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27 de agosto de 2010
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Historias mágicas de Medina
Alejandro Heredia

Ya para que María Julia la Fuente, clame a todo pulmón el si-no-puede-que-renuncie, todo envuelto en un ademán desesperado, en la expresión corporal del yanomás, es un indicador significativo de la muy frágil situación del gobierno de Rodrigo Medina.

El mensaje del 24 de agosto del gobernador Medina, está incrustado en la misma sintonía de la espeluznante cadena de incongruencias y negligencias del gobierno estatal. Pero como en todas las historias de hecatombes, lo que vino a constituir el camino de no retorno ha sido la muerte del alcalde del municipio de Santiago, Nuevo León, Edelmiro Cavazos.

Un sondeo realizado por la organización Evolución Mexicana (El Norte, 10/08/2010), desinfla las pretensiones del joven gobernador, las ínfulas que se motivan con su gobernancia virtual, a través de cañonazos de dinero a las televisoras comerciales. El sondeo revela la apanicante realidad, el 75 por ciento de la población no confía en este alfil.

La incapacidad del gobierno estatal para enfrentar la inseguridad, de acuerdo al diagnóstico del gobernador actual, es algo que viene arrastrándose de tiempo atrás; sentencia que pone en tela de juicio las acciones realizadas por la anterior administración, y sobre todo al anterior secretario general de gobierno; o sea, quizá en toda la historia de Nuevo León no se había presentado tal retórica del bumerang, el humorismo fino como acto de gobierno y en cadena estatal.

Todavía el 11 de febrero del presente año, en presentación estelarísima en Vivalaví (Canal 12, Multimedios), ufano, presumía los avances en seguridad y aseveraba su disposición de escuchar a la gente, de conocer sus sueños y sus lamentos. Impresentable luce su gestión después de 6 meses: la iniciativa privada y las organizaciones no gubernamentales lo vituperan y silenciosamente claman por su renuncia.

No queda duda que la situación es complicada. Muy probablemente si alguien hubiera tenido una bolita de cristal no se habría optado por la candidatura de Rodrigo Medina; luce inexistente el control de daños, la fuerza del estado no se ve por ninguna parte, si no es convalidada por el ejército y marina nacional. Nuevo León, un estado fallido, es lo que se comienza a trazar en el imaginario internacional.

Lo accesorio sigue la suerte de lo principal; ergo, si México un estado fallido, cómo no lo será Nuevo León. Pero como buenos regiomontanos, nos negamos ante la realidad, unos cuantos días que pasen en la tranquilidad, probablemente harán pensar que la tempestad ha pasado, el gobernador tomará algo de oxígeno puro, pero indefectiblemente se sabrá que su gobierno es un tinglado, la fachada del negocio político transexenal.

 

 

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