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natititEl Gobernador constitucional de Nuevo León, José Natividad González Parás, presentó este texto en el marco de "México ante la crisis", realizado en San Lázaro, ante diputados, senadores, académicos, empresarios y líderes sindicales

mxcrisisMuchas gracias, señores presidentes de las Mesas Directivas y de las Juntas de Coordinación Política del Senado de la República y de la Cámara de Diputados.
Muy estimado Rolando Cordera, compañera y compañeros panelistas, muy distinguidos invitados a este foro, señoras y señores. Sean mis primeras palabras para reconocer esta oportuna iniciativa del Poder Legislativo federal para, en un marco plural, abierto, abrir un espacio para escuchar los planteamientos y las ideas de todos, para enfrentar un momento crítico en la vida de la nación.
Creo que es algo muy importante, significativo y que puede contribuir a que todos vayamos de la mano a resolver un problema que nos afecta a todos. También agradezco, como gobernador del estado de Nuevo León y como presidente de la Conferencia de Gobernadores, que se brinde un espacio a los gobernadores de las entidades federativas, para dar a conocer también nuestros puntos de vista sobre este delicado y grave problema por el que atraviesa la nación.
Hay cosas que han cambiado en el mundo, y una de éstas es que el mundo se globalizó; las fronteras se abrieron, los capitales fluyen ahora por encima de estas fronteras buscando mercados y ventajas comparativas para producir, y la globalización que llegó para quedarse es ahora una constante de la vida de las naciones.
Con la globalización hubo vientos favorables para muchas economías del mundo, algunas, como las asiáticas o las europeas las aprovecharon ampliamente y pudieron vivir procesos de crecimiento acelerados grandes; otras, como la nuestra, lo aprovecharon menos pero vivieron también crecimiento económico. México en estos últimos 5 o 6 años ha crecido a tasas de crecimiento de 3 por ciento y Estados Unidos ha crecido a tasas de crecimiento de 2.6 por ciento.
La globalización vinculó más a algunos países como sucede con México y Estados Unidos con el Tratado de Libre Comercio, y lo que suceda en Estados Unidos y en el resto del mundo afecta particularmente a México.
También hubo incremento del ingreso per cápita de los empleos en el país y en algunas entidades federativas como la nuestra vivimos fenómenos inéditos de crecimiento económico. Nuevo León creció a tasas sostenidas de 5 por ciento anual; durante cinco años recibimos una enorme inversión extranjera; creció nuestro ingreso per cápita a más de 20 mil dólares y en los últimos cinco años se generaron alrededor de 250 mil empleos.
Hoy, la globalización nos trae vientos desfavorables a todos. El Banco de México habla de la caída del PIB en México, entre un .8 y 1.8 por ciento, es decir, habrá un decrecimiento económico y una pérdida aproximada, se estima, entre 200 y 350 mil empleos. Y para Estados Unidos se pronostica un crecimiento, o decrecimiento, de -1.6 por ciento, lo cual obviamente va a afectar también a nuestra economía.
Hay ya desempleo. La crisis ya llegó y empezamos a ver sus primeros efectos: En el último trimestre de 2008 se perdieron 378 mil empleos. En los estados del norte de la república la pérdida de empleos fue mayor. Todos los estados del norte, con excepción de Nuevo León, que tuvo números positivos de alrededor de 14 mil empleos, los datos fueron negativos y van desde 5 mil empleos perdidos al año en Baja California, hasta 56 mil empleos en Chihuahua.
El escenario se ve muy desalentador. Hay una franca recesión en el sector automotriz, en el de electrodomésticos, se están afectando las empresas exportadoras, el comercio empieza a tener problemas. Se han detenido los proyectos productivos, el crédito está encarecido y aparece en todas las conversaciones la palabra y el fenómeno de "la crisis"; una crisis que viene de afuera, que es inédita; una crisis global que se da en las esferas internacionales, nacional y también en nuestras entidades federativas, y por ende, una de las prioridades fundamentales de los gobernantes es enfrentar esta crisis.
En el ámbito global todavía con un grado alto de incertidumbre y de falta de alineación de objetivos se despierta una esperanza con la llegada al gobierno de Estados Unidos, del presidente Obama.
En el ámbito nacional, el gobierno de la república reacciona con oportunidad anunciando que habrá inversiones extraordinarias récords en infraestructura. Y en las entidades federativas también, aun sin tener con mucha claridad el escenario en el ámbito global y nacional, establecimos consejos o mesas de trabajo para ver cómo íbamos a enfrentar ante esta asechanza: la crisis.
