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22 de julio de 2010
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ANÁLISIS A FONDO

Gel microbicida contra el sida

Francisco Gómez Maza 

¿Habrá alguno contra la estupidez?

Faltaría un fármaco contra los “gobernantes” infectados

 

mazaimgLa agencia de noticias Ameco de Madrid acaba de informar que la propagación del sida podría reducirse mediante la aplicación de un gel microbicida llamado Caprisa, según un estudio que presentado por Salim y Quarraisha Abdul Karim, pareja que trabaja para el Centro para el Programa de Investigación sobre el Sida en Su África (CAPRISA) en Durbán, en la XVIII Conferencia Internacional sobre el Sida en Viena.

 

El gel, que está aún en fase de prueba, contiene un antirretroviral al 1% y reduce hasta el 39% el riesgo de infección del VIH respecto a un gel vaginal que no contiene nada, según revela el estudio que comenzó el 27 de febrero de 2007 y fue publicado en la revista Science. Su objetivo era establecer la eficacia y la seguridad de un gel con un 1% de tenofovir, un inhibidor de transcriptasa inversa, ampliamente utilizado como antirretroviral, para la prevención del sida entre las mujeres.

 

La prueba de fase 2, que apunta a establecer la inocuidad y la eficacia de un producto, fue realizado con mujeres sudafricanas, de 18 a 40 años seronegativas y sexualmente activas: 445 recibieron un gel con ARV y 444 un gel sin producto. Las mujeres, que debían utilizar una dosis de gel en las 12 horas antes de la relación sexual y una segunda dosis en las 12 horas posteriores, eran controladas cada mes durante 30 meses sobre la utilización del gel y del preservativo, sobre su vida sexual. La incidencia del VIH fue un 54% inferior en las mujeres que seguían completamente el tratamiento, 38% entre las que lo siguieron moderadamente y 28% entre las que lo siguieron mal, o sea una reducción promedio de la incidencia de 39%. No hubo efectos negativos ni tampoco entre las mujeres infectadas, señales de resistencia al tenofovir.

 

Sin embargo, este gel parecía ser menos eficaz al cabo de 18 meses, y el 40% de las mujeres lo utilizaban menos de una vez de cada dos. Estos resultados aún deben ser validados por una tercera fase, que ya se ha iniciado, con más de 4,000 mujeres. Según los responsables del estudio, el gel con antirretroviral podría llenar una laguna importante en la prevención contra el VIH, principalmente para las mujeres incapaces de negociar exitosamente una monogamia mutua o el uso del preservativo. Con este gel, además, se reduce el riesgo de que una mujer se contagie de herpes genital en un 51%, un sorprendente beneficio adicional.

 

Las mujeres representan el 60% de las personas infectadas por el VIH en África, donde está el 70% de los casos, 33 millones de casos de infección del planeta. Gran parte de los casos nuevos se registran en mujeres jóvenes infectadas por hombres mayores. Esperanzadora experiencia clínica para la protección de la mujer de un padecimiento físicamente desalentador y sicológicamente destructivo. Imagine, amigo, amiga, lectora, que en un momento dado de la historia, la mayoría de las mujeres cuya pareja no puede ser monógama, pueda llevar una vida tranquila, libre del miedo, porque pueda tener a la mano el Caprisa, al momento de sostener una relación sexual con su pareja, que no se sabe si está o no infectada del VIH. Cuánto sufrimiento físico y sicológico se evitaría.

 

Ahora. Se me ocurre extrapolar esta situación a la vida diaria de las relaciones económicas, entendiendo éstas como las relaciones entre los miembros de una sociedad humana, de una nación, de un país. Las relaciones entre los “gobernantes” y los “gobernados”, muy similares a las relaciones entre el “macho” o la “hembra” polígamos o bisexuales y su pareja del mismo sexo o sus parejas de sexo indistinto. La relación entre “los gobernantes” y los “gobernados” no es una relación sana, jamás. Siempre es una violación contra la voluntad de los “gobernados”. Y generalmente los “gobernantes” actúan con incompetencia, con inexperiencia, con inconciencia, con alevosía y ventaja, con una superioridad brutal, más brutal que la del más brutal de los animales irracionales depredadores.

 

Y los “gobernantes” (expropiadores legitimados de la voluntad del pueblo) están infectados de un padecimiento infinitamente más grave que el sida: afán de poder ad infinitum; deseo desenfrenado de enriquecimiento material