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DIARIO DE CAMPO
En defensa de La Bufa
Luis Miguel Rionda

El 13 de julio de 2010 el ayuntamiento de Guanajuato capital aprobó el dictamen CDUE-11/2009-2012, mediante el que autorizó la factibilidad de cambio de uso de suelo para un predio denominado “Granja La Bufa”, propiedad de la constructora AZACAN. Está ubicado al sur de la ciudad, en un área despoblada y considerada de preservación ecológica, en las faldas de las montañas más emblemáticas de esta localidad, La Bufa, Los Picachos y El Hormiguero: un espacio de excepcional hermosura natural. Esa decisión, tomada sin haber cumplido el compromiso legal de actualizar durante los primeros cuatro meses de la gestión municipal el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), dio luz verde a la factibilidad de cambió en el uso del suelo de 48 hectáreas de Parque Urbano (PU) y Preservación Ecológica (PE), a Habitacional de Densidad Media (H2) y Alta (S3) y de Comercio y Servicios de intensidad Baja y Media. Un asentamiento de 893 casas habitación en lotes de 200 metros, con un centro comercial, una estación de autotransportes, un hotel de cinco estrellas y un “parque cultural” con museo, auditorio y espacios “dignificados” para la celebración de la fiesta de la Cueva, ahora encementada.

Esta decisión, tomada en un ambiente de sospechosa discreción, provocó una respuesta enérgica de parte de un sector de la población local, que se aglutinó inicialmente alrededor de una red social denominada “Guanajuato somos todos”, integrada apoyándose en las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC’s), en concreto mediante la herramienta social Facebook, en la que pronto se sumaron más de tres mil seguidores, principalmente jóvenes. Los creadores del grupo fueron los entonces estudiantes Cecilia Barrera (UIA-León) y Alfredo Segura (UG), quienes supieron captar el sentimiento de enojo de parte de jóvenes y no tan jóvenes guanajuateños.

A partir de esta utilería social electrónica se generaron debates y propuestas, que desencadenaron tres manifestaciones ciudadanas, inéditas en la ciudad por su espontaneidad y su buena organización: la marcha del domingo 25 de julio desde el monumento a Sóstenes Rocha hasta la Plaza de la Paz, donde participaron alrededor de 500 guanajuatenses a pesar de la lluvia; la marcha del sábado 31 del mismo mes, desde la glorieta Pozuelos hasta la loma del Hormiguero, con mil participantes, en ocasión de la festividad del día de la Cueva de San Ignacio, que tiene como marco precisamente los cerros cuyas faldas se planea urbanizar, y la marcha del 31 de octubre, otra vez por el corazón de la ciudad, ahora con 600 participantes.

El espacio que se pretende urbanizar está ubicado en un área que es sensible en extremo para la población local, dado que en ella o en sus cercanías tiene lugar el festejo popular más importante de la ciudad: la conmemoración del santo patrono Ignacio de Loyola, cuya hagiografía señala que el santo comenzó a practicar sus ejercicios espirituales en la cueva de Manresa, cerca de Montserrat, hacia la segunda década del siglo XVI. Además, en esa cueva se encontraban pinturas rupestres, que entonces eran vistas como obra del diablo. Ahora bien, en los bajos de La Bufa de Guanajuato se encuentra una cueva donde también se encontraron unos glifos antiguos, y donde también según la leyenda se celebraban aquelarres.

Muchos recordamos cómo el constructor se hizo de las 47 hectáreas poco tiempo antes de obtener el contrato para la construcción de la carretera para el nuevo acceso “Diego Rivera” en 2005. El uso de información privilegiada para realizar pingües negocios es un viejo vicio y un delito penado por la ley, pero es difícil de probar y castigar, como se demostró en el caso de Ricardo Salinas Pliego hace un par de años. La especulación urbana hace uso frecuente de la información de alto nivel, y concreta negocios inmorales con cargo hacia el resto de la población, indefensa ante el abuso de los poderosos.

A la agrupación “Guanajuato somos Todos” se le unieron otros conjuntos de la sociedad organizada como el “Consejo Ecologista Guanajuatense” A. C., la red social “Rescatemos los Picachos”, y el “Frente Cívico Guanajuatense Euquerio Guerrero” A.C. Esos conjuntos emitieron un manifiesto donde expresaron que “El IEEG le ha dado su venia al ayuntamiento para una consulta inédita, bajo una ley diseñada para dificultar la participación ciudadana. A la OPINIÓN PÚBLICA le decimos que VAMOS AL PLEBISCITO BAJO PROTESTA, y que no renunciamos a ejercer nuestro derecho a informar y sensibilizar a nuestros conciudadanos, a quienes convocamos a participar en las urnas para detener un acto que es ILEGAL y ATENTATORIO contra nuestro patrimonio urbanístico y natural.”

