523 23 de abril de 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Francisco Gómez Maza Qui equivocantur vocantur aequi No basta rectificar, querido Felipe, presidente Y menos gastar millones del erario en propaganda Dice el adagio latino, Qui equivocantur vocantur aequi. Duros los romanos para calificar a los que se equivocan. Es mejor nuestro dicho, que también viene de los romanos de la Roma imperial: “Es de humanos errar, pero también rectificar”. El presidente Felipe Calderón desdeñó, minimizó, los asesinatos de ciudadanos inocentes, en esta impía, inexplicable, incomprensible, guerra contra las bandas del crimen organizado y el narcotráfico. Para el son “daños colaterales” las muertes de inocentes, de jóvenes, de niños, y hasta de mujeres preñadas. Sin embargo, fue tal el clamor cuestionando la liviandad, la ligereza de Felipe, que el día miércoles todos los canales de la televisión trasmitieron un mensaje de rectificación y de pésame y solidaridad presidencial con los familiares de los ciudadanos inocentes asesinados. Pero faltó el pésame a los familiares de los asesinados, de los ejecutados, de los decapitados que, a priori, sin investigación, sin pruebas, son calificados de criminales, de sicarios, de narcotraficantes, haciendo a un lado el principio de inocencia mientras no se pruebe la culpabilidad. Para las autoridades son criminales, como lo fueron, en un primer momento, los dos jóvenes estudiantes del Instituto Tecnológico de Monterrey, que fueron calificados de sicarios del crimen, con una ligereza (¿o perversidad?) que aterra.
Pero en fin, habla muy bien del presidente de la República su rectificación. Sin embargo, no es suficiente para limpiar la imagen del servidor, del empleado de los ciudadanos, que le pagan su sueldo, sus viáticos, todos sus gastos familiares y personales, y que está en la silla presidencial, no para mandar como autoridad, sino para obedecer a la gente y actuar: “mandar” obedeciendo. Y por tanto, la guerra continúa y continuará, sin miramientos, porque el presidente está convencido que acabará con el narcotráfico, con los secuestros, con los asesinatos, con las violaciones a niños y mujeres, con los feminicidios, con todos “los malosos” mediante el uso de las armas. Aquí, en este espacio, lo hemos advertido. Esta guerra está perdida, así, de esa manera, con esa estrategia. La imaginación dicta otros métodos más eficientes y eficaces. Y ya los hemos enumerado: la legalización del alcohol acabó con la guerra de las mafias de Chicago. La legalización de las drogas en países de Europa ha hecho que no enfrenten los gravísimos problemas de violencia, sangre y muerte que enfrentan México y Colombia. La persecución de las finanzas de las empresas criminales es tan fácil de realizar y con ello se acabaría con el poder de fuego y de trasiego de estupefacientes. Lo que se logra con la violencia institucional es todo lo contrario de lo que se busca. Encarecer el mercado. Fortalecer el poder de fuego de los grupos de sicarios del crimen. Incrementar exponencialmente el intercambio comercial de drogas ilícitas y, por tanto, las ganancias de tales empresarios de la droga.
Mientras tanto, el gobierno federal está despilfarrando los recursos financieros del erario que engordamos los ciudadanos que cumplimos con nuestras obligaciones fiscales. La espotiza en la televisión y la radio y cada mensaje presidencial en horas de mayor auditorio en la televisión cuestan una millonada. Hasta hace una semanas, el gobierno de Calderón había erogado alrededor de 10 mil millones de pesos en publicidad oficial en dos años y tres meses, pese a que el Plan Nacional de Desarrollo había señalado realizar una eficiente administración de los tiempos oficiales, esos que por ley puede emplear en gobierno en radio y televisión sin pagar un solo centavo. En comparación con el gobierno del ahora satanizado Vicente Fox, en la administración de Felipe Calderón, de 2007 a marzo de 2009, el gasto publicitario oficial se incrementó en un 228.57 por ciento. Los 8 mil 779 millones 548 mil 67.70 pesos gastados en publicidad institucional en dos años y tres meses son los que se conocen. ¿Y los que no se publican por vergüenza o para que la gente no se entere? Esto evidencia la discrecionalidad con que el gobierno actúa en propaganda y publicidad en los medios electrónicos, sin contar los desplegados que diariamente se imprimen en la prensa escrita, que no es muy demandada para ello porque son muy pocos los ciudadanos que leen un periódico impreso.
Un dato duro, como acostumbran decir ahora los analistas: En el ejercicio de 2006 la administración pública federal erogó tres mil 335.5 millones de pesos por concepto de servicios de comunicación social y publicidad. Y si vieran, amigos lectores, que todo el mundo que está frente a su monitor de TV se pone a platicar cuando pasa un espot gubernamental, o cuando el presidente lee en el telepronter un mensaje que para él es vital que sea conocido por la ciudadanía. Sucede lo que con los anuncios de la publicidad comercial. Todo el mundo, todo televidente, cierra su mente y ni ve ni oye, aunque le pongan enfrente a la modelo más sofisticada y provocativa. Si algo hacen los varones, es consolarse con la figura de luz y sombras convertida en un bello cuerpo de mujer. Pero en mensaje hablado nadie lo escucha. Así que, mi querido Felipe. Y de veras querido, porque eras uno de los consentidos de mi gran Alejandro Avilés, de nuevo, te pido: Ponte las pilas. Margarita: ¿No puedes influir tú, que siempre has sido prudente, sensata, de buen juicio? http://analisisafodo.blgspot.com/ Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
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