Nos queda muy claro que en las crisis es el Estado y no tanto el mercado quien debe asumir el protagonismo fundamental. Es el gobierno, sin excesos, como sucedió en la crisis de 1929, el gobierno debe asumir un liderazgo para que a partir de su iniciativa y de sus recursos, también se sumen todos los sectores de la comunidad.
No se necesita ser economista para saber cuáles son algunas de las medidas fundamentales para enfrentar la crisis. Entre otras son tres: inyectar rápidamente recursos económicos a los ciclos de la economía nacional y local; el apoyar a los desempleados, y el fortalecer la economía familiar, particularmente la economía de los grupos populares y campesinos que menos tienen. Además de otras acciones concertadas entre los sectores productivos y los gobiernos del país.
También se requiere que las acciones se ordenen, se alineen. Debe haber acuerdos, debe haber planes. Ha aparecido ya un primer plan general, un primer acuerdo general que no es suficiente para seguir avanzando.
El gobierno de la república, como lo señalaba, adelantó el compromiso de hacer inversiones históricas en infraestructura. Habló de reducir y congelar tarifas y precios de gasolinas, de ampliar la cobertura de los servicios del Seguro Social a los desempleados, de programas de preservación del empleo para poder propiciar con apoyo económico directo paros técnicos. Habló de financiar más a las Pymes. Habló de apoyar a la economía familiar.
En los niveles estatales de gobierno, además de participar en el acuerdo general con algunos compromisos, también muy generales, hemos empezado a integrar mecanismos y a elaborar programas estatales. Entre ellos, fondos adicionales con esfuerzos estatales para sumarlos a las crisis.
Hay entidades federativas, como la del gobierno del Distrito Federal, el Estado de México, Jalisco, Sinaloa, Puebla, Querétaro, Tamaulipas, Zacatecas y Nuevo León, entre otros, que ya están armando programas para sumarse a este esfuerzo concertado nacional.
En Nuevo León tuvimos la primera reunión en octubre. El primer acuerdo en noviembre y recientemente anunciamos la creación de un fondo adicional con recortes a las remuneraciones de los directivos de la administración pública con ahorros, con la revisión de prioridades del gasto corriente y el gasto de inversión para sumar más recursos para apoyar a los desempleados y para fortalecer a la economía, particularmente apoyando con tarifas congeladas, con reducción de los impuestos locales, incluyendo los impuestos sobre nómina a aquéllos que realicen actividades productivas y con más inversión para las economías familiares.
Estamos trabajando así, pero creemos que es necesario un esfuerzo adicional para alinearnos todos y por eso este foro tiene un valor muy importante, porque necesitamos, en el curso de las próximas semanas, poder integrar los compromisos y actuar en consecuencia sectores productivos y gobiernos.
Hemos conversado con los señores gobernadores para traer a este foro una serie de planteamientos específicos para resolver y atemperar los efectos de la crisis.
Aquí ponemos a su consideración algunos, particularmente a quienes representan al Poder Legislativo.
En primer lugar, aplicar los recursos que se han comprometido sin demora. Debe establecerse un régimen de excepción, incluso debería valorarse la posibilidad de explorar una ley de emergencia para el ejercicio presupuestal en tiempos de crisis.
También estimamos que debe privilegiarse el apoyo a proyectos ejecutivos que estén vinculados con la competitividad o con el empleo, aún si no están considerados en los programas normales.
Y si tenemos los proyectos, debe haber recursos para que éstos puedan impulsarse de inmediato.
Debe apoyarse a la liquidez de las empresas en los campos de los energéticos, en las cuotas del Seguro Social y del Infonavit. Debe establecerse algún mecanismo para procesar el IETU con modalidades, particularmente en estos tiempos.
Debe de agilizarse la devolución del IVA cuando esté planteado. Deben incorporarse, efectivamente, políticas anticíclicas, particularmente en los campos arancelarios, no son momentos de abrir la frontera, sino de proteger a la planta productiva, hay que ampliar los programas de preservación del empleo.
Se habían destinado 2 mil millones de pesos, deberían destinarse, cuando menos, otros 2 mil millones más para que pueda, cuando menos en 6 meses, cubrir un escenario de alrededor de 250 mil desempleados. Habrá más.
Tiene que realizarse un esfuerzo adicional en la moderación de los precios de la gasolina, del diesel y extenderse los descuentos del gas LP al gas natural en otras ciudades, particularmente al gas de consumo doméstico.
