoría de los vecinos no quieren ya más a las patrullas militares. Dicen que desde que las tropas tomaron la ciudad los asesinatos, la violencia, han crecido exponencialmente. Y esto se refleja en las cifras. Hasta este martes, iban 2,253 ejecutados tan sólo de enero a ese día, y cerca de 18 mil en todo el sexenio, la mayoría ocurridos en Ciudad Juárez, que se ha convertido en la ventana de la violencia mexicana al mundo, más violenta que Bagdad, que Los Angeles, de acuerdo con los parámetros de los especialistas que le dan seguimiento s a los asuntos de seguridad continentales. Y tiene toda la razón el general Benito Medina al decir que el Ejército mexicano no podrá solo con los narcos, que necesita el apoyo internacional y éste no es más que el de Estados Unidos, que no hará nada más por apoyar a los mexicanos, mientras no les vuelvan a tocar, a matar, a sus ciudadanos, porque al presidente Obama le tienen sin cuidado los 18 mil muertos mexicanos que han caído en esta interminable y fallida guerra.
Y como no le informan con la verdad, el presidenta Calderón se resiste a cambiar la estrategia de guerra. No puede concebir que los soldados tienen que retornar a sus cuarteles y que las tareas de la seguridad pública tienen que hacerla las corporaciones policiacas – que muchas están involucradas con el crimen, es cierto, pero para eso está la inteligencia, para detectar a los traidores, y depurar los cuerpos de policía -; se resiste a tomar medidas más eficientes y eficaces como la despenalización del consumo de drogas, que sería la puntilla para el toro del narcotráfico, y las autoridades monetarias, hacendarias y financieras se resisten a hacer la guerra a las instituciones bancarias y financieras que engordan sus caudales con el blanqueo de dinero sucio. En estas alternativas está la alternativa más viable para domeñar a los gremios del crimen y la producción, cosecha, comercialización y contrabando de la droga hacia territorio estadounidense. El gobierno de Obama tampoco hace mucho, y tampoco le interesa. Ya sabemos que Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas ilícitas en el mundo, y a las autoridades les tiene sin cuidado.
http://analisisafondo.blogspot.com/
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