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943 6 Diciembre 2011

CRÓNICAS PERDIDAS
Rojo colorado
Gerson Gómez

M
onterrey.-
Compañeros, compañeros, un poco de silencio. Muchas gracias. Muchas gracias por su comprensión.

Es momento en que el proletariado del mundo, los obreros y los estudiantes unidos, tomemos las riendas de la historia. ¡Viva la revolución mexicana!

¡Viva Fidel, el Che, Zapata y Pancho Villa!

Si no es mucha molestia, vayan desalojando el camión, que lo vamos a incendiar.

Tomás Juan, primero marxista leninista, en su etapa en la prepa uno. Se dejó crecer la barba y se hizo base.

Ya en la Facultad de Filosofía y Letras pidió la caída de Basave de la dirección.

Se autodeclaró troskista. Rojo colorado, nada de centro, menos de derecha antagónica, rojo sangre. Comenzó a usar lentes y piocha existencialista.

Probó la mota, el sexo de izquierda, con las compañeras de la UNAM.

Nada lo agüitó, espíritu combativo, ni la purga del PSUM, el Partido Comunista, y el Partido Socialista de los Trabajadores.

Sobrevivió a los setentas exiliado en la URSS, preparándose como el cuadro más aventajado de su generación.

En los ochentas, ya casado con Irina, ucraniana idealizada por el carácter moreno de la piel, mantenía la esperanza de una nueva revolución.

Regresaron a México para establecerse en Monterrey, ya con las aguas serenadas.

Como lo tenían boletinado le resultó más que imposible conseguir trabajo.

Lo rescató Humberto, antiguo condiscípulo. Ni modo mano, hay que entrarle donde se pueda.

Lo nombraron secretario del secretario del Tribunal Superior de Justicia.

En la antesala, en su escritorio, por la parte baja, colocó la calca YO AMO A MAO.

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