601 12 de agosto de 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Nueva estrategia ante las drogas Francisco Gómez Maza
Profundizar la perspectiva de los adictos Y replantear las estrategias preventivas
Pareciera que empieza a alumbrar una tenue luz al final de este horrendo túnel por el que han transitado los mexicanos en los últimos tres años y 0cho meses, agobiados, asustados, angustiados por la sangre y la muerte. Suena esperanzador, por lo menos en el discurso, que Felipe Calderón se haya mostrado, el martes, dispuesto a modificar su estrategia contra el crimen organizado, una semana después de haber admitido públicamente que el país vive una espiral creciente de la violencia del narcotráfico que ya ha dejado más de 28,000 asesinados desde diciembre del 2006. El presidente de la república, en un gesto de aparente humildad, les pidió a los cuadros dirigentes de los partidos políticos su ayuda, su colaboración, para reconstruir la institucionalidad pública y advirtió que, si se derivara una corrección de la estrategia, estaría dispuesto a asumirla. Anunció que esta semana el secretario de Hacienda presentará una nueva política contra el lavado de dinero para atacar desde otro frente a las redes de tráfico ilegal de drogas y reconoció que es necesaria una reforma educativa urgente para que los jóvenes tengan a largo plazo mejores oportunidades de empleo y eso los aleje de las adicciones. Calderón tocó un asunto toral, que es una de las causas de la corrupción policial. La casi nula educación y los magros salarios de los agentes. Reconoció que deben recibir mejor educación y mejor salario para que no se sientan tentados a corromperse, mientras que se deben reformar las cárceles para que sean verdaderos centros de rehabilitación. En menudo lío se mete el presidente, pero por alguna de las puntas enredadas se tiene que comenzar a desenredar esta trágica maraña. Y un asunto fundamental: rehacer el tejido de la política económica, muy cargada a privilegiar al capital y a castigar a la fuerza de trabajo. Reconoció que es indispensable recuperar empleos para millones de mexicanos que sobreviven a media calle y en calzones. En síntesis, reconoció Calderón que se requiere de una política preventiva y una política social que genere oportunidades de educación, espacios recreativos, cultura.
Asimismo, Calderón asumió un asunto que resultaría más eficaz que la violencia institucional contra las bandas del crimen organizado: las finanzas de las empresas del narco tráfico. Cada año, cerca de 10,000 millones de dólares en efectivo se mueven en México, que podrían estar vinculados al tráfico de drogas, lo que le permite a los carteles corromper funcionarios. Y aunque en junio se implementaron nuevas leyes que limitan la cantidad de transacciones en efectivo y de cambio de dinero que turistas y personas sin cuentas de banco pueden realizar, es muy poco lo que se ha hecho para atacar el lavado de dinero a través de bancos y otros negocios. De acuerdo con la española Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), es "necesario replantear las estrategias preventivas" contra las drogas, ya que "no se pueden utilizar fórmulas antiguas para problemas nuevos". El conocimiento de los riesgos "no es lo único determinante para el establecimiento de nuevas estrategias", por lo que es indispensable "profundizar" en la perspectiva de los consumidores, pues "los consumos son también un fenómeno cultural". Los estupefacientes "no van a desaparecer", y debemos "aprender a convivir" con las drogas.Eso no significa que nos crucemos de brazos y lo aceptemos sin más, sino que trabajemos para minimizar su presencia, ya que todos los consumos implican riesgos. Pero, sobre todo, debemos revisar críticamente las estrategias de enfrentamiento. No podemos seguir utilizando las mismas fórmulas. El objetivo es poner sobre la mesa una serie de cuestiones que propicien la reflexión y el debate, para posibilitar nuevas estrategias. En las décadas de 1980-90 se pusieron en marcha, en España, mecanismos de respuesta precisos y estrategias adaptadas a la realidad de ese momento. Sin embargo, esas estructuras y estrategias se han mantenido a lo largo de los años, pero ya no son igualmente válidas. En México, el gobierno de Calderón a experimentado con la violencia institucional, no sólo sin éxito, sino logrando un rotundo fracaso hasta el momento. Las llamadas instituciones se han debilitado, y las bandas del crimen organizado se han fortalecido, por medio de la poda de algunos de sus líderes más importantes. No es pues ya más el camino para combatir el negocio. Lo que se logra, como lo hemos advertido muchas veces, es encarecer las transacciones de estupefacientes, porque a mayor peligro, mayor encarecimiento del producto, y los adictos – la adicción al alcohol y a las drogas es una enfermedad incurable, progresiva y mortal por necesidad, según un dictamen de la Organización Mundial de la Salud – continúan y continuarán comprando, al precio que sea, su dosis diaria, o sus dosis diarias de la droga que consumen.
En medio de todo, se sigue justificando un Plan Global de Actuaciones, pero, como lo reconoce la Fundación española, ya no es útil todo lo que se montó en su día y hay que actualizarlo. El Plan (español) Nacional sobre Drogas -integrado por administración central, administraciones autonómicas y sociedad civil-, creado en 1985 para enfrentar unos problemas, en estos momentos es igualmente inútil, cómo inútil es el plan del presidente Calderón de atacar a las bandas con medios inútiles, como las armas, los enfrentamientos, los asesinatos, la cárcel para los comerciantes de estupefacientes. Nada de eso funciona. Y el mismo Felipe Calderón no me dejará mentir, no obstante que insista en la victoria, pues como presidente no puede hacer un reconocimiento público de la derrota. Es pues necesario tomarle la palabra al jefe del “poder” ejecutivo: reformular y reforzar el diálogo del gobierno con los partidos políticos (aunque a estos la ciudadanía no les confía), pero más con la sociedad llamada civil, con las organizaciones que trabajan en el campo de la recuperación de los adictos, particularmente con la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anóminos, cuya experiencia data de 1935 y ha sido un lugar de encuentro para millones de adictos que necesitan dejar de consumir alcohol, la droga más perversa y dañina que puede haber por encima de la cocaína y sus derivados. En este diálogo, nadie debe olvidar que los consumos de drogas son fenómenos culturales que pueden producir múltiples problemas que requieren de una perspectiva de conjunto y una respuesta global. Sigo con el caso de España, en donde, en los últimos veinte años las organizaciones que se dedican a la prevención de los consumos de drogas han desarrollado estrategias y actuaciones preventivas que han puesto el énfasis en las sustancias. Es decir, se ha hecho un especial hincapié en la información y sensibilización sobre los riesgos que implica cada consumo de drogas en el convencimiento de que las estrategias informativas destinadas a elevar la percepción de riesgo lograrían contener el aumento en los porcentajes de jóvenes consumidores. Habrá que tomar en cuenta también la experiencia española, que revela que los jóvenes afirman mayoritariamente que conocen los riesgos implícitos, pero que deciden asumir las posibles consecuencias para sentirse integrados y por la percepción social de que es normal consumir a su edad en momentos de ocio y diversión, así como por la funcionalidad de las sustancias para esos fines. En este asunto, es importante reconocer la libertad del individuo para salvarse o para joderse, pero conscientemente.
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