La intensidad de los debates públicos llevó al ayuntamiento a acordar el 12 de agosto el solicitar al Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) la aplicación de un plebiscito, figura legal contemplada en la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Guanajuato (2002), que establece condiciones muy difíciles de cumplir para que la ciudadanía pueda echar a tras un acto de gobierno, como el cuestionado. La Comisión de Participación Ciudadana del IEEG autorizó esta solicitud el 19 de agosto, y convocó a la realización del plebiscito el domingo 5 de diciembre de este año, cuando se planteó a los más de 116 mil ciudadanos que integran la lista nominal de electores municipal la siguiente pregunta: “¿Aprueba la decisión del Ayuntamiento de Guanajuato que autorizó la posibilidad de cambio de uso de suelo del predio denominado ‘Granja La Bufa’ de parque urbano y de preservación ecológica a zona de comercio y habitacional?”. Las opciones fueron Sí y No.

Desde el principio la autoridad ha tachado a los ciudadanos opositores de desinformados, de falaces, de argüenderos, de acarreados, de oportunistas políticos, y recientemente hasta de “mapaches” electorales. No me he dedicado a coleccionar los adjetivos que nos han endosado, pero son muchos, algunos rayando en el insulto y la calumnia. No se me ha olvidado el insulto con que culminó su informe: “patanes”; así nos calificó.

Pero los insultos resbalan, pues no califican al destinatario sino al emisor. Así lo hemos entendido en “Guanajuato somos todos” y hemos establecido como política el respeto por la dignidad de las personas y las investiduras. No así a las decisiones que han tomado esas personas y autoridades. Las acciones sí son dignas de ser atacadas, criticadas y contrastadas con ideas frescas, con propuestas y con el ejercicio del debate intenso y enérgico.

Las tres marchas y los numerosos eventos de protesta han sido una clara aportación de los jóvenes a la cultura ciudadana de los usualmente dóciles y tranquilos habitantes de esa capital. La intención del ayuntamiento de cambiar el uso de suelo a una zona que legalmente sigue siendo de reserva ecológica, irritó a gran cantidad de personas. Pero los guanajuateños solemos manifestar nuestro enojo en el café, en la mesa familiar, o en las tertulias con amigos. Pero no solemos ir más allá: no expresamos nuestro pensamiento más que en forma de chisme y debate banquetero.

Pero esta pasividad ha llegado a su fin. Los chavos fueron los primeros en no quedarse en la mera queja y pasaron a la acción. Los seguimos los mayores. Nos llamaron a manifestarnos públicamente y a defender el derecho superior del común por sobre los intereses egoístas de los pocos. La naturalidad y espontaneidad del movimiento explica su frescura, y también su ocasional anarquía. La razón es que no existe un liderazgo único que acapare las decisiones. En fin, que fue un trabajo muy horizontal y compartido por muchos.

Lo que debe quedar claro es que no se trata de un movimiento partidista. Participan personas con filiación conocida, pero lo hacen ejerciendo su derecho y en calidad de ciudadanos comprometidos con la causa que nos ha unido: defender un espacio natural del intento de depredación que buscan perpetrar particulares con el apoyo de las autoridades. Los muchachos que lideran “Guanajuato somos todos” han sido muy claros: se rechazará de tajo cualquier intento de partidizar este movimiento, que pertenece a todos los que estamos preocupados por nuestro entorno natural y cultural.

Finalmente, podemos resumir las demandas del movimiento en pro de la preservación del entorno de La Bufa, Los Picachos y El Hormiguero en las siguientes:

1. Demandamos que el Ayuntamiento revoque su acuerdo del 13 de julio de 2010, pagando al particular afectado, de ser necesario, la indemnización correspondiente.

2. Demandamos que antes de aprobar cualquier cambio en el uso de suelo en cualquier parte de la ciudad, primero se debata y se prepare el POT, con base en la opinión de los especialistas y los actores interesados -incluyendo obviamente a los empresarios, pero también a los grupos sociales que se movilizaron para defender esta exigencia-. Requerimos de una planeación de largo plazo que oriente el crecimiento natural de la ciudad de manera armónica y sustentable.

3. Demandamos que el área que circunda el acceso Diego Rivera, así como la superficie donde se desarrolla la fiesta de la Cueva de San Ignacio de Loyola y las montañas de La Bufa y Los Picachos, sean declarados área natural protegida, bajo la jurisdicción estatal o federal. Los mecanismos podrían ser desde la negociación con los actuales propietarios hasta la expropiación con indemnización por causa de utilidad pública. Consideramos que esos territorios poseen un valor tradicional, cultural y ecológico para todos los habitantes de Guanajuato, además de que permiten preservar los recursos hídricos para  la generación actual y para las futuras.

4. Como le hemos perdido la confianza al actual ayuntamiento, demandamos que en el proceso de elaboración del POT participen como testigos sociales e institucionales Transparencia Mexicana, Propuesta Cívica, la UNESCO y el ICOMOS.

Guanajuato ha demostrado que tiene voz, y que es capaz de movilizarse cuando las cosas se hacen mal desde la soberbia del poder público.

¡Guanajuato tiene voz! ¡Y Guanajuato somos todos!

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com

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