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15 Noviembre 2010
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El cuerpo humano: máquina infinita, novela polifónica*
Cordelia Rizzo

(De nueva cuenta me honró participar el 4 de noviembre en la Casa de la Cultura en el bello proyecto de “Creando Climas Favorables para la Prevención del VIH/SIDA” promovido por GESS y apoyado por el COESIDA, CONARTE y la Universidad Autónoma de Nuevo León, buscando abrir conciencias para comprometerlas en la lucha por la atención adecuada y prevención de este padecimiento físico y social.  En esta ocasión presenté el producto de los esfuerzos de la Dra. Yesenia Peña, de la División de Antropología Física del INAH en 2005: la V Semana Cultural de la Diversidad Sexual, unas jornadas de reflexión sobre el tema la diversidad sexual que acontecieron en Colima.  Recientemente se llevó a cabo la IX Semana en Monterrey en el 2010; el evento invita a cuestionar los prejuicios que se tienen sobre el cuerpo humano y diferentes expresiones de la sexualidad que producen exclusión, odio y obstáculos para la protección y respeto a los derechos humanos de ciertos grupos vulnerabilizados.  Agradezco profundamente a Mariaurora Mota y a Yesenia Peña por invitarme a participar en esta cruzada por visibilizar la diversidad humana.)

En la 5ª edición de la “Semana Cultural de la Diversidad Sexual” se realizó el ejercicio académico y social vital de problematizar al cuerpo y a la salud.  El cuerpo, especialmente por la necesidad de ver la plenitud corporal desde la perspectiva de las personas con discapacidad, quienes también son carne, y la salud, por la urgencia de empezar a operar bajo un concepto de bienestar que no aliene la sexualidad ni la vida sexual de los individuos.  La sexualidad no es un plus sino parte integral del todo.

Muchas veces lo hemos aprendido a través del dolor que produce su acotamiento cuando se cobra conciencia a raíz de las consecuencias del olvido de lo elemental que es crear un autoconcepto del cuerpo y un feeling de la libido, ausencia que se siente con mayor fuerza durante tramos de la vida en la que la salud ha sido pobre y el tratamiento para restaurarla salvaba una parte del individuo al tiempo que reprimía otra.  A menudo no hay contrapesos sociales que motiven a balancear la salud de otra forma, así que la sexualidad cae fácilmente en un olvido aún mayor.  Pero siempre vuelve, y lo hace de forma más feroz.     

El cuerpo humano en su infinitud no se puede reducir a un tipo, ni siquiera a una sola norma.  Con cada descubrimiento sobre éste nos damos cuenta de su complejidad, y de que ni siquiera cuando padece una enfermedad deja de ser una maquinaria compleja, pujante y fuerte.  Para dar cuenta y razón de él tenemos la noción de salud, la cual a pesar de su naturaleza contextual, ostenta en su esencia la de describir el equilibrio que debe predominar en el cuerpo humano. Los mexicanos aun no avanzamos significativamente en tomar conciencia sobre los pormenores de su peso existencial.  Durante los últimos dos años de crisis en el sistema de salud, se nos ha pedido que actuemos para permanecer sanos, mientras que nuestros cuerpos y sus maquinaciones siguen siendo una interrogante aún para nosotros mismos.

Nuestro modo de concebir la salud también es indicador de cierta concepción de orden y equilibrio social, por eso que no extrañe que cuando una mujer está embarazada parecería que incuba a todos los que están alrededor de ella y que cuando vemos a una persona con un muñón sentimos la vulnerabilidad de nuestro cuerpo.  Fenómenos que nos indican que el cuerpo desborda sus límites físicos y adquiere un significado humano y social poderoso que trasciende su dimensión de objeto científico.

Pero eso tampoco es algo que ataña solamente a la persona en lo individual o sea un ornamento o suplemento dentro de nuestra idea de lo que significa tener salud.  La misma Secretaría de Salud Pública está advirtiendo que estos padecimientos crónicos como la diabetes e hipertensión arterial saturarán los hospitales públicos, e indirectamente nos están mostrando que ellos también son responsables de relegar aquello que cuyas consecuencias de omisión puede verídicamente dejar al Instituto Mexicano del Seguro Social en la ruina económica.  En años recientes el Presidente Calderón ha hecho numerosos llamados a mejorar nuestra alimentación, lo cual claramente contribuye a prevención de malestares como éstos, pero estos llamados han carecido de una reflexión sobre el significado del alimento en la vida de los mexicanos.  Hoy 4 de noviembre fue aprobada una ley que regula la venta de comida chatarra en las escuelas.  Como si bastara saber que la salud existe para desearla por encima de nuestras habitualidades y el significado que tienen estas costumbres dentro de nuestras vidas.

