Suscribete
983 31 Enero 2012

EL RINCÓN MARCIANO
Miedo a los oficios adultos
Luis Valdez

M
onterrey.-
Un niño admira más a un bombero que a un escritor. Pero teme a un policía. Sobre todo si el estúpido policía saca su pistola en pleno salón de clases.

Llegué a las nueve de la mañana al colegio de mi sobrina y luego de unos minutos en la sala de espera, viene la directora:

─ ¿Usted es el papá de…?
─ Vengo con Marisa, mi sobrina.
─ Ah, el tío… viene del oficio de…
─ Escritor.
─ Ah, bueno, es que estamos esperando al bombero, que viene atrasado. Con razón se me hacía raro no verle en uniforme.
─ Los escritores no usamos uniforme –me apresuré a contestar.

Ella me observa y en sus siguientes palabras espero lo peor.

─ En todo caso, señor, estamos esperando al bombero que va a venir en uniforme. A usted lo apuntamos para las once de la mañana. No se apure. La entrevista a usted sólo durará media hora.

Por supuesto: el bombero viene atrasado porque está lloviendo. Puede ser que en los días de lluvia ellos estén muy pero muy ocupados, como para llegar tarde al colegio de su propia hija. En cambio, a mi parecer los escritores estamos en desventaja de popularidad frente a los bomberos.

Dejé mi traje de beatnik en casa. Es lo más parecido a un disfraz de escritor. Si usara sacos con coderas de piel, parecería un escritor invitado en alguna universidad estadunidense o de la Ibero. Pero no soy ni lo uno ni lo otro. Soy un escritor de Monterrey que pidió permiso en la librería donde trabaja, para poder ir a plantar la cara frente a cincuenta niños que no tienen ni idea de qué preguntarle a alguien que escribe.

Un bombero apaga fuegos, baja gatos de los árboles y baila de manera erótica a las damas (seguro por eso la preferencia de la maestra). Incluso se toman fotografías para calendarios.

Las once de la mañana: la maestra por fin me hace pasar al salón de clases. Le pregunto a una maestra veinte años más joven de qué otras profesiones han venido a entrevistas.

─ Un maestro de primaria…

Le iba a preguntar si algún sacerdote o, para no verme tan provocador, un ministro de algún culto.

─ ¿De qué otras?
─ Pues… ayer vino un policía. Sí, pero a los niños les dio miedo.
─ ¿Y por qué? Los policías son buenos ante los ojos de los niños. Son como los bomberos y los doctores.
─ Es que le preguntaron si usaba armas en su trabajo y, creo que era de reciente ingreso. Se emocionó con la pregunta y sacó su arma.
─ ¿Su pistola?
─ Y nos explicó que para disparar primero tenía que cortar cartucho y no sé qué…

Me causó gracia sólo de imaginar al tipo emocionado como un niño mientras los demás comenzaban a llorar.

Al finalizar la entrevista, los niños me regalaron un paquete de galletas con chispas de chocolate y un jugo de naranja.

Me pregunto si al policía infantil o al bombero stripper, o al maestro (aburrido), les regalaron algo parecido.

A mí me fue bien: me gusta el jugo de naranja.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

La Quincena Nº92

Colegio Civil

SADE

15diario.com