EL CRISTALAZO
De obsesiones y renuncias
Rafael Cardona
Ciudad de México.- En un tiempo la historia se decidía en batallas y campañas. Napoleón en Egipto; Morelos en el Sitio de Cuautla, por ejemplo. Los miles de kilómetros en campaña de Álvaro Obregón. El acoso de Stalingrado.
Pero en el juego pacífico de la política (una forma distinta de la guerra, si extrapolamos el célebre dicho de Von Clausewitz) las trayectorias se miden por los lapsos entre renuncias.
Los políticos (y las políticas, como se verá después) son estrategas de la renuncia. El arte del trapecio no consiste en asirse a la barra sino en saber soltarse a tiempo para saltar al siguiente hasta lograr el sueño de hacerse dueño de la carpa entera.
Uno de esos casos es el de Josefina Vásquez Mota, quien apenas llega a un cargo ya piensa cuándo va a renunciar para acudir presurosa al siguiente. A eso se le llama habilidad en la política nacional. Otros lo llamarían inconsistencia, pues en ninguna parte se deja la obra cumplida.
“No haremos obra perdurable –decía Renato Leduc--; no tenemos de la mosca la voluntad tenaz”.
Si hubiera conocido a esta precandidata a la presidencia de la república por los colores del PAN (por su derecho y decisión), Renato habría pensado de manera distinta: la tenacidad es la búsqueda, no el arribo.
Josefina ha presumido siempre su condición pionera en algunos cargos importantes. Ha dicho de sí misma, nunca había habido una secretaria de Desarrollo Social, hasta mi llegada. Pero ella, tan ufana con el cargo, le presentó su renuncia a Vicente Fox para irse presurosa a la campaña de Felipe Calderón, quien a su vez había renunciado a la Secretaría de Energía.
Ahí chocó contra Juan Camilo Mouriño, quien la desplazó (y la hizo renunciar) de la coordinación, pese a lo cual logró (primera mujer, por cierto) la Secretaría de Educación Pública, desde la cual impulsó un acuerdo político bajo el disfraz de una elevación de la calidad educativa, cuyos andamios se derrumbaron en el encontronazo con la profesora Elba Esther Gordillo.
Sin embargo, tras su renuncia vino la etapa legislativa. Dueña de la coordinación de la bancada, Josefina invocó la necesidad de hacer (otra vez) las reformas indispensables para el correcto rumbo del país.
Frases marmóreas, palabras para la contundencia y la elocuencia, pero a fin de cuentas material desechable. "No estoy obsesionada", ha dicho. ¿Cómo sería si lo estuviera?
La misma diputada, cuyos ojos se rasaban de emoción en el encuentro del Castillo de Chapultepec frente a Javier Sicilia, quien besaba sus mejillas, se olvidó de la importancia de los asuntos legislativos, el presupuesto incluido, y tiró el arpa mientras decía coloquial y llena de certeza: “voy derecho y no me quito”.
Diez días antes Felipe Calderón la había bendecido o le había dado el beso envenenado para sus afanes presidenciales. Lo sabremos después.
“Quiero agradecerte sinceramente mi querida Josefina –le dijo--, todo el esfuerzo y todo el valor y todas las ganas que le has echado a la coordinación parlamentaria y que todo sea, pues, para bien”.
Pero como una felicitación de esta naturaleza, hecha desde la cima no deja de ser sino una simple fórmula de cortesía, la ex diputada Vázquez Mota ha dado sus primeros pasos en el camino de la autosuficiencia. Todo se inició con su informe millonario en el Teatro Metropolitan. Va en vuelo libre para realizar el triple mortal sin red.
Ahora apenas cuenta con sus leales y los amarres de los últimos años cuando subía y bajaba por los senderos del país en busca de apoyos políticos y plata. Mucho oro, pues las campañas militares o electorales se hacen (lo dijo Napoleón) con dinero, dinero y más dinero.
¿Quién se lo va a dar?
Pues como dijo Perogrullo, sólo quien lo tiene.
Quizá vaya otra vez a Nuevo León (hoy tan acongojado) a solicitar para sí cuanto antes buscó para Felipe Calderón, a quien le advierte osada: cualquier suspicacia o sospecha de intervención presidencial en el proceso interno de la candidatura panista, abonaría a la división del partido.
Por lo pronto la siempre ágil Josefina ha soltado el trapecio de San Lázaro y hoy va en vuelo libre a donde tantas veces dijo querer ir: la candidatura. Por ella y para ella renunció a la posibilidad de enfrentar a Enrique Peña Nieto y la maquinaria del PRI en el estado de México.
Pero esta no es la única renuncia de los días corrientes. Pronto Roberto Gil Zuarth, secretario particular del presidente Calderón, se irá a acompañar a Josefina pero también a combatir a Ernesto Cordero, a quien acosarán por los rumbos del dinero de procedencia extraña, precisamente en Nuevo León, con todo y el olor de casino y chamusquina.
Parte del entramado irregular en la precampaña del secretario de Hacienda y adversario abierto de JVM se basa en las maniobras de Abraham Cherem y Rafael Pérez Cuéllar.
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