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6 septiembre 2010
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APUNTES DE UN HINCHA
El marcador no importa
Gerson Gómez

A los estadios se asiste a todo, a veces hasta deja de importar el espectáculo o la exhibición.

Y es que entre la multitud se mezclan sin ambages credos, colores, razones sociales, preferencias sexuales y de partidos políticos.

Hay dos tipos de públicos, esos mismos cuentan con derivaciones: los enterados, quienes gozan a toda hora como discípulos, apuntan estadísticas, cualidades y rachas de los jugadores.

En ese mismo grupo, mas no son capaces de razonar más allá de los dos dedos de frente, habitan las barras.

Desde distintos espacios del estadio se observan sus movimientos, escuchamos los cantos, incitan a la locura, a la luz y a la paz. Sí, a la paz porfiriana, de quienes no están de acuerdo con su manera de expresar el cariño al equipo.

Son las barras el caldo de cultivo para la marginación social.

Esta zona, poblada a razón del autoengaño, que con cantos chamánicos se revierte la escasa productividad de los jugadores/técnico/directiva.

Resulta inaudito su canto al ir abajo en el marcador:

TIGRES no puedes perder, yo siempre te vengo a ver (como si con la pura presencia se va adelante ya en el marcador, con un cómodo dos a cero), en la tribuna es carnaval, porque tenemos que ganar, qué locura qué emoción, es la *T_T* de Nuevo León, por eso de corazón le canto esta canción, dale oh, qué loco que vengo, dale oh, cantando de corazón.

Al igual que en los regímenes de obediencia absoluta, en la etapa del franquismo o del nacional socialista, el lavado cerebral de los integrantes de las barras, del quitate que ahí te voy, empujones o golpes, no permiten disidencia.

El barrista pierde sentido a toda razón. Sabe del anotador del tanto o sus derivaciones, hasta llegar a casa y ver la repetición de las jugadas importantes del partido.

Pues en la zona del estadio, pasa desapercibido. Al estadio asiste a chaleco a apoyar, no a ver ganar/empatar o perder.

El segundo tipo de persona son los socialite deportivos. En la abulia futbolera piden al mesero, los tacos de arrachera con el sabor de siempre, beben whiskey y cuentan los mejores chistes del facebook y twitter.
Salen 15 minutos antes que termine el encuentro, sin importarles el resultado del marcador.

Los dos extremos de la curva jamás se encuentran.

Los socialite, por la noche, en el Cursilerías de Miravalle, seguirán conversando, planeando el futuro, degustando y bebiendo, mientras escuchan las canciones de Duran Duran.

 

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