• La recesión económica no toca las puertas, ya está en todo su esplendor
• Los consumidores no tienen confianza, pese al optimismo mediático

Escribir de violencia, ejecuciones, decapitaciones, secuestros es lo que deja ganancias suculentas a los medios informativos. Hacerlo de la marcha de la economía no tiene mucho atractivo porque, dicen los mercadólogos de los periódicos impresos y electrónicas, la gente no la entiende. Pero esto es un sofisma. La gente está más preocupada, angustiada, ansiosa por su seguridad económica, por mantenerse y mantener a la familia, que por la violencia sanguinaria del narcotráfico. Los padres de familia en su gran mayoría – no me refiero a quienes tienen una cierta capacidad de compra y menos de quienes viven en las nubes de la abundancia, el consumo suntuario y el derroche. Me refiero a las clases medias, a los trabajadores y mayormente a la infinidad de subocupados y desempleados que viven con el Jesús en la boca, pensando qué van a comer hoy, con qué comprarán los medicamentos de un miembro de la familia enfermo, cómo pagarán las deudas atrasadas.
Los econometristas de las instituciones de regulación financiera y monetaria, o los que se encargan de hacer las mediciones de los tales índices, tanto en la Secretaría de Hacienda como en el Banco de México, o en el Instituto de Estadística, Geografía e Informática, son optimistas, porque ellos no van al supermercado y menos a los mercados públicos y mucho menos a los mercados callejeros, que son en realidad los medios para medir el comportamiento de la economía real, del comportamiento de la carestía de los productos y servicios, lo que los tales econometristas llaman índices de precios al productor, o al consumidor, o de la confianza de los consumidores.
Los mercados venden sus productos sólo a quienes pueden pagar los precios a los que están etiquetados. Los mercados públicos están en crisis y los callejeros, llamados antaño "mercados sobre ruedas" y en la antigüedad india, "tianguis" (en náhuatl, mercado o plaza) generalmente están desanimados. Son tiempos en que las amas de casa sólo van a comprar lo indispensable, lo que no está caro. Y ni qué penar que puedan comprar pescados o carnes, o fruta. Se conforman con algún tipo de verduras como las calabacitas, o las zanahorias, o los frijoles y el arroz, o la comida de los pobres, las lentejas.
Con todo, las mediciones oficiales no pueden ocultar toda la realidad. Por ejemplo, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), que elaboran de manera conjunta el INEGI y el Banco de México, resultó de 84.1 puntos (de acuerdo con los parámetros de enero de 2003=100) en diciembre de 2008. Dicho nivel descendió 20.4% en comparación al registrado en diciembre de 2007, cuando se situó en 105.6 puntos. El descenso anual que presentó el ICC durante el último mes de 2008 se originó por disminuciones de los cinco componentes parciales que lo integran (y aquí me van a perdonar, pero el lenguaje de los analistas es críptico y de difícil, sino es que de imposible manera de traducirlos al lenguaje normal: Pero no somos tan torpes como para no intuir lo que quiere decir, por ejemplo, que el Comportamiento de Cifras desestacionalizadas ( A ver si me explico: La componente estacional, que contiene oscilaciones intra anuales alrededor de la tendencia, que se repiten de manera