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2243 30 Noviembre 2016

 



Fidel
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- En una reunión con personal educativo del Estado de Tlaxcala, un funcionario diplomático cubano que contaba con dos doctorados explicaba los avances educativos de su país. La primera pregunta que le hicieron fue: ¿Cuánto gana? –Gano menos que ustedes y tengo dos doctorados. La diferencia es que a mí no me cuesta nada, ni me costó la carrera de medicina de mi hija.

De ahí el diplomático explicó la forma en que los cubanos evalúan a sus maestros y la forma como corrigen las fallas; y lanzó la frase lapidaria:

–A los malos maestros no hay sindicato que los salve.

En Cuba la educación se la toman en serio, igual que la salud, y cualquiera diría, para eso está el gobierno y tendría razón. ¿Acaso compensaron con calidad de vida la falta de libertad?

La revolución cubana es materia que destapa pasiones y Fidel enferma a la derecha; tal vez por esa aura de invencibilidad, ya que la todopoderosa CIA no pudo con él.

Como todas las dictaduras, aunque sea del proletariado, también esta afectó las libertades. Ese es el dilema del socialismo: debiendo ser libertario, consolidó élites políticas anti democráticas y sistemas policíacos, que no se diferencian mucho de los países capitalistas, aunque en éstos la opresión ciudadana es más sofisticada. Interesante que Fidel dejó el poder formal 10 años antes de morir.

Los cubanos crearon un sistema con satisfactores sociales que no alcanzan los países capitalistas.

Analizar a Cuba debe hacerse forzosamente considerando en primer lugar el bloqueo estadounidense.

Cuba rompió el equilibrio bilateral; para equilibrar el acoso estadounidense se alineó a la URSS, convirtiéndose en satélite en el patio trasero de su principal enemigo; y aunque Estados Unidos hizo lo mismo con Turquía, a la URSS no se le ocurrió bloquearlo, tal vez porque el bloqueo hubiera tenido poco impacto.

Los cubanos, a la luz del embargo, tuvieron logros espectaculares. Montaron un sistema de salud envidiable y alcanzan indicadores de educación que ponen muy detrás a Estados Unidos. El igualitarismo llega a tener buen impacto.

Aunque se suprimieron las libertades, no se tendió un cerco de silencio sobre toda la sociedad cubana. He visto películas recientes con una crítica política incisiva y muy profunda.

La isla llegó a convertirse en cárcel para muchos, como lo es la jaula de oro de millones de mexicanos en Estados Un idos; en cambio, se abrió con grandes actos de solidaridad en África, muchos movimientos de liberación y asistió a muchos países en sus programas de salud y de alfabetización.

Estados Unidos tira gobiernos y entrena dictadores que arrasan con su población, bajo la cruzada anti comunista (Pinochet no se olvida).

La revolución no la hizo Fidel sólo. Ni estabilizó al país sólo. Tampoco sólo se enfrentó a Estados Unidos o sobrevivió los atentados de la CIA.

Para la historia, el líder es el que se ve, porque figurativamente marca el camino y pone el ejemplo.

No es hombre totalmente virtuoso y cometió muchos errores, así como el régimen cometió excesos. Me costaría trabajo pensar que todo lo hizo con un criterio de perversidad o que se “despertaba pensando cómo joder” a los cubanos. Creo que asumió que tenía varias tareas aunque no las haya cumplido a cabalidad:

* Hacer la revolución, crear una nueva sociedad y un nuevo hombre.

* Ser la punta de lanza contra el imperialismo y enfrentar el bloque de la primer potencia del mundo, que asumía como tarea fundamental aplastar al enano caribeño que se atrevió a enfrentársele.

Sin duda que el poder y más el dictatorial conlleva desviaciones, especialmente riesgoso es asumir esa visión grandiosa que adquieren muchos líderes políticos y que están en la palestra, especialmente cuando saben que son líderes mundiales y que son tomados como ejemplo por muchos; saben bien que sus rasgos negativos serán proyectados por muchos otros.

Lástima para la derecha, porque Cuba no se derrumbará ni siquiera con el rijoso de Trump. Tuve la oportunidad de platicar en Cuba con un cuadro joven del Partido Comunista; me quedó claro que la continuidad del proyecto no quedaba al azar; tal vez por eso Fidel se fue a casa con la confianza de que el régimen quedaba en manos confiables: el grupo que hizo la revolución.

La era pos Fidel tendrá que dar el salto generacional con dos retos: aumentar la calidad de vida de la población y no permitir que la desigualdad carcoma a la sociedad. Esto no lo ha logrado nadie, ni chinos ni soviéticos. Estará por verse si la revolución cubana puede resolver este reto.

 

 

15diario.com