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983 31 Enero 2012

COTIDIANAS
En busca de la aniquilación
Margarita Hernández Contreras

D
allas, Texas.-
El terrible libro que terminé hace poco de leer trata sobre una mujer por años imposibilitada de resistir el impulso de destruirse a sí misma. Su historia comienza cuando a los nueves años, estando tirada en el piso de su casa viendo la tele y rascando a su perro con los dedos de sus pies descalzos y comiendo fritos, se levantó y sin saber por qué se metió al baño, introdujo dos de sus dedos a la boca y vomitó.

Así empezó un temible viaje al oscuro y pernicioso mundo de la bulimia y la anorexia bajo cuyo yugo se hizo adulta y terminó hospitalizada seis veces, con daño incalculable a su cuerpo y fluctuaciones de peso bajo tocando fondo cuando llegó a pesar apenas 23 kilos (52 libras) ya siendo una joven adulta.

Escrito en 1998, Wasted: A Memoir of Anorexia and Bulimia, Marya Hornbacher (1974) habla con sensibilidad y conocimiento de causa de este terrible mal que aqueja sobre todo (pero no exclusivamente) a mujeres. A todas luces se ve que Hornbacher es una mujer sumamente inteligente y culta, que supo, a pesar de su enfermedad, sobresalir académica e intelectualmente, ya que a lo largo de su vida estudiantil recibió un sinnúmero de becas, distinciones y premios académicos.

Las preguntas son muchas: ¿Qué factores precipitan estas enfermedades? ¿Hay alguna predisposición genética? Si un porcentaje considerable de seres humanos está insatisfecho con su cuerpo, ¿cuáles son los que llegan a la anorexia nerviosa y a la bulimia? ¿Cómo se cura, o es como el alcoholismo que uno nunca deja de serlo y que sólo puede aspirar a la abstinencia? ¿Cómo es posible que una mujer que pesa 36 kilos (80 libras) se vea en el espejo y se odie y se jure obesa?

El caso es que Marya nos permite asomarnos a este mundo que no es tan inusual como uno quisiera. Sus memorias no son cosa fácil de leer: es un libro en el que los pasajes duros y dolorosos se imponen, en el que vemos a una Marya caer en una espiral sin fin que la lleva lejos de la realidad y la va borrando poco a poco, tras días de no comer nada o episodios de imposibles ingestas seguidos de vómitos, laxantes, ejercicios y ayunos. Corren así sus años de niña de nueve años hasta entrada a los veinte, cuando escribe su experiencia como sobreviviente incierta.

Si bien es difícil explicar la etiología o la causa de estos desórdenes alimentarios, hay un cuadro claro sintomático que ayuda a diagnosticarlos. En el caso de la anorexia, por ejemplo, la persona se resiste a mantener un peso propio a su edad y estatura; las niñas o jovencitas no comienzan a menstruar a una edad apropiada y en general la pubertad se ve demorada en ambos sexos; en las adolescentes y mujeres adultas cesa la menstruación; la persona minimiza y niega el peligro del peso bajo; hay una aversión total a engordar o a aumentar de peso aunque su peso sea alarmantemente bajo; la imagen que tiene de sí misma es de que está gorda a pesar de estar esquelética.

Emocionalmente, los individuos anoréxicos sufren depresión, irritabilidad y conductas bizarras como dividir los alimentos en buenos/seguros y malos/peligrosos.

La contraparte de la anorexia es la bulimia, que se caracteriza esencialmente por un ciclo de tres fases. La persona teme engordar y se pone en una dieta exageradamente restrictiva que la mantiene siempre con hambre. La segunda fase es la pérdida del control y la sumisión a la necesidad de comer. En esta fase la persona vive episodios de comilonas y atracones donde consume cantidades enormes de comida, generalmente la que se abstuvo de comer durante la dieta. La tercera fase es el buscar los métodos para que el cuerpo no asimile los nutrientes ingeridos provocándose el vómito, tomando laxantes y haciendo ejercicio excesivo. Su autoestima está directamente vinculada con el ser delgada. Otras conductas como el abuso del alcohol y otras drogas, así como la promiscuidad también forman parte de los síntomas bulímicos.

El daño al cuerpo es desastroso. Los anoréxicos sufren de baja presión arterial; hay un elevado riesgo de falla cardiaca; las uñas y el cabello crecen quebradizos; la piel se seca y se vuelve amarilla y desarrolla un pelambre suave que llaman lanugo. En los bulímicos, el ácido del vómito puede desgastar la capa exterior de la dentadura e inflamar y dañar el esófago.

Esta lista de síntomas los tuvo Marya y los describe tan detalladamente que es imposible no verla prisionera de este mundo que pocos comprenden y en el que, además, muy pocos pueden ayudar. Esta lista de estragos a la salud y al cuerpo los sufre hoy día Marya que después de escribir el libro tuvo una nueva recaída hasta llegar al intento de suicidio para volver a salir a flote. Escribió una novela The Center of Winter (2005, Harper Collins) que fue muy bien recibida por la crítica. Vive en Minneapolis.

Guadalajareña, vive en el área de Dallas. Es traductora profesional del inglés al español.
margarita.hernandez@tx.rr.com.

 

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La Quincena Nº92

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