Hay que simplificar de manera radical los trámites para emprender nuevas empresas y ahí deben participar los gobiernos municipales y estatales. Hay que apoyar en forma decidida la producción y comercialización del campo. El campo representa uno de los espacios sociales más vulnerables y debe haber un compromiso efectivo con el campo.
Deben flexibilizarse las reglas del programa alimentario de México. Deben otorgarse créditos mayores a las pequeñas y microempresas, a las Pymes, incluso explorando mecanismos que puedan evitar que estos créditos, en algunos casos, pasen por la banca de primer piso.
Deben asignarse más recursos para los servicios nacionales del empleo. Deben, asimismo, extenderse, si fuera necesario, los servicios de la cobertura del seguro social, a quienes perdieron el empleo a partir de octubre o noviembre del año pasado, más allá de lo que se ha comprometido.
Debe haber una concertación, sobre todo con empresarios, para moderar los precios en la canasta de productos básicos, hacerse un esfuerzo adicional. Debe haber una mayor regulación de las comisiones bancarias, incluyendo las Afore con las instituciones bancarias que tuvieron réditos y utilidades importantes.
Debe tratarse con un sentido de responsabilidad social y humanista, la reestructuración de los créditos pendientes, especialmente en las tarjetas de crédito para las clases medias que van a ser muy afectadas.
Debe involucrarse más activamente el sector académico, qué bueno que nuestra universidad está participando, a través de programas de capacitación y becas, y las entidades federativas demandamos que no haya ajustes a las participaciones estatales y municipales, si la recaudación federal participable es menor a la prevista en el presupuesto de ingresos.
Desde luego, los estados estamos dispuestos a crear fondos adicionales, con ahorros y esfuerzos para sumarlos a los planes anticrisis.
Estos son algunos de los planteamientos que, con respeto, formulamos aquí. Creemos que a éstos deben seguir acuerdos más específicos, con metas, y responsables.
Debe dársele a un mecanismo de seguimiento las atribuciones necesarias para ver cómo evoluciona el proceso de la crisis de la economía y los acuerdos que hemos aquí expresado y que habrán de concretarse próximamente. Debe dársele una amplísima difusión a las medidas que muchas no son conocidas por la población.
Debe involucrarse más el Congreso de la Unión, y qué bueno que lo está haciendo a través de las comisiones especiales que, seguramente, han sido creadas para este propósito.
Debe buscarse una estrategia especial para vincular crisis económica con crisis de seguridad, porque el desempleo va a propiciar más espacios para la delincuencia y, particularmente, la delincuencia organizada.
Deben avanzarse también, en las reformas estructurales de los ámbitos fiscales, laborales y educativos. Hay que, como aquí se señaló, cuidar, asumir el compromiso de no politizar partidistamente estos programas. En seguridad pública y en medidas anticrisis no debe haber agua para el molino de intereses partidistas, porque está por encima de ellos el interés superior de la nación. Y, finalmente, recordar que las crisis en las familias, en las empresas y en las naciones, representan oportunidad y riesgo. Es la crisis una oportunidad para cambiar cosas de fondo que no han funcionado, para cambiar el modelo económico, para cambiar el modelo axiológico también del país; nuestros patrones consumistas que son irracionales, para cambiar los valores relacionados con la ecología y con el medio ambiente, y para tratar de mejorar el funcionamiento de las instituciones.
Debemos, pues, participar todos. Debemos sumarnos a los llamados de quienes representan al Estado nacional y al gobierno de la república. Debemos actuar con un plan con oportunidad, responsablemente, con ánimo sereno, no con desánimo. No con un actitud irruptiva que no sume, no con descalificaciones estériles.
Debemos, los mexicanos, ahora particularmente no pensar que en México todo es negro o todo es blanco, hay que reconocer claroscuros. Debemos confirmar nuestra voluntad de creer en un México de leyes, de instituciones, de libertades entre las que están la libertad de expresión y la libertad de prensa, que incluye respeto a los medios de comunicación.
Debemos de fortalecer las libertades sindicales, que incluye el respeto a los sindicatos, a los empresarios, que incluye el respeto a las organizaciones empresariales y a las organizaciones sociales y a los partidos políticos. Un México de armonía, un México en donde no haya descalificaciones personales, grupales o partidistas.
Un México, en suma, que enfrente, atempere y resuelva en el corto plazo los efectos de la crisis y que construya una nación más competitiva, más justa y más próspera. Muchas gracias.

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