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19 de julio de 2010
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Que el dios de tu preferencia te proteja

Samuel Schmidt

 

Dos señales preocupantes resultan de los últimos ajustes en el gabinete de Calderón. El secretario de gobernación llega hablando como si fuera procurador de justicia y el subsecretario se encarga de corregirlo a unas horas de haber asumido el puesto.

 

Es posible que el secretario haya caído como resultado de luchas burocráticas internas, las que por esta primera señal no parece que vayan a terminar. Más allá de si el político que llega está calificado para el puesto, lo que no es un tema menor, queda claro que no se hizo el trabajo político para que la transición fuera tersa. Es claro que habrá fallas de articulación importantes que redundarán en una caída estrepitosa en la calidad de gobernar y eso que esta calidad ya está de por sí en un nivel bastante bajo.

 

El vacío político que se ha creado con funcionarios de un perfil inadecuado está provocando que las decisiones se tengan que tomar en la presidencia de la república, lo que puede provocar costos políticos inadecuados. Tómese como ejemplo, a la Jefa de la oficina de la presidencia a quien se trata de ubicar como embajadora en Portugal, para lo cual el presidente tendrá que negociar con el PRI. ¿Acaso los términos de la negociación serán los más adecuados para el país a cambio del premio para una amiga, al parecer entrañable, del presidente?

 

Muchos de los nombramientos presidenciales se han topado con una crítica severa por la calidad de los personajes. El nuevo jefe de la oficina de la presidencia salió de la Secretaría de Economía donde desoyó a los que criticaban sus orientaciones económicas, por ejemplo, el que se concentrará en firmar acuerdos de libre comercio, descuidando la fortaleza del aparto productivo, lo que sin duda lleva a agravar la balanza comercial. Ahora se cayó para arriba. Así, un político que no escucha coordinara a todo el gabinete. Ya veremos si las rencillas burocráticas no causan tempestades en el gabinete presidencial.

 

El nuevo secretario de gobernación fue un diputado federal que pasó sin pena ni gloria, y que pasa de ser secretario de gobierno de un estado a manejar el área política federal; sin embargo, llega hablando como si fuera procurador de justicia; aunque, claro, sólo repite lo que dice su jefe, el que piensa que la mejor manera de hacer política es con las armas y ni eso le sale bien.

 

El nombramiento en la Cofetel, entidad encargada de regular a las telecomunicaciones, fue recibido con molestia porque el nombrado es un incondicional del secretario de comunicaciones, cuestión que derrota el propósito –autonomía- de la comisión. En el período previo a la elección renunció la fiscal para delitos electorales, al parecer por conflictos con el secretario de gobernación –ahora cesado-; y en su lugar llega alguien de bajo perfil que se ha desempeñado en el área de seguridad.

 

Finalmente –hasta el momento- cayó el vocero de la presidencia, un hombre que dilapidó dinero a manos llenas. ¿Será que Calderón se molestó por la andanada de críticas que llovieron a raíz del nombramiento del secretario de gobernación y que los ríos de dinero no acallan? Podría ser que el viejo estilo mexicano de comprar a los medios llegó a su límite, o que las decisiones son tan malas que no hay dinero que pueda silenciar el malestar generalizado. La represión contra los medios incómodos tampoco termina por silenciar del todo a los críticos.

 

Todos los gobiernos hacen ajustes, éste ha hecho cambios en áreas sensibles –cuatro en gobernación- y no termina de encontrar el rumbo. Este rumbo no es otra cosa que el estilo de gobernar con eficacia, que los propósitos del gobierno se cumplan para la satisfacción de la sociedad.

 

Hay mucho malestar en México. La conducción política es deficitaria, los conflictos son cada vez más frecuentes y más agudos, se resienten las consecuencias de decisiones mal tomadas, porque en algunos casos han agravado los problemas. Hay mucha suspicacia, la gente no le cree al gobierno.

 

El gobierno desesperado asume cada vez actitudes más represivas. Un líder social recibe 112 años de cárcel, varias mujeres indígenas son encarceladas, acusadas de secuestrar policías, la secretaría de hacienda asume el terrorismo fiscal optando por cerrar negocios, justo en medio de una crisis que reclama estrategias de empleo.

 

Felipe Calderón ha comprometido el presente y el futuro de México. A menos que algo pase, tenemos frente a nosotros dos años terribles, que tal y como se ven las cosas, darán paso al grupo de Salinas que ya mostró el daño que puede hacer. Se abre el nuevo gatopardismo: cambiar todo para empeorar todo. Parafraseando a Kinky Fridman: que el Dios de tu preferencia te proteja.

 

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