El verbo dicaz

 

 

 

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A la carta

 

Samuel Schmidt

 

Asael Sepúlveda

 

Ricardo Martínez

 

Tomás Corona

Otra vez Oaxaca

 

Alfonso Teja

 

·        Fueron asesinadas dos locutoras jóvenes de la Radio Trique

·        Es una estación comunitaria, “la voz que rompe el silencio”

·        Su muerte se suma a la de otros tres dirigentes indígenas

 

Un nuevo atentado, absurdo y estúpido como todos los atentados, sembró muerte y dolor el lunes pasado, otra vez, en el estado de Oaxaca. En pleno mediodía, cerca de Llano Juárez, Juxtlahuaca, sufrieron una emboscada y fueron asesinadas Teresa Bautista Merino y Felicitas Martínez Sánchez. Ellas eran dos jóvenes locutoras, de 22 y 24 años respectivamente, que trabajaban en La Radio Trique”, estación de radio comunitaria, que opera desde enero del 2007 bajo el lema: “La voz que rompe el silencio”.

 

Los hechos ocurrieron sobre la carretera estatal 125, que se extiende en el extremo poniente de Oaxaca, estado que se distingue por su complicada orografía. Pero si la parte física es difícil, la social lo es aún más. La región mixteca oaxaqueña es una de las más pobres del país y arrastra una explosiva situación derivada del choque de culturas y situaciones de poder, con una larga lista de abusos e impunidad, todo sin solución cercana. Los medios locales suman, a los de Teresa y Felícitas, los asesinatos de otros tres dirigentes indígenas cometidos recientemente. También dan cuenta de la desaparición de otras personas, así como una lista aparte con los nombres de decenas de detenidos injustamente.

 

Las sospechas sobre la responsabilidad del atentado se extienden en líneas diversas. En la zona de San Juan Copala, lugar del atentado, se ha denunciado repetidamente la actuación de una banda de pistoleros ligada al partido Unidad Popular y al gobernador Ulises Ruiz. También es evidente la resistencia a la incipiente autonomía trique. Y aun cuando no muchos se atreven a decirlo en público, se sabe que el trabajo femenino es mal visto por algunos triques fundamentalistas, muy apegados a sus usos y costumbres, que discriminan gravemente a las mujeres.

 

Lo más lamentable, tristemente, son los hechos. Y el atentado que costó la vida a Teresa Bautista Merino y Felícitas Martínez Sánchez no debe quedar impune; porque es un atentado contra la libertad de expresión y el trabajo honrado; porque es un atentado contra las mujeres; porque es un atentado contra las minorías étnicas; porque es un atentado contra los medios de comunicación; porque es un atentado contra la vida; debemos exigir el alto a la impunidad a las autoridades de Oaxaca y el esclarecimiento rápido de este crimen.

 

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