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6 Septiembre 2011
15diario
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Norte en vilo
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- A principios de este año aparecieron los resultados del Índice de Inseguridad Ciudadana y Violencia del Centro de Análisis de Políticas Públicas, que la mide en el marco del proyecto de investigación México Evalúa 2010. Este índice evalúa específicamente las víctimas por cada cien mil habitantes en los delitos de homicidios intencionales y no intencionales, delitos a mano armada y vehículos robados.

Las fuentes de esta información es un coctel de medios que va desde la Sexta Encuesta Nacional de Inseguridad del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), el periódico Reforma; y proyecciones de la población estatal para 2009 del Consejo Nacional de Población (CONAPO), reportados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Registro Nacional de Vehículos.

Es decir, es un documento acucioso sobre un tema hartamente sensible y recurrente de lo que hoy acontece en la vida nacional. Más aún, actual a más no poder, luego de los eventos de alto impacto que hemos tenido recientemente en Torreón, Monterrey y Culiacán.

La pregunta es: ¿cómo andamos en materia de inseguridad y violencia en los estados donde estas tres ciudades son capitales y que por razones demográficas y políticas se concentra el mayor número de recursos y fuerzas de seguridad, por lo que deberían estar inhibiendo el delito?

Veamos lo que nos arroja este índice, y la verdad sorprende, tanto por las cifras que maneja como por la percepción que tenían sus ciudadanos en el momento de aplicación de este instrumento de medición del crimen.

Coahuila
Como sabemos, la noche del sábado 20 de agosto ocurrió el primer evento de alto impacto de esta serie, cuando una balacera interrumpió abruptamente del partido de futbol entre el Santos y el Morelia. La crónica de esa noche fue de pavor y escándalo, ante todo por el efecto en las redes, pues según cálculos de Jenaro Villamil, el término “balacera en Torreón” tuvo inmediatamente 207 mil ligas sólo en Google y en otras fue de “ciencia ficción”. No era para menos, la sensación de ser tocado por unas balas perdidas provocó no sólo la suspensión del partido sino que la gente se volcara sobre el campo de futbol, buscando un refugio.

Afortunadamente no hubo más que víctimas psicológicas y la percepción de que en “cualquier momento puede suceder cualquier ataque”. Que es un daño colateral difícil de medir. Pero, ¿qué nos dicen los datos del índice de inseguridad ciudadana y violencia?

Coahuila es un estado con un nivel de inseguridad y violencia medio con algunos indicadores elevados. Por ejemplo, es el sexto estado con mayor número de víctimas de algún delito con 9 ml 600 por cada 100 mil habitantes; el décimo séptimo en delitos a mano armada, con mil 431 eventos y en homicidios no intencionales con 13.1, ambos con el mismo indicador y en todo el año. En el resto prácticamente no pinta como un lugar inseguro y violento. De acuerdo al promedio nacional ocupa el lugar número 16, aunque la percepción de los mayores de 18 años es moderada. La gente sigue pensando que Coahuila no es un mal lugar para vivir. Quizá después de los acontecimientos del sábado 20 de agosto esta apreciación empiece a cambiar. O ya sucedió desde antes, sobre todo en las poblaciones más estremecidas por la violencia.

Nuevo León
La Sultana del Norte tiene años metida en una espiral de violencia desde que este pilar económico del país se volvió un territorio en disputa de los cárteles que operan en esta región del país. Los sucesos del jueves antepasado refrendaron esta situación que tiene enlutada alrededor de 52 familias que han perdido al menos uno de sus miembros. El incendio provocado en el Casino Royale puede ser interpretado de dos formas:

Una, que a este negocio de juego se le haya querido extorsionar y su propietario no accedió a soltar dinero; o la otra, que ojalá estemos equivocados, sea un acto que pretendía deslucir el informe de gobierno del presidente el 1 de septiembre ante el Congreso de la Unión. O que ambas posibilidades estén combinadas.

Lo cierto es que la dimensión del ataque y la repercusión que ha tenido en los medios internacionales, ha provocado pronunciamientos del secretario de la ONU, Ban Ki-moon, y el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, identificando el problema como un acto de terrorismo quizá hasta mayor que el acontecido en Morelia el 15 de septiembre de 2008.