muy similar en el mismo mes o en el mismo trimestre de cada año. Estas oscilaciones son generalmente causadas por cuatro factores principales: el clima, la composición del calendario - días hábiles y fiestas móviles -, la toma de decisiones y las expectativas) muestra que el Índice de Confianza del Consumidor reportó en diciembre pasado una variación de (-) 1.98% - porcentaje negativo; o sea, a la baja - respecto al nivel del mes precedente, y que tal comportamiento se produjo por reducciones mensuales de sus cinco componentes.
El Índice de Confianza del Consumidor lo calculan los expertos en base a cinco indicadores que llaman parciales: dos de estos recogen las opiniones sobre la situación económica actual y esperada del hogar de los entrevistados; otros dos indicadores captan las percepciones sobre la situación económica presente y futura del país, y el quinto evalúa la visión de los consumidores acerca de qué tan propicio es el momento actual para la adquisición de bienes de consumo duradero. En este contexto, la caída que registró en diciembre de 2008 el Índice de Confianza del Consumidor, frente a su nivel en igual mes de 2007, tuvo su origen en disminuciones anuales de sus cinco componentes. En palabras cristianas todo el mundo ve un horizonte con nubarrones negros que presagian tormenta o un tsunami económico que arrasará con todo: paro en los procesos productivos, desempleo creciente, pobreza extrema, que ni el mejor acuerdo nacional para proteger a las familias podrá siquiera paliar.
Para efectuar un análisis más completo de la evolución del ICC y de sus componentes parciales los economistas consideran los datos desestacionalizados. En este marco de referencia, cabe señalar que en el último mes de 2008, el ICC disminuyó (-) 1.98% respecto al nivel que había observado en el mes previo. La variación del ICC a tasa mensual y con datos desestacionalizados en diciembre pasado se derivó de caídas de sus cinco indicadores parciales. En efecto, el indicador que hace mención a la situación económica de los integrantes del hogar en el momento actual frente a la que tenían hace doce meses se redujo (-) 1.99% en comparación con su nivel en el mes precedente; el que hace referencia a la situación económica que se espera para los miembros del hogar dentro de doce meses respecto a la que registran en el momento actual descendió (-) 1.20%; el que evalúa la situación económica del país hoy en día, comparada con la que prevaleció hace doce meses, decreció (-) 1.39%; el que recoge las expectativas sobre la condición económica del país dentro de un año, respecto a la situación actual, fue inferior en (-) 2.43%, y el que capta las posibilidades en el momento actual por parte de los integrantes del hogar, comparado con el de hace un año, para efectuar compras de bienes durables, tales como muebles, televisor, lavadora u otros aparatos electrodomésticos retrocedió (-) 4.30% a tasa mensual.
En fin, sólo una narración críptica para decir que estamos jodidos. Y que aún no viene lo "pior", que veremos en los próximos meses, si es que amanecemos mañana, porque la única certidumbre que del futuro tenemos es que hemos de morir, y morir no es malo, sino un brinco para olvidarnos de las desestacionalidades y de los altibajos de la economía y las sangrientas y mortales confrontaciones entre policías y ladrones.

