521 21 de abril de 2010 |
La vergüenza como arma Ricardo A. Martínez Espinosa
El quarterback de los Acereros de Pittsburgh Ben Roesthlisberger descubrió que su talento no estaba por encima de las normas. Con todo y que el Big Ben le ha dado a esta franquicia dos anillos de Súper Tazón en los últimos cinco años, los Acereros han expresado públicamente no estar interesados en que siga siendo su mariscal ¿La razón? En una fiesta intentó sobrepasarse con una estudiante de la Universidad de Georgia.
Lejos de querer caer en un ensayo sobre moralidad, la verdad es que algo están haciendo de aquél lado que nosotros no estamos haciendo bien. La posibilidad de torcer la ley y salir airoso no sólo resulta en un cálculo matemático preocupante, sino que también nos provoca una extraña relación entre los tramposos y aquéllos que los admiran ¿Cuántas veces hemos tenido la oportunidad de romper la ley? Nuestra cultura lamentablemente está más inclinada para idolatrar a los listos que saben salirse con la suya que hacia los líderes que son ejemplo para su comunidad.
¿Cuándo habríamos visto en México a un atleta exitosísimo ser rechazado por su equipo (y el resto de ellos) por su comportamiento fuera de la cancha? En nuestro país estamos tan acostumbrados a las farras y los excesos de nuestros líderes morales, sus problemas con la ley, sus escándalos, que ya resulta inútil esta pregunta ¿Cuándo hemos visto a una comisión del deporte sancionar fuertemente a un elemento con esta conducta? ¿Cuándo hemos visto un pronunciamiento público que denosté los malos ejemplos? ¿Qué tanto nos importa que las personas que nuestros hijos admiran tengan una trayectoria intachable?
Extrapolar ahora resulta muy sencillo. Este comportamiento lo podemos ver en cualquier ámbito. Las personas con conductas rectas son ignoradas, los tramposos normalmente son los que ocupan las primeras planas en todo su esplendor, y los puestos más importantes. Ahí tenemos una lista larga de gobernadores y empresarios viviendo en matrimonios perversos, organismos gubernamentales que venden sus bases de datos a delincuentes en Tepito y nuestra respuesta es “pinche gobierno” como si éste se manejara por manos invisibles; tenemos un gremio de trabajadores de la educación que se burla en la cara del presidente y su actual secretario de educación mientras debajo de la mesa le prometen al PAN compromisos electorales en los Estados que se están jugando el poder ¿Más ejemplos? No acabaría este escrito con todo lo que podría exponer.
El problema es que no lamentamos estos hechos. Los consideramos parte de nuestra vida, suponemos que así tienen que ser las cosas. No nos percatamos lo sencillo que resulta cambiar nuestro entorno más inmediato. En Estados Unidos la vergüenza pública tiene más fuerza que cualquier ley. La intensidad del acoso social hacia aquellos individuos que se han salido de las reglas resulta devastadora. Hoy Ben Roethlisberger está próximo a recibir su notificación de suspensión, su carrera está prácticamente terminada ¿Nos falta mucho para aspirar a un país así? ¿Cuándo fue la última vez que admiraste a un tramposo por salirse con la suya?
http://lasillaquevuela.blogspot.com
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