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2243 30 Noviembre 2016

 



Facebook: el jardín de las mentiras sin castigo
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Se dice que los principales culpables de la victoria de Donald Trump fueron los medios masivos convencionales y las erráticas encuestas. Falta añadir a la pira de los excomulgados a Facebook.

Las redes sociales no son más que la realidad aumentada de los seres humanos. Debilidades y flaquezas, simpatías y diferencias se mantienen en Twitter o Instagram; medios alternos que simplemente aumentan exponencialmente nuestros vicios o virtudes.

En Facebook se dieron como ciertas muchas noticias absurdas o exageradas. Su algoritmo prioriza las notas más compartidas antes que las comprobables. Durante la campaña presidencial (otra manera de referirse al pleito callejero entre Trump y la señora Clinton) la red de Mark Zuckerberg se volvió campo minado: había que andarse con cuidado al leer cualquier post o meme político.

Era común leer cómo todas las campañas de protesta en contra de Trump se orquestaban desde el gobierno de Obama: caravanas interminables de autobuses plantaban hordas de protestantes bien pagados en contra del candidato republicano frente a las Torres Trump o el Capitolio. Por supuesto, fue una vil mentira: los autobuses de acarreados eran en realidad camiones escolares. Pero la difamación se volvió trending topic. La falsedad funcionó y tuvo millones de despistados seguidores.

Otra falacia fue difundir fotos de la señora Clinton en su lecho de muerte, desahuciada y conectada artificialmente a un ventilador. La sustituía en los mítines y debates una imitadora perfecta. Sin duda, la esposa de Bill no ganaría a su edad una medalla ni siquiera en los Juegos Paralímpicos, pero sí sufre los achaques propios de los setentones (mientras no te llames Abraham Nuncio, que tiene salud de gladiador romano). Sin embargo, la calumnia circuló masivamente en Facebook.

Las exageraciones, insultos y ponzoña escrita no tuvieron precedente en otra campaña presidencial. Facebook se convirtió políticamente en el circo de los horrores. Y este escenario demencial lo capitalizó Donald Trump, acostumbrado a ser el payaso de las bofetadas en cuanto concurso de Miss Universo o lucha WWE tuviera a mano.

Si tomamos en cuenta que 44 por ciento de los norteamericanos cree al pie de la letra cualquier noticia posteada en Facebook (según estudios de la Pew Research Center), se entenderá por qué la era Trump comienza a ser bautizada como the post-truth: la era posterior a la veracidad. Tanto así, que ya Facebook anunció que “no volverá a aceptar publicidad de apps o páginas que contengan contenido ilegal o engañoso”. Una manera tan amable como estúpida de tirar el agua de la bañera, después de ahogado el niño.

 

 

15diario.com