Se habló durante la 5ª Semana, entre otras cosas, sobre los trastornos del deseo sexual en quienes padecen y se tratan la diabetes e hipertensión arterial, las cuales son las enfermedades crónico-degenerativas cuyos pacientes más espacio hospitalario ocupan y ocuparán en los años venideros.  Esto lo trata la investigación de Javier E. García de Alba y Ana Leticia Salcedo Rocha titulada “La diabetes, la hipertensión y la sexualidad”.  Manifiestan que tener la enfermedad alarma respecto a la calidad de vida esperada para un paciente de diabetes o hipertensión.  Si atendemos a la vanguardia de la disciplina médica, representada en publicaciones arbitradas que abordan los aspectos sociales y filosóficos del tratamiento médico (y a una sabiduría milenaria que se ha ido perdiendo conforme la medicina se ha vuelto una ciencia natural progresivamente más rigurosa), esto ciertamente es algo que atañe a las interacciones entre las instituciones de salud, vía los médicos, con los pacientes.  Los médicos conscientes saben que las preguntas sobre la vida y los satisfactores de las personas que atienden son claves para restaurarles salud, sobre todo en el caso de pacientes con padecimientos crónicos-degenerativos. 

Comprenden, estos agentes de salud, que la normativa sobre el cuerpo es una cosa cambiante y varía dentro de la misma sociedad, cargándose de diversas cualidades morales y estéticas.   El lenguaje con el que nos refiramos a éste impacta el valor y peso de esta normativa.  Si en la vida de los conceptos y las prácticas la regla muestra un cambio, el tratamiento y el abordaje deben asimismo responder a este cambio, o sino estaríamos trabajando con un cuerpo que de inicio está desfasado.  Esto sucede con las resistencias de los hombres a vivir su cuerpo como algo que tienen que cuidar, buscando la plenitud física-emocional en el arriesgar el cuerpo  que les produce eventualmente malestares que se podrían evitar, como lo señala atinadamente Juan Guillermo Figueroa en “El derecho a la salud como cuidado de sí: la experiencia de los varones”.  Figueroa critica los ideales masculinos que de alguna manera condenan al hombre a no asumir la vulnerabilidad de su cuerpo, paradójicamente por su afán de buscar continuamente ponerla a prueba.  Dice que los coqueteos con la muerte son parte intrínseca de sentirse hombre, y que esto resulta esclavizante, limitando la autonomía del hombre que recurre a un agente externo para ser cuidado por ver como un contrasentido el asumir el cuidado de su propio cuerpo, por ser la actitud aparentemente más afín a un discurso femenino.

La forma en la que cada persona nombra y concibe su cuerpo es una herramienta de control sobre sí misma y se entiende que actuar sobre estos factores puede ser decisivo para mejorar significativamente los niveles de salud de la persona, y de igual manera los de la población en general.  Ante la insuficiencia de los ideales existentes, se pauta un cambio para las masculinidades tradicionales que abran la alternativa de satisfacer el feeling de masculinidad sin contraponerse la autonomía y salud del cuerpo del hombre.

Otro ejemplo de la incidencia de los paradigmas sobre el cuerpo humano es el del cuerpo de la mujer, en el caso del Virus del Papiloma Humano, a la luz de “Virus del papiloma humano: fenómeno emergente de la transición”, la investigación de Ana Leticia Salcedo Rocha y Javier García de Alba. No se puede atender el cuerpo de una mujer adecuadamente si no se tiene una mentalidad moderna que le restaure su dignidad y produzca un discurso sobre éste que atenúe su mistificación para el fin de estudiarlo en torno a lo que produce salud y lo que es necesario para el diseño adecuado de los tratamientos para las enfermedades.  No se puede ignorar el sentido social de las enfermedades de transmisión sexual y que a pesar de que para un vasto sector de la población existen de hecho las medidas preventivas, éste no se ha apropiado de estas medidas, lo cual apunta a un divorcio, dentro de la praxis de las ciencias médicas, entre la dimensión material y la social del cuerpo humano.

Los médicos, de acuerdo a Frialdad y crueldad, el texto sobre la patología masoquista de Gilles Deleuze, construyen narrativas clínicas (síndromes) constantemente, y son agentes que al elaborar estas definiciones van construyendo las constantes que prefiguran el  conocimiento  derivado de la exploración habitual del cuerpo humano en la medicina.  En este caso, narrativa que enmarca a cada cuerpo como caso singular y acontecimiento, no es una comedia romántica sino una novela polifónica, en la cual las personas que padecen una discapacidad también son seres sexuados y sexuales.  Los cuerpos de éstos tienen su propia historia.  Sus casos, a pesar de ser menos comunes, no dejan de inscribirse dentro de la historia general de los cuerpos humanos.  Las voces de esta narrativa sobre el cuerpo varían de acuerdo a la visibilidad, y ciertamente la capacidad de las personas con discapacidad de contar su propia historia, pero ahí están, implícitas.

