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20 Diciembre 2010
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ANÁLISIS A FONDO
Tod@s somos Maricela Escobedo
Francisco Gómez Maza

Vivimos en medio de un estercolero
Qué nos pasa; no queremos la paz

mEl jueves fue arteramente asesinada la luchadora por los derechos de la mujer –su propia hija fue víctima de la saña machista-, Maricela Escobedo Ortiz, en la desgraciada Ciudad Juárez. Naturalmente, el hecho conmocionó a una gran porción de la ciudadanía mexicana, y marcó aún más la cercanía de los días de la ira. No es el miedo el que nos paraliza, como generalmente ocurre. Es el hartazgo ante tanta desolación y muerte.

Hasta una manifestación de protesta de mujeres, por la muerte de la activista, fue reprimida, en vez de ser acogida con comprensión e inclusive con solidaridad. El exabrupto de Francisco Blake, secretario de Gobernación (del Interior), de que todos nos hiciéramos cargo de confrontar al crimen organizado, sin miedo, tuvo prueba mortal. No acababa de cerrar la boca el prócer de la política derechista, cuando un hombre de mediana edad descargaba su arma en el cuerpo de Marisela, a las puertas de la sede del gobierno de Chihuahua, que ahora encabeza el priísta, César Horacio Duarte Jáquez, quien había prometido en campaña electoral dar su vida para combatir a la delincuencia, luego de que dos cercanos de sus familiares -sobrinos– fueron asesinados por desconocidos, presuntamente integrantes de la delincuencia organizada.

A lo que más llegó el gobernante fue a ordenar la destitución de los jueces orales que fallaron inexplicablemente por la inocencia del presunto asesino de Rubí, por cuyo asesinato luchó varios años Maricela, quien por lo visto tenía una confianza ciega en las instituciones, en momentos en que las grandes mayorías, alrededor del 80 por ciento, según las encuestas, cada vez cree menos, y se debate entre la desesperanza y la incertidumbre porque puede ser la siguiente en la fila de liquidados por manos desconocidas, que pueden ser de la delincuencia organizada o de instrumentos de limpieza social de las clases dominantes.
 
Aberrante, la vida que estamos muriendo los mexicanos. (30 mil muertos en seis años, más los no registrados, claman venganza y revelan el grado de descomposición a que ha llegado la sociedad mexicana, y muchos, quizá la mayoría eran de personas que ciertamente no estaban involucradas con el crimen, por lo que pueden ser considerados por los halcones de la violencia como “daños colaterales”, aunque ellos estén seguros, sin pruebas, que tenían que ver con las bandas de narcotraficantes.)

El asesinato de Maricela confirma que estamos al arbitrio de la corrupción y la impunidad. Y que del Estado, del Gobierno, de las Instituciones nadie se hace responsable. Como que quienes lo afirmamos tenemos razón: conceptos como Estado, Gobierno, Instituciones, Estado, Estado de Derecho, Democracia no pasan de ser míticas falsedades; mecanismos de control social de las clases dominantes. Corrupción e impunidad, dos realidades que nos están matando en vida y digo que nos están matando en vida, porque los muertos, según los que creen, pasaron ya a mejor vida.

Y quién se hará cargo de castigar a los asesinos. Qui lo sat. Ciertamente, el Gobierno no, porque nadie se hace responsable del Gobierno, con lo que, quiera o no, se hace corresponsable de la violencia y del asesinato, porque el que calla otorga. Y el crimen que acabó con la productiva vida de Marisela, cuyo único “delito” fue luchar porque se hiciera justicia (ilusa, creía en la justicia) porque el asesino de su hija, Rubí Marisol Fraire Escobedo, absuelto por los jueces orales, a pesar de confesarse culpable, fuera castigado. El homicida confeso de la hija de la activista, Sergio Barraza, está vinculado con el crimen organizado y protegido, quizás escondido en el central estado de Zacatecas. Barraza había sido detenido el pasado 30 de abril, sin embargo fue puesto en libertad al poco tiempo.
 
Y de ribete, el sábado hombres armados incendiaron la maderería propiedad de la pareja de Marisela. El comando armado ingresó en el local a primera hora de la mañana y le prendió fuego; también se llevaron con ellos al hermano del propietario, que se encontraba allí. El incidente se produjo horas después de que, en diversas partes de México, organizaciones civiles exigieran a las autoridades federales y de Chihuahua justicia para Marisela Escobedo, y no sólo palabras de condolencia.

El hecho de que Ciudad Juárez (3,000 asesinatos en lo que va del feneciente 2010) sea el icono de la violencia y de la muerte en esta estúpida guerra del narcotráfico no justifica crímenes como los asesinatos de niñas y mujeres. Tendría que, el presidente Felipe Calderón, manifestarse de manera contundente, comprometida, y no sólo para salir del paso, sobre estos acontecimientos, aprovechando la dolorosa ocasión de la muerte de Marisela, quien hizo a un lado el miedo –que es lo que pide el mandatario a los ciudadanos- para encarar al asesino de Rubí.

No recibió un premio por la defensa de los derechos humanos, como doña Isabel Miranda de Wallace, pero sí fue convertida en una presea de plomo para la Madre Tierra. ¡Sigan reinando la corrupción y la impunidad!

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http://lacomunidad.elpais.com/analisisafondo/2010/12/19/analisis-fondo-tod-s-somos-maricela-escobedo
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