Curiosamente los datos del índice que estamos analizando nos presenta a Nuevo León como un estado con un nivel de inseguridad ciudadana y violencia de nivel media, muy por debajo, de Chihuahua, Baja California, Durango, Distrito Federal, Morelos, México, Sinaloa, Guerrero, Tamaulipas, Michoacán y hasta Quintana Roo, con 31,85 de eventos criminales por cada 100 mil habitantes.

El número de víctimas de algún delito es de 7 mil 400, de acuerdo a la misma relación por año. Los homicidios intencionales y ejecuciones son bajos, con 7.49 y 1.53, respectivamente. Pero son altos los delitos a mano armada y los vehículos robados, mil 651 por cada 100 mil habitantes y 3.5 por cada mil autos del parque vehicular. Pero, es de los estados con más homicidios no intencionales con casi 40 por cada 100 mil habitantes. A diferencia de Coahuila, y otros estados con características similares, ahí sí se tiene una percepción de que se vive en un estado con mucha inseguridad.

Quizá una información que nos permite calibrar esta situación es la relacionada con un segmento de la población de más altos ingresos, que ha abandonado el estado y se encuentra viviendo allende el río Bravo.

Sinaloa
Este estado del noroeste considerado por académicos y periodistas, incluso por gobiernos, como cuna del narcotráfico, ha sido motivo de múltiples señalamientos por la inseguridad y violencia que priva en el estado. La última “travel advisory” la ha emitido recientemente el gobierno inglés, que exhortó a sus ciudadanos evitar en lo posible visitar el estado, que por cierto nuestro flamante presidente municipal de Mazatlán, minimizó diciendo con sorprendente agudeza que “ingleses casi no vienen al estado”; pero al margen de esta advertencia de viaje, que en otras ocasiones la ha emitido Estados Unidos, está ese voz a voz que circula entre viajeros tradicionales que recomiendan evitar pasar por Sinaloa dado el riesgo de ser atacados.

Y no es para menos, las cifras tremendas del año pasado no han decaído, por el contrario, amenazan superarse este año. El asesinato del periodista Humberto Millán, si bien fue obnubilado por los acontecimientos trágicos de Casino Royale, no ha pasado desapercibido de los colegas de otras latitudes, preocupados por la integridad física de quienes trabajan diariamente en la información pública.

Queda como testimonio de este posicionamiento lo señalado por Gonzalo Marroquín, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, durante la Cumbre Hemisférica Universitaria “Políticas Públicas contra la Impunidad”, que se realizó en esos días en Puebla. En ese foro pidió un minuto de silencio por el asesinato del periodista Humberto Millán.

En el medio periodístico de Sinaloa estamos a la espera de las indagaciones que realicen las autoridades, ojalá en forma expedita y eficaz, para evitar que sigamos caminando en sentido inverso de la ley: el de la impunidad. Las cifras de cualquier índice ubican a Sinaloa entre los estados con mayor inseguridad y violencia, en una categoría de alta, con un índice de 50.60, con 5 mil 600 víctimas de algún delito por cada 100 mil habitantes. Un elevado número de muertes intencionales y ejecuciones, con, 18.5 y 28.9, respectivamente. Así mismo, los delitos a mano armada que se ubican en un nivel bajo (?) con mil 425; 7.2 autos robados y uno de los más altos números (27.7) de homicidios no intencionales. Pero, igual, con una percepción alta de que se vive en un ambiente de inseguridad y violencia.

Reflexión final
No podemos olvidar que estos crímenes ocurrieron en la víspera del próximo quinto informe de gobierno del presidente Calderón, y enrarece este protocolo hoy desacralizado por la eliminación del “besamanos” presidencial, pero son inevitables los números de éste y otros índices de medición del problema de inseguridad y violencia. Ese tic-tac del día a día que agrega cotidianamente un mayor número de víctimas, obliga a la reflexión sobre la eficacia de esta guerra, que llegado a este punto no tiene regreso.

Ya el tiempo se le terminó a este gobierno. Seguirán, como decía el gran escritor francés Marcel Proust, los placeres y los días. Aquellos donde están “los brotes nuevos entristecidos por el profundo pasado de los bosques y porque llevan el luto de tantas primaveras muertas”.

 

 


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  © Luis Lauro Garza Hinojosa