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LAS ESCALOFRIANTES CIFRAS DEL 2009
Ricardo Becerra
Han aterrizado a mi escritorio casi todos los informes y balances económicos de instituciones importantes, los retratos mensurables del año 2009. Aquí se exponen algunas cifras obligadas, subrayados de nuestra adversidad estructural.
México vio descender su Producto Interno Bruto en poco más de 7%, una de las diez peores caídas del planeta (FMI) y la peor para una economía de nuestro tamaño (junto con Rusia). También somos la cola de Latinoamérica, más que el paupérrimo Honduras -3.0%, El Salvador -2.5% ó Nicaragua -1.5% (Cepal. Balance preliminar de las economías de América Latina).
De modo coincidente, la caída del PIB per cápita ronda 7.9%, por eso y por la precariedad laboral que nos domina, entre 20% y 30% de los mexicanos que no son pobres, está en riesgo de serlo en el cruce de estos años. Y aunque eso no pasara, de todos modos, para 2010 más de la mitad de los mexicanos vivirán en algún tipo de pobreza y una cuarta parte en pobreza extrema. El año que empieza es un escenario así: 26 millones 300 mil mexicanos ni siquiera alcanzarán a comprar una canasta básica, o sea: México ¡ha retrocedido al nivel de pobreza de 1995! reanudando el camino de la política social entre las ruinas de otros tres lustros perdidos (Sedesol, Paquete económico 2010). Las remesas tuvieron en octubre su peor caída desde que Banxico lleva registro: desplome de 36% respecto a 2008. Se calcula que 10% de los empleos perdidos en EU fueron de mexicanos (unos 800 mil); el efecto colateral —y devastador— es que 1.3 millones de personas que habitan el sector rural dejaron de recibir remesas, lo que canceló la segunda fuente de ingreso en las zonas más pobres (Fundación BBVA. Situación de la migración en México).
Desde el primer día de enero de 2009 y al terminar el año, habían cerrado 10 mil 730 empresas (Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey). Esto explica que el consumo privado se haya contraído 8.5% y que la inversión privada caiga 15.4%, para colocarla en niveles ¡de 2001! (Departamento de Análisis Macroeconómicos, Prospectivos y de Coyuntura, UNAM). Todo lo cual resulta irremediablemente congruente con las estadísticas del IMSS: de octubre a octubre (08-09) se perdieron 495 mil 353 trabajos. Y aunque desde agosto ya se habilitaron miles de puestos nuevos, en este diciembre, unas 300 mil personas no ocuparon el trabajo que hace un año sí tuvieron. A esto sume los 800 mil jóvenes que llegaron a un mercado laboral prácticamente clausurado y podrá mensurar la presión real por entrar a los mercados informales, ilegales, criminales o a los contingentes de expulsión migratoria.
Antes de la crisis (2007), el salario medio era de 6 mil 270 pesos mensuales (unos 574 dólares); en este diciembre, el promedio cotizado al IMSS, llega a 6 mil 900 pesos; si descontamos la inflación, tenemos que nuestros salarios reales rondan 523 dólares. Medido así, la pérdida del poder de compra promedio es de 8.9%, es decir, en un año, los salarios regresaron a niveles de 2005 (INEGI, Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2008).
Este cuadro nos retrotrae a las condiciones sociales de la crisis del tequila, pero con un detalle más ominoso: de ésta no saldremos tan rápido, estamos condenados a vivir la escapatoria más lenta de la crisis de todo el subcontinente y de la zona OCDE (FMI. Perspectivas de la economía mundial: sustentar la recuperación).
Y si abrimos el panorama en un ejercicio —no tan ocioso— de cuantificación histórica podemos ver que de 1983 para acá, han desfilado 300 meses, 129 de los cuales México ha estado estancado o retrocediendo, destruyendo riqueza, empleos y posponiendo proyectos, empresas, decisiones de inversión para otros tiempos.
Cuando empezó la crisis parecía que se configuraba una discusión adulta y seria sobre nuestro lugar en la globalización, la economía local, las instituciones financieras y las políticas asociadas. Parecía que la amenaza de la gran recesión nos espabilaría y colocaría al borde de un examen, de cambios y decisiones importantes. No ocurrió, y la declaración jaculatoria de noviembre según la cual “la crisis ya terminó”, vino a amodorrar de nuevo el impulso reformista.
Pero los datos están allí para quien quiera verlos. Seguimos necesitando una discusión epocal, de la profundidad y del tamaño del fracaso económico, que entre nosotros no lleva un año, sino una generación.
Presidente del Instituto de Estudios para la Transición Democrática (www.ietd.org.mx); jefe de asesores de la Secretaría Ejecutiva del IFE. Sus opiniones no necesariamente reflejan la postura de esas instituciones.
El Universal
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