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TRANSICIONES
EL OLVIDO                                                              
Víctor Alejandro Espinoza

Al parecer la nuestra es una cultura política que apuesta a la desmemoria para enfrentar sus problemas. En nuestro país no se resuelven los asuntos torales, simplemente se posponen pues es más cómodo esperar que el tiempo haga su labor que tratar de enfrentar los desafíos. Como no hay ciudadanía que reclame o exija rendición de cuentas, todo se resuelve con el olvido. Así  ha sido y no se observa cambio alguno; pero tampoco voluntad para que las cosas marchen por otros rumbos.
          La clase política nacional sabe que se puede hacer o decir cualquier cosa pues la legalidad y el veredicto social les son indiferentes. Corruptos militantes de ayer, hoy pueden ser laureados como ciudadanos ejemplares. Se puede cometer cualquier arbitrariedad, acto de corrupción, tráfico de influencias ya que el tiempo todo lo cura. Las instituciones son un claro ejemplo. Aulas, bibliotecas y espacios reciben el nombre de los ilustres de hoy, dictadores de antaño. Personajes que pudieron haber actuado al margen de toda legalidad, pueblan el panteón de los hombres destacados. La historia patria es pródiga en ejemplos: asesinos de su tiempo, traidores, conservadores a ultranza, resurgen en los homenajes como héroes nacionales.
          La historia de bronce como el lugar común donde todos son lo mismo: buenos, inmaculados, generosos. Pudieron haber cometido toda suerte de atrocidades, saqueos inconmensurables; no importa: la patria los necesita a todos iguales. No hay distinción de idearios, trayectorias o reivindicaciones: en los homenajes aparecen maquillados, en los libros de texto también.
          Los registros se pierden, la fugacidad del momento es la salvación. El funcionario en turno sabe que no tendrá que dar cuentas: nada lo obliga; menos el deber moral (¿eso qué es?, se pregunta sin sobresaltos).  Es más, sabe que pasado un tiempo breve también será receptor de un homenaje donde serán exaltadas sus cualidades. No hay seguimiento alguno de las trapacerías y hasta omisiones de quienes fueron electos para un cargo pero que sólo le rinden cuentas a quienes consideran sus jefes: quienes los designaron para un cargo o los ungieron como candidatos. Si la ciudadanía no existe, ¿para qué referirse a ella?
          Además todo conspira contra la memoria: las nuevas tecnologías basadas en la fragmentación de la realidad y en la saturación de imágenes. Así lo sintetiza Carlos Monsiváis: “No son estrictamente nuevas pero sí son dogmas de la temporada: a) lo que no aparece en la televisión de manera destacada, no existe. b), lo que se diga, a menos que se acuñe una frase notable (‘Comes y te vas’) nace para el olvido en el primer segundo (‘Te desdices y te borras’). Es decir, tampoco existe. c) todo acontecimiento, por importante que sea, trae consigo su certificado de defunción rápida. Pensar que algo perdura en una sociedad tan convulsa y tan dinamizada por Internet, la moda o el chisme de hoy, es creer que el tiempo pasa en vano; d) por grande que sea la resonancia de un conflicto y la incapacidad demostrada de los gobernantes, no perdura lo suficiente para incluirse en el imaginario colectivo, hecho de remembranzas, admiraciones perdurables y alucinaciones que se llaman indistintamente memoria o rencor, es decir, sólo existe para los memoriosos, y esto lleva a la filosofía de la clase o el grupo gobernante: ‘Yo me desdigo porque nada más lo dije’”. (El Universal, 10/01/2010.)
          Hacer, transar, imponer e ignorar. Una clase política que sabe que la impunidad y el olvido están de su parte, que ante sus actos calcula que no habrá respuesta ciudadana; es una clase política que ha optado por el autoritarismo, que menosprecia las criticas, que utiliza el poder para introducir reformas que nada cambian. Ese es el signo de los tiempos: la simulación autoritaria, la ausencia ciudadana, el reino de los medios electrónicos. Y ante ello, las minoritarias voces discordantes observan con desesperación cómo la desmemoria se convierte en pandemia.


Investigador de El Colegio de la Frontera  Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx

 

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