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29 de abril de 2010
15diario.com  


 

Récords de violencia 

Tomás Corona Rodríguez

Más allá de la soberana estupidez del “corazón más grande” que se agrieta cada día ante tanta saña e inmisericordia en contra de nuestros semejantes y una infructuosa “Marcha blanca” mediática que sólo produjo efectos pintoresquistas y enajenantes (me quedo con las marchas auténticas, las intensas, las de los estudiantes que esperan sin duda un futuro mejor); los que habitamos en esta tierra norestense, que pide a gritos un basta a tanta violencia y exige mínimamente el aseguramiento del derecho a existir, a vivir sin miedo, a convivir de manera pacífica como era antes de que el narcotráfico se emancipara en nuestra región, (¿quién lo dejó entrar y posesionarse de nuestras vidas?) romperíamos fácilmente, en cuanto a número o cantidad, records Guiness como los siguientes:

 

Los civiles heridos o muertos durante el último año y medio.

Las mujeres golpeadas en todos los niveles sociales.

Los cartuchos percutidos aquella noche aciaga en la colonia Cumbres.

Los NN que han encontrado tirados en las carreteras o en los baldíos junto con los que siguen allí todavía.

Los niños violados por curas y por sus propios familiares.

Los desquiciantes bloqueos en las principales avenidas de la ciudad.

La marihuana que queman los agentes de narcóticos.

Los jóvenes que han muerto por manejar en estado de ebriedad.

Las mentiras y promesas de los políticos.

Las consuetudinarias e interminables balaceras.

Los trabajadores desempleados.

Las camionetas robadas a señoras inocentes.

La compra-venta de alimentos chatarra en las escuelas.

Los desparecidos que jamás volverán.

La droga confiscada por la AFI y la que sigue circulando.

Los CD piratas que expenden en las “pulgas” y en los puestos de “fayuca”.

La ultrapobreza de las áreas rurales norestenses.

El consumo de cerveza después de un juego de futbol.

Las sandeces que escuchan nuestros niños y jóvenes en la televisión comercial.

Los “levantados” y secuestrados sin razón aparente.

Las parejas irremediablemente divorciadas.

Los policías que han cambiado sus ideales por dinero.

Los accidentes automovilísticos provocados por carecer de cultura vial.

Los enfermos de SIDA.

Las víctimas sacrificadas en honor a la impasible y siniestra deidad de la violencia.

 

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