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EL METODICON,
pensamientos o tan complejo como experimentar una repentina descarga emocional tras la cual no volvemos a ser los mismos. Para algunos, la simple idea de expresarse por escrito es intimidante, tanto que los hace desconfiar de su capacidad de comunicación. ¿Cuántas grandes ideas se habrán desperdiciado porque no se anotaron en la bitácora del tiempo? Fernando J. Elizondo Garza (Monterrey, N.L., 1954) se ha propuesto solucionar este endémico problema proponiendo, en El metodicón*, nada menos que catorce nuevos métodos para estimular la escritura. La idea es que la gente escoja uno o más de estos métodos y se ponga a escribir. Algunos son abiertamente humorísticos, como el método del piquete de ojos (que consiste en oprimirse los globos oculares para generar imágenes indefinidas y, a partir de ellas, escribir historias) o el de la escritura automática (esto es, escribir profusamente bajo el influjo de dos litros diarios de cierto brebaje no especificado). Otros métodos son ingeniosos, como el del tablero de anuncios (aquí se trata de ir seleccionando elementos de los avisos comerciales para conformar argumentos) o el de la pesadilla (o sea, aprovechar esos sueños inconvenientes para incrementar la producción artística). Hay también los métodos que excitan nuestra curiosidad, como el método de las luces (en el que la cantidad de luz, según sea de día o de noche, puede incentivar nuestra creatividad) o el de las relaciones ocultas (en el que hay que descubrir las relaciones numéricas y lingűísticas que existen entre las cosas y difundirlas a través de textos literarios). Estos y otros ocho métodos más (en los que se mezclan los géneros del cuento y el ensayo, escritos en un lenguaje directo y coloquial, con un enfoque muy original, nunca antes hecho en nuestro estado) esperan, ansiosos y temerarios, el juicio inapelable de usted, estimado lector. Se acabaron los pretextos para no escribir: El metodicón le dice cómo.
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