m
625
15 septiembre 2010
15l
Google
 


 

TRANSICIONES
La tele que nos dio patria

Víctor Alejandro Espinoza

Hoy jueves 16 de septiembre es el día de los desfiles militares. Atrás ha quedado una noche de festividades y celebraciones multitudinarias que se vinieron preparando desde años antes. Varios comités se organizaron y se renovaron. En la recta final, Alonso Lujambio tomó la batuta pues el presidente decidió que debía ser la Secretaría de Educación Pública quien dirigiera la orquesta de las celebraciones pirotécnicas. Ha sido el festejo por excelencia: los 200 años de independencia; se dice que los 100 años de Revolución no tendrán los fastos y derroches del bicentenario porque ideológicamente es más complicado para el PAN, el partido del presidente, celebrar la lucha social e identificarse con los revolucionarios o sus reivindicaciones.

Muchos millones de pesos (2 mil 900) se ha dicho, se gastaron para la noche del Grito. Alonso Lujambio afirmó: “Quien vea los juegos pirotécnicos se le quedará grabado en la memoria”. Esa es la apuesta: muchas luces, para que no se nos olvide lo bonito que estuvo la fiesta. Como boda o quinceañera bien organizada: los vestidos, el salón, la corte y el maestro de ceremonias. Un técnico contratado en Europa para que no les falle a los mexicanitos que aunque con mucha experiencia no han sido contratados para ceremonias de juegos olímpicos, como éste que nos trajimos. Tal cual: alguien de altos vuelos para darle realce a la fiesta. Nada de jueguitos pirotécnicos mexicas.

No recuerdo tampoco otra ocasión en que el gobierno federal haya llamado a llevar a cabo los festejos “desde la comodidad del hogar”. Dice la página oficial de Presidencia de la República: "Disfruta desde la comodidad de tu hogar a partir de las 5:30 de la tarde a través de www.gobiernofederal.gob.mx la transmisión en vivo por internet del desfile, los conciertos, el espectáculo en el Zócalo, la ceremonia del Grito y los fuegos artificiales, como si estuvieras ahí y sin perder ningún detalle". "También puedes seguir la transmisión por Canal 11, Televisa, TV Azteca y Canal 22". Para eso somos modernos: para que todos se queden en casa y disfruten del espectáculo televisivo. Nada de concurrencias, de tanto pueblo junto porque “es peligroso”.

Pero también, se ha otorgado un enorme puente de tres días con motivo del bicentenario. Los queremos en casa, es el mensaje. No importa que se emborrachen, pero encerraditos, a gozar de la vida que para eso somos mexicanos. Eso de trabajar está bien para los países ricos o muy pobres; nosotros a echar la casa por la ventana, no faltaba más.

La pregunta que no pocos se hacen es: ¿están la economía y la sociedad mexicanas como para derrochar recursos en este tipo de festejos? Si incluso se admite que el bicentenario es motivo de celebración, ¿convenía hacerlo de esa manera? ¿No hubiera sido un poco más coherente con nuestra circunstancia actual haber llamado a la conmemoración y festejado con más modestia? No estoy muy convencido de que el pueblo lo único que quiere es la pachanga. Que el derroche y la borrachera es en lo único que se piensa. Habrá muchos mexicanos, sobre todo que viven con holgura económica, que así lo piensen; pero hay una inmensa franja que vive una situación muy crítica y que hasta le resulta ofensivo gastar en fuegos artificiales antes que en generar empleo o invertir en salud o educación.

México vive problemas económicos y sociales que se expresan en una sociedad profundamente desigual; en la que en un extremo un ciudadano aparece como el más rico del orbe y en el otro, millones están confinados a la extrema pobreza. En el México de hoy hay 7 millones de “ni nis”; jóvenes que ni trabajan, ni estudian. Carne de cañón  y reclutamiento para las bandas de narcotraficantes y delincuentes. Podríamos enumerar un largo rosario de desgracias. Para esa inmensa mayoría hay muy poco que festejar; hubiera sido más coherente conmemorar el bicentenario (“hacer memoria” según la definición de la Real Academia Española). Esa visión no se impuso. Imperó el festejo visual.

El único problema es que los programas de televisión y sus celebraciones son efímeros; poco quedará en unos días; más bien la cruda realidad se impondrá al final de la jornada. Y tanto dinero se irá a los bolsillos de quienes supieron hacer negocio apelando al sentimentalismo patriotero. Viva la tele que nos dio patria.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
victorae@colef.mx

 

Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos:

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

w

 

m

 

lui

 

 

p81

 

 

Para suscripción gratuita: