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SONETO DE ENCARCELAMIENTO
Tomás Corona
Solo, sentado en aquiescente silla,
dilapido las intangibles horas
en mi nostalgia, musa, te desfloras
y tu pasión me lleva hasta la orilla.
Pero aquí estoy, poeta en la buhardilla,
y tú a lo lejos cantas y rumoras,
harto en mi cerco, el tedio me devora,
tan lejos de la excelsa maravilla.
Llévame, no soporto este suplicio
quiero vivir, gozar, sentirme pleno,
escuchar de las calles el bullicio.
Llenas están mis venas de veneno,
soy del amor, apenas, un indicio,
pues preso estoy, anegado en el cieno.
Soneto de inconsciencia
El estado perfecto es la inconsciencia,
que escurra la manteca y la paciencia,
animales rayando en la demencia,
sin fe, sin corazón, en complacencia.
Lejos de la verdad y la sapiencia,
ignorar la razón y la elocuencia,
asnos dando de coces a la ciencia,
viviendo sólo así, con displicencia.
Que todo y nada sea de tu incumbencia,
que sea efímera y tosca tu presencia,
que ni para vivir tengas solvencia.
Que seas adorador de la violencia,
qué más da que sea negra tu conciencia,
ser o no ser, esa es la diferencia.
Soneto para salir del tedio
Hay que acabar con la pinche rutina,
agarrarse a chingazos con el tedio,
para vivir no queda otro remedio,
no hacer nada es vivir en la letrina.
Hay que matar a la puta flojera,
arrancarle los güevos al hastío,
quedarse quieto es morirse de frío,
es estar con las vísceras de fuera.
Si no te mueves el mundo no camina,
goza, sufre, fornica, busca un medio
para salir de la espantosa ruina.
Sin carne quedará tu calavera,
deja de vegetar, amigo mío,
haz añicos tu estúpida quimera.
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