Granados Chapa como clásico
Víctor Reynoso
Puebla.- Murió Miguel Ángel Granados Chapa, un clásico del periodismo mexicano desde hace ya muchos años. Aunque fue director y subdirector de importantes medios de comunicación, su obra está ante todo en lo estrictamente periodístico, en lo que escribió, en sus libros y sus columnas. Los clásicos nos son necesarios porque son modelos. Son importantes porque requerimos su orientación. De la vastísima obra de Granados se puede destacar para lectura de estos meses su análisis de Manlio Fabio Beltrones, publicada en Los suspirantes 2012, libro coordinado por Jorge Zepeda Patterson y publicado este año por Planeta.
Nos es fácil presentar el perfil de un político. Menos el de uno como Beltrones, sin duda uno de los más destacados políticos mexicanos hoy. Sin duda también uno de los más polémicos. Granados Chapa lo logra desde la primera frase, señalando sin aspavientos que si se tratara solamente de méritos curriculares, lo más probable es que Beltrones fuera el sucesor de Calderón. Un currículum brillante, pero con sombras bien señaladas en este logrado retrato.
Al recientemente fallecido escritor de “Plaza pública” le gustaba recordar a su madre, una mujer sencilla que para sacar adelante a su familia trabajaba dobles y triples jornadas. Siguiendo ese ejemplo, decía que le gustaría ser recordado como un hombre de trabajo. El texto aquí comentado lo demuestra. Con una prosa tan cuidada como clara se van mostrando datos del político sonorense que implicaron una investigación exhaustiva y una reflexión a fondo sobre lo que es importante y lo que no en la vida del priista.
Referencias a sus padres y hermanos; a su padre político, el legendario Fernando Gutiérrez Barrios; a su rápida y exitosa trayectoria; a los aspectos oscuros de la misma, como su relación con José Antonio Zorrilla Pérez (hoy en la cárcel), su amistad con Raúl Salinas, su polémica entrevista con Mario Aburto, el homicida de Colosio, pocas horas después del asesinato; la acusación de estar vinculado con el narcotráfico, publicada por The New York Times en 1997. Todo es muestra de una acuciosa investigación y de una serena reflexión para armar bien los datos y presentar una perspectiva completa, objetiva si cabe.
Así se va armando un lienzo, ajeno al amarillismo que algunos de estos rasgos podrían sugerir, mostrando el perfil de un político capaz y controvertido y de su entorno. Un retrato que presenta un ser humano en su complejidad, no una caricatura.
Se ha hablado del estilo homérico, en referencia al autor de La Ilíada y La Odisea, como el de quien sólo describe lo que ve, sin ninguna opinión ni juicio de valor. Es un disparate, o al menos una exageración, pues todos resaltamos algunos hechos y dejamos de lado otros. Lo que sí es cierto es que hay un amplio espectro entre posturas simplificadas y caricaturescas, que ocultan más la realidad de lo que la muestran, y visiones más completas, bien trabajadas, bien ponderadas. Estas últimas nos ayudan a ver mejor, a entender y comprender con más profundidad y sutileza nuestra realidad. Sin pretender neutralidades.
Las obras de los clásicos son así. Por eso Granados Chapa ha sido y será visto como tal.
Profesor de la UDLAP.