OPINIONES DE UN PAYASO
PORRAS DESDE EL SUELO
Luis Valdez
Laura no pasaba de los veinte años. Iba con sus dos hermanas, mayores que ella (casi señoras) y un sobrinito. Nadie cuidaba demasiado de los otros. Tenían libertad para echar porras y zafarse lo suficiente hacia un puesto de elotes. Llegaron al centro como a las cinco de la tarde. Iban en un camión por la calle Arteaga pero la circulación se detuvo y de repente alguien gritó: ¡Allá van los carros alegóricos! Fue justo cuando todos los que traían playeras rayadas bajaron corriendo de los camiones y no se detuvieron hasta llegar a Pino Suárez.
Los choferes de los camiones, que antes se habían notado molestos por el tiempo que se detuvo el tránsito (más de media hora), comenzaron a sonar cada quien su cláxon a manera de festejo. La calle Arteaga se había convertido en una fiesta, en un carnaval, en mitote popular. Por la televisión los canales locales de TVAzteca y Multimedios pasaban en vivo las imágenes de la Explanada de los Héroes en la Macroplaza. Los de Multimedios repetían orgullosos la cantidad que Climaco había calculado desde el helicóptero: Casi 500 mil personas congregadas en la Macroplaza y calles aledañas. El conductor Juan Ramón Palacios no dejaba de alentar a la gente, desde el escenario montado en el Palacio de Gobierno para recibir a los jugadores del Monterrey, equipo campeón del Torneo de Futbol 2009. Todos esperaban a De Nigris y Suazo, jugadores que anotaron gol en la final llevada a cabo en el Defe.
Era el recibimiento para los héroes locales. Sin embargo, el camión que conducía a los jugadores no llegaba. Uno de los que iban delante era demasiado grande para pasar la valla humana que los organizadores habían planeado en coordinación con el Pentatlón: Jóvenes del Pentatlón marcando un límite entre los asistentes y los camiones. Una valla que resultaba frágil frente a miles de personas y camiones pesados. ¿Y qué sucedió cuando los resignados organizadores decidieron quitar a los jóvenes?
Sucedió que Laura, la menor de las tres hermanas, la que no pasaba de los veinte años de edad, se encontraba echando porras cuando fue empujada por los cientos de miles que estaban detrás de ella. Todos estaban emocionados. Ella se asustó un poco y luego gritó emocionada: Me llevan adelante.
Sí. La llevaron adelante y al suelo, de donde los organizadores sólo pudieron sacarla media hora después desmayada y con las ropas sucias. Y la pobre ni siquiera se pudo dar cuenta cuando estuvo a unos metros de las piernas de Aldo De Nigris. Al menos hay un par de fotos que sus hermanas tomaron desde un teléfono celular.
Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos:
¿Desea dar su opinión?
|