Minería: herencia diabólica

• Comunidades indígenas ganan juicio contra minería… en Australia
• En Chiapas, compañías trasnacionales comienzan la destrucción

Un grupo de aborígenes de la región septentrional de Australia ganó hoy el juicio contra la ampliación de una mina de zinc propiedad de la suiza Xstrata en su territorio, informó la agencia australiana de noticias AAP. El Tribunal Federal de Australia falló a favor de una apelación presentada por los aborígenes Yanyuwa de Borroloola (Territorio del Norte de Australia) contra el Gobierno australiano por aprobar hace años el crecimiento del yacimiento del río McArthur, situado en las inmediaciones del Golfo de Carpentaria, del que extrae zinc la empresa australiana Xstrata. El Consejo de las Tierras del Norte, órgano representativo de los aborígenes en la región, demanda a Xstrata que repare los daños de la expansión de la mina y devuelva el río, desviado a lo largo de unos seis kilómetros, a su antiguo cauce. Los dueños ancestrales del lugar pidieron también a la minera que recupere el río para uso de los niños de la comunidad aborigen.
El Tribunal Federal decidió en agosto de 2008 que el proceso seguido por el Gobierno de Howard para aprobar el proyecto era válido. Sin embargo, el Consejo de las Tierras del Norte presentó una apelación contra Ian Campbell, ex ministro de Medioambiente del Gobierno de John Howard, y hoy el mismo tribunal le ha dado la razón. Un grupo de indígenas Yanyuwa estuvo presente en la vista del viernes y estalló en aplausos y sollozos al escuchar la decisión judicial. El Tribunal Supremo de Darwin ya falló a favor de los Yanyuwa en el caso contra el entonces responsable regional de la minería, Chris Natt, el año pasado. El Supremo dictaminó que el Gobierno del Territorio del Norte no siguió los trámites adecuados e ignoró los reglamentos de protección del medioambiente, al aprobar en octubre de 2006 el plan para hacer de la mina del río McArthur una explotación abierta. El proyecto de la empresa McArthur River Mining (MRM), subsidiaria de Xstrata, estaba valorado en unos 110 millones de dólares australianos (unos 75 millones de dólares estadounidenses al cambio de hoy).
En cambio, en la región de la Sierra Madre de Chiapas, se da una lucha de resistencia que parece sin sentido por la defensa de la naturaleza original de esa zona limítrofe con Guatemala, en donde también los indios están luchando para defender sus territorios pues ambos gobiernos, en de México y el de Guatemala, han autorizado a empresas transnacionales mineras, no traen desarrollo, ni empleos, ni beneficios de ningún tipo a los pueblos, sino un saqueo vergonzoso de sus recursos naturales. Recientemente, un grupo numerosos de organizaciones indias chiapenses y guatemaltecas denunciaron que tales empresas, en forma salvaje sólo traen daños graves a la salud de la población, así como una contaminación irreversible de ríos, lagos, pozos, aguas subterráneas, tierras y aire, debido al uso diario de muchas toneladas de diferentes explosivos y sustancias tóxicas altamente peligrosas.
La mayoría de los lugares en donde pretenden realizar actividad minera está en las montañas y sierras, donde nacen los ríos y acuíferos que serán gravemente envenenados con diferentes sustancias tóxicas. Al usar millones de litros diarios de agua, las minas constituyen una seria amenaza para la conservación de las reservas de agua subterránea y corriente, sin las cuales no pueblos y comunidades no pueden vivir. Las empresas mineras, además, provocan división y conflictos sociales en las comunidades, así como corrupción de personas y autoridades de distintos niveles. Los pocos empleos que generan no alcanzan para todos y además se trata de trabajos muy peligrosos, temporales y de algo riesgo.
Tales empresas transnacionales amenazan y aplastan con su devastación minera en ambos países, al amparo de la complicidad de los gobiernos en ambos países.
Además, utilizan cualquier pretexto o fabrican acciones violentas con el fin de justificar una militarización de las zonas con recursos mineros para ejercer el control social que necesitan las transnacionales para su actividad minera. Estas políticas van acompañadas de la criminalización de las luchas de los pueblos, que defienden sus derechos, vidas y territorios. La ocupación militar de pueblos y comunidades significa atropellos constantes a sus derechos humanos, violación sexual de mujeres e introducción de diversos vicios y prostitución.
La verdad sea dicha, como lo han advertido los propios afectados, los gobiernos de México y Guatemala no tienen derecho a concesionar ni vender sus recursos naturales, ni tampoco todo lo que les afecta como pueblos. El gobierno federal mexicano y el estatal de Chiapas están haciendo una utilización infame de las desgracias humanas sucedidas con el huracán Stan en 2005, para decretar que las comunidades de la Sierra Madre de Chiapas están en "zona de alto riesgo" y deben ser reubicadas en las llamadas "Ciudades Rurales". Esto es una maniobra perversa para sacar a la gente de las zonas con riquezas mineras, para entregárselas a las transnacionales. El enorme caudal de dólares que saquearán de esas tierras, comparado con el poquísimo beneficio que pueden traerle a los dos países, podría ser equivalente a entregar el oro por un puñado de espejitos. Sin embargo, como lo han denunciado los pobladores de esa zona del suroriente mexicano, ni siquiera eso les dejará, ya que resultan mucho más costosos los terribles daños a la salud de la población, la devastación ambiental irreversible, el deterioro de la tierra como medio de producción campesina, la desestructuración cultural y los conflictos sociales que provocan.
Recientemente, organizaciones defensoras de derechos humanos de la región rechazaron los planes y políticas actuales y futuros, que pretenden despojar a las comunidades de sus recursos naturales, así como someterlas a mega proyectos como el Plan Puebla-Panamá (PPP), ahora mal llamado "Proyecto Mesoamericano". Declararon lesivas para sus pueblos y países las licencias de minería a cielo abierto, autorizadas ilegalmente en sus territorios, y exigir su cancelación, e hicieron un llamado a todos los pueblos y comunidades, a reconstruir el tejido social para fortalecer la unidad y solidaridad como valores que les den la suficiente energía y fuerza para enfrentar esta amenaza global, a la que debe dársele una respuesta global, sin fronteras.

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