616 2 septiembre 2010 |
ANÁLISIS A FONDO El escándalo de los 72, pero, cuántos, cuántos más Pobre México: tan lejos de la luz, de dios, y tan cercada por la delincuencia organizada, la institucional y la fáctica, la de autoridades corruptas e impunes, la de cuello blanco, la de la que blanquea dinero sucio, la armada hasta los dientes, la que trasiega con estupefacientes prohibidos (que no tendrían que estarlos), la que comercia con carne humana, sobre todo de mujeres niñas y niñas niñas y niños, y migrantes desesperados por lograr el sueño americano, porque en sus lugares de origen morirían de hambre y, sobre todo, de ausencia de amor. Lo dijimos ya: la masacre de los 72 inmigrantes en Tamaulipas, al noreste de México, pegadito a la frontera del miedo, la de Estados Unidos de Norteamérica, es sólo una de las puntas del iceberg de la violencia recrudecida a partir de que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa le declaró la guerra al llamado crimen organizado y a las bandas que comercian con las drogas ilícitas.
De acuerdo con un reporte de Alberto Nájar, corresponsal der la BBC de Londres en México, la situación se agravó en los últimos tres años, cuando aumentaron los secuestros de indocumentados por bandas criminales mexicanas. Muchos pagaron la extorsión y no supieron de su familiar. A raíz de la masacre de los 72, cuya autoría es atribuida a “Los Zetas”, la banda de sicarios que parece ser ahora la dueña de amplias zonas sobre todo del norte mexicano, la secretaría de gobernación de México estableció un programa especial para combatir los secuestros de migrantes. La secretaría de gobernación de México, en otras partes del mundo, llamado “ministerio”, “descubrió” hasta ahora la vulnerabilidad de los migrantes… Tras la matanza de los 72 indocumentados en Tamaulipas, el gobierno federal presentó la “Estrategia Integral para la Prevención y Combate del Secuestro de Migrantes”, que incluye cinco grandes líneas de acción: colaboración interinstitucional para la protección de éstos y combate a la trata de personas; instrumentar operativos de inteligencia para desmantelar las redes de explotación y abuso a estas personas; políticas para desalentar la migración indocumentada; cambios legales para el castigo más eficiente de delitos asociados, y acciones de atención a víctimas. Y le faltó una operación limpieza en los cuerpos de seguridad policiales y militares, sobre todo entre los agentes del Instituto Nacional de Migración. Mientras no se recomponga el tejido institucional, se acabe con el involucramiento de autoridades con las bandas armadas del crimen, y la impunidad de que gozan, ninguna “Estrategia Integral para la Prevención y Combate del Secuestro de Migrantes” tendrá éxito, como no ha tenido éxito la persecución de las bandas de narcotraficantes. La violencia se ha atizado, el número de asesinados es escalofriante, los detenidos son muchos, pero pocos los condenados, y la detención de “La Barbie” es sólo un espectáculo mediático. No existe un registro de cuántos inmigrantes se pierden en el camino, le dijo a la BBC Gilma Pérez, del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador. En El Salvador, por ejemplo, la Policía Internacional tiene 50 denuncias de desaparición de inmigrantes. Y en Honduras, uno de los países con mayor salida de personas en la región, hay 600 casos documentados. Más allá de los números, cuando un inmigrante indocumentado desaparece, el mayor impacto ocurre en su familia. En este problema, las autoridades de la región tienen mucha responsabilidad porque han desatendido el fenómeno de la migración indocumentada. "Los migrantes en tránsito están en el olvido", de acuerdo con Gilma Pérez. Y Edith Zavala, de Honduras, completa: "Es hora que los gobiernos de Centroamérica asuman su responsabilidad… En México hay una cacería humana contra los indocumentados". http://analisisafondo.blogspot.com/
Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
|
Para suscripción gratuita:
|