664 9 Noviembre 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Digamos que la media, este año, es 30 asesinatos al día Desde hace tiempo, este espacio dio a conocer su posición frente a la estrategia del presidente Felipe Calderón Hinojosa para combatir al crimen organizado y a las bandas del narcotráfico. A estas alturas del sexenio calderonista, sólo los analistas y observadores, y sobre todo la ciudadanía que está siendo vapuleada por la violencia, los asesinatos, las masacres, estamos conscientes de que esa “guerra” la está perdiendo el gobierno panista que encabeza el michoacano. Sólo y, obviamente, su equipo de trabajo insisten en que no hay otro camino más que la guerra, aunque él ha reconocido que, cuando se planteó la idea y decidió sacar a los soldados a las calles para combatir, no hizo un análisis concienzudo, sereno, realista de las capacidades de las fuerzas militares y policiales frente a un enemigo poderosísimo, que es financiado por el comercio ilegal de las drogas y posee un poder de fuego, hay que reconocerlo, infinitamente mayor. El propio señor Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad Pública y portavoz del gabinete de seguridad, lo acaba de decir públicamente: que la violencia continuará, frente a lo cual hay que ser pacientes, sobre todo porque la muerte a manos de infantes de la Marina del capo “Tony Tormenta” indubitablemente que está siendo vengada por sus huestes. Pero lo que dice el señor vocero no nos alienta mucho a los mexicanos que estamos a favor de la paz; que creemos que había otras estrategias más humanas – inteligentes - para combatir al narco. Y las tales estrategias las hemos venido machacando en cuanto foro se nos ofrece. Somos gente seria quienes estamos seguros de que a los cárteles de la droga, a los secuestradores, a los asesinos se les puede atacar de otra manera. El propio gobierno de Estados Unidos hace su juego con todas las “armas” pacíficas que tiene a su alcance, menos con la violencia. E incluso podría estimarse que no combate a los criminales del comercio ilegal de estupefacientes, sino que los “administra” – e incluso unos 13 estados estadounidenses han legalizado por lo menos la marihuana para usos medicinales, mientras nosotros los mexicanos vivimos con el alma en un hilo, sobre el filo de la navaja, en la cuerda floja, porque no sabemos cuándo nos entrará en el cuerpo una bala perdida o disparada en el fragor de un fuego cruzado. Son muchas las personas que han muerto ya en cuatro años y once meses. El número de 30 mil es ficticio; una aproximación, un conteo periodístico. Nadie lo sabe a ciencia cierta. Pero el presidente Calderón está convencido de que el 90 por ciento de los muertos estaban vinculados a la actividad criminal. Sin embargo, como bien lo apunta John Saxe – Fernández, experto en cuestiones militares y estratégicas, las autoridades no han investigado las tales muertes. Si acaso tienen datos de cuando mucho el diez por ciento de los ejecutados. Entonces, es aventurado afirmar que la gran mayoría, en vida, estaba ligada a las actividades de las bandas. Como bien lo dijo un corresponsal extranjero, el ritmo que lleva la muerte en México en 10 meses es de 33 cada día, uno cada hora, si se trata de una jornada tranquila. 24 mil 197 muertes violentas desde que comenzó el gobierno de Calderón (diciembre de 2006). En 2009 fueron 6 mil 587; en 2008, cinco mil 207, y 2 mil 275 en 2007, el primer año del sexenio del presidente Calderón Hinojosa. Pero Chihuahua ha sido, y sigue siendo, el más sangriento: 2 mil 797 muertos de enero a la fecha mencionada. Y en Chihuahua, se lleva el fatídico palmarés la sufrida Ciudad Juárez, con la tercera parte de todos los asesinatos en el país. Y los muertos que no se cuentan. Y los muertos que quedan sepultados en una fosa que nunca es localizada por las fuerzas de seguridad. Mientras el país entero habla de cifras, 20 familias contienen la respiración mientras llegan los resultados de los análisis de ADN de los 18 cuerpos encontrados en una narco fosa en las cercanías del otrora paraíso del Pacífico, el balneario de Acapulco. Son los cadáveres ya putrefactos del grupo de turistas michoacanos que fue “levantado” el 30 de septiembre por un grupo de sicarios desconocido, que fueron “encontrados” por las autoridades gracias a que un grupo criminal hizo la investigación, cuando detuvo a dos sicarios, que le confesaron los hechos. Los sicarios justicieros pasaron la información a las autoridades y éstas fueron a “descubrir” la fosa de la muerte de unos 22 inocentes cuyo único error fue irse a intentar pasar unas agradables vacaciones a las playas del popular puerto. "Tenemos todos los testimonios y pruebas de que eran personas con un modo honesto de vivir. Por eso desde la primera vez lanzamos un mensaje a quienes se los habían llevado a que los devolvieran porque evidentemente se habían confundido, ya que se tiene probado su manera honesta de vivir", clamó en su momento el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy. Pero el hallazgo de la narco fosa y los 18 cuerpos no es más que una macabra anécdota en la lista de los 10,000. Ah, y el martes, en Ciudad Juárez, dos universitarios de El Paso (Texas) fueron ejecutados. Y han seguido habiendo ejecutados. Pues, mi estimado, Felipe, como le pregunta el tartamudo de Marco Tulio Cicerón a Catilina, en ocasión de la mortal conjura contra el César, “en qué país vivimos.” http://analisisafondo.blogspot.com/
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