 Las instituciones de salud, refiriéndome a los agentes que regulan la salud en general (médicos, madres, enfermeras, parteras, curanderas…), descubren las cualidades y recovecos del cuerpo humano.  Estos entes juegan un rol de visibilizadores, pero también deben mantener ese poder y utilizarlo para potenciar las cualidades del cuerpo.  El cuerpo de la persona que se siente limitada no es un cuerpo estático y del que ya se haya dicho todo.  Pongo el caso de la novela Jane Eyre de Emily Brontë, en donde el señor Rochester es el que descubre las cualidades de Eyre para ella, y de ahí en adelante ella se comprende y valora mejor que el resto de los personajes de la obra, convirtiéndose durante aquella época victoriana y opresora, en una mujer genuinamente independiente.  Antes de eso Jane se veía limitada por el dolor que provenía de los maltratos y abandonos de su crianza.  En suma, los médicos, las madres, los maestros y todo ser que vele por el bienestar del Otro, pueden, a través de esta dádiva, potenciar enormemente su desarrollo pleno.

El universo de las discapacidades es diverso en grados muy diferenciados.  No significa lo mismo tener una marca orgánica (discapacidad visible), que una discapacidad sensorial o intelectual, y a su vez éstas se manifiestan de manera muy específica en cada persona.  Pero en todos los casos se tiende a mistificar de distintas formas el sentido de la discapacidad para el entorno cercano de quien la vive, afectando la formación de una imagen corporal que de por sí se ve limitada por la propia discapacidad (ya sea por la disonancia perceptual o la limitación de los sentidos).

La imagen es un producto de la intersubjetividad.  La autopercepción está mediada por estándares determinados por el contexto cultural de la persona.  Ello impide voltear a ver con el énfasis debido el acontecimiento del deseo sexual y la sexualidad en la persona y abordar las posibilidades reales de construir una identidad sexual fuerte y tener una vida sexual plena, pues los estándares tienen el riesgo de funcionar para remarcar la distancia dura de la realidad corporal y el mínimo requerido para la integración social.  Estos mínimos ciertamente están permeados por una serie de demandas sociales, que en el caso de la persona con discapacidad se reconfiguran después de la relectura del cuerpo y sus potencialidades. Se deben ir modificando a medida que se va notando un desarrollo emanado de la toma de conciencia sobre la discapacidad y un cuestionamiento de los modelos socializados de bienestar y funcionamiento de la sexualidad, tesis que desarrolla ampliamente el texto de Yesenia Peña y Lilia Hernández Albarrán, “Las personas con discapacidad: vulnerabilidad, sexualidad e igualdad social”.

En el caso de los tutores de las personas con discapacidad, se sabe que padecen una grave mortificación, sobre todo en el caso de personas con discapacidad intelectual, por el desfase que puede haber entre la edad emocional y la edad biológica de la persona.  En otros casos estarán contentos los padres de que sus hijos nunca dividan sus afectos por carecer de interés sexual.  Este tipo de tensiones son reales y parte de las barreras adicionales que tiene que atravesar la persona con discapacidad.  En el caso del texto sobre discapacidad auditiva de Gastón Macín Pérez en las Memorias, vemos que la persona hipoacúsica tiene que equilibrar los sentidos para generar una imagen corporal y tenderá a sentirse más a gusto con aquellos que comparten su modo de percibir al mundo, aislándole.  De esto surge la necesidad de no abandonar la problematización del cuerpo que acontece en el fenómeno de la discapacidad, para presionar a que se tome en cuenta todo este herramental en la creación de políticas públicas que no alienen a la persona con discapacidad de la vida pública, la vida humana.

Antropólogos sociales, médicos, filósofos y demás humanistas han demostrado que el cuerpo humano es, en efecto, un indicador de lo social; prefigura la manera la sociedad se autoconcibe, al mismo tiempo que ésta funciona de un modo similar al cuerpo humano.  La “V Semana Cultural de la Diversidad Sexual” dio cuenta de este fenómeno, y presentó la urgencia de repensar los modelos del cuerpo humano que actualmente operan como guías en el tratamiento de la discapacidad en el entorno social mexicano y en la praxis de la medicina. 

El cuerpo no es una metáfora impuesta, sino el medio por el cual una sociedad se organiza, vive, crece y se cuenta su propia historia. Esto ya le complejiza bastante y urge un debate abierto sobre su pertinencia para la vida en comunidad.

* Comentario en torno a Cuerpo, salud y sexualidad: Memorias de la “V Semana Cultural de la Diversidad Sexual”.

 

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