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22 de abril de 2010
15diario.com  


 

El principio de no intervención 

Nora Elsa Valdez

Acabamos de leer que el Congreso decidió, por un voto, no intervenir en los asuntos de Cuba; siendo esta intervención el envío de una carta al gobierno cubano en la que el gobierno mexicano le hiciera saber que no estaba de acuerdo en que los presos políticos no fueran escuchados, y su preocupación por la huelga de hambre que podía llevar a la muerte a Guillermo Fariñas, lo mismo que le sucedió a Orlando Zapata.

 

Se supone que esos diputados son nuestros representantes. Esa decisión de no intervención, ¿refleja el pensamiento del pueblo mexicano?, ¿es que no nos importa la suerte ni la vida de un pueblo hermano, como el cubano, ni las injusticias que se están cometiendo allí? Yo creo que sí nos importa, que sí nos duele ver a ese periodista cubano que se encuentra al borde de la muerte, porque está luchando por una causa justa, por sus nobles ideales en defensa de sus hermanos cubanos, de la forma más pacífica posible. 

 

El pretexto para no apoyar su causa fue: el respeto al principio de no intervención de los pueblos. Creo que hay algo truculento en este principio, por lo cual es necesario analizarlo despacio.

 

La no intervención en la vida de los demás, sea la vida de otro pueblo o la vida de otra persona, significa respeto a su dignidad, a sus decisiones, a su libre albedrío. Este principio es muy valioso cuando se utiliza para detener a un poderoso que quiere abusar de un pueblo, o de una persona, porque tiene más poder y quiere someter al débil con el uso de la fuerza. Es para impedir una injusticia. Un hecho semejante al de que un hombre grande patee a un pobre, débil y hambriento animalito. Se trata del elemental respeto que todos nosotros debemos tener por todas las personas, animales y cosas, como seres humanos que se precian de tener principios, valores, humanidad y compasión. 

Pero cuando ante una situación de abuso, de injusticia, nos quedamos impasibles y nos escudamos en el principio de no intervención, de que es algo que no nos incumbe, que cada quién su vida, estamos siendo cómplices de esa injusticia, de ese abuso, es como si nosotros mismos estuviéramos ayudando para que se cometa. 

 

Es tiempo de ver la verdad, de salir de esa trampa, de ese engañoso mensaje en el que nos dijeron que no debemos meternos en la vida de los demás, por respeto, por la no intervención. 

Si ves que alguien golpea a tu hermano, ¿dejarás que por el principio de no intervención, lo mate? El principio de no intervención, mal aplicado, o sea, aplicado en una situación de desequilibrio de poder, sólo beneficia a un tipo de personas: a las abusivas, y nos hace cómplices de injusticias.

 

La justicia se basa en la equidad, en la igualdad ante la ley, es respeto verdadero, donde no se permite nunca más la existencia de abusadores en la sociedad. Donde ya no se permite el abuso del poder sobre nadie, pues ya sea del gobierno sobre el pueblo o de una persona sobre otra, ese desequilibrio de poder es lo que siempre causa la violencia, el abuso y las injusticias que ya no debemos permitir, ni en nuestra sociedad, ni en nuestras vidas.

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