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964 4 Enero 2012

FRONTERA CRÓNICA
Propósitos de año nuevo
J. R. M. Ávila

M
onterrey.-
El primero de enero de 2012, Google propuso, mediante dibujos adheridos a su logo de Internet, algunos propósitos de año nuevo: aprender nuevos idiomas, hacer ejercicio, meditar, tocar un instrumento, leer libros y hacer limpieza.

Esto no hace más que constatar que cada año nos encuentra con bríos renovados para hacernos propósitos que van desde los que plantea Google hasta bajar tallas en la ropa, dejar de fumar o beber, ver menos televisión, llevarse mejor con la gente y muchos más. Ningún propósito está mal. Nadie se propone metas negativas. Nadie se propone leer, ayudar, ejercitarse o saber menos; ni engordar, fumar, beber, ensuciar o molestar más.

Desafortunadamente, los propósitos casi siempre quedan hechos sólo para el ámbito individual. Pocas veces decimos ahora sí voy a participar más para que mejore mi comunidad, a practicar la solidaridad con grupos vulnerables, a votar por un candidato que mejore las condiciones de pobreza en nuestro país (ojo: no para tener una mejor pobreza, sino para sacar de ella a tanta gente que la padece).

Alguien pensará que si no cumplimos los propósitos personales, mucho menos cumpliremos con los sociales, y no le resto razón. El caso es que los propósitos, así sean individuales, evidencian una voluntad de cambio. Tal vez no se cumplan, pero sí hay un compromiso de la persona que los plantea, aunque sea consigo misma.

Es probable que los propósitos individuales no lleguen a buen término porque no se comparten. ¿Qué tal si nos asociáramos con otras personas que se plantean el mismo propósito? ¿Qué tal si, por ejemplo, se hace una especie de acuerdo entre quienes quieren bajar de peso en compañía o quienes se proponen reunirse para hacer ejercicio?

Tal vez de eso se pasaría a propósitos sociales, a propósitos que beneficiaran a la sociedad en general. Tal vez me veo utópico, pero las grandes soluciones no pueden surgir de instituciones que sirven nada más a intereses creados y privilegian modelos de colaboración que sólo nos maniatan como sociedad.

No creo que emprender algo así sea descabellado. Si no, obsérvese a los grupos que se reúnen para andar en bicicleta por la ciudad, a quienes toman iniciativa para proteger al medio ambiente, a quienes apoyan causas que la mayoría de la gente supone perdidas. Si esto pudiera conseguirse, tal vez en poco tiempo los propósitos no quedarían incumplidos, como hasta ahora.

Parto de la idea de que hay gente que piensa como yo, y eso ya es un buen inicio. Probablemente haya quien piense que lo que aquí escribo no pasa de ser un despropósito. ¿Usted qué opina?

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La Quincena Nº92

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