678 29 Noviembre 2010 |
APUNTES DE UN HINCHA Varios han sido los Walter que han venido al futbol regiomontano. En la última década, por lo menos dos, Gaitán y Erviti, ambos argentinos, han dejado excelente sabor de boca para la tribuna. Jugaban en beneficio del equipo, pero también se mostraban para los aficionados, quienes aplaudían su entrega. Sus jugadas de fantasía, la visión de campo, el talento puro que mostró el famoso chueco. Encajó de maravilla hasta el momento en que le comenzó a dar hueva la liga mexicana. Después de ello, llegó el descredito. Señalarle que pasaba mucho tiempo parado en la media cancha, su nulo aporte. Le siguió la finalización obligada de contrato, por razón de conciencia, arguyó. Ambas partes, directiva y jugador, perdieron. Colocado transferible, jugando para otro equipo, ya no volvió a brillar. La experiencia con el otro Walter, Ervitti, en el Monterrey, es sorprendente. Formó parte de la generación que Daniel Pasarela pidió, para hacer a los Rayados campeones. Y lo cumplió. Walter Ervitti, jugador que participó en casi todas las posiciones, salvo de guardameta. Cabalmente le dio nueva mentalidad triunfadora al equipo. Inexplicable resultó cuando lo colocaron transferible. Regresó a su país, se enroló con el Banfield, equipo que en 113 años no había logrado campeonar, y con su llegada, logró la meta. El Monterrey tiene un nuevo jugador de época: Walter Ayoví. La lucha-entrega-valor y coraje pasa por sus botines. En el primer partido de semifinal se le exige mucho, y poco se le reconoce. Vale la pena mirarle, no sólo a Suazo. Pues si el delantero anota, gran parte es por el esfuerzo de Ayoví, en cada una de las zonas de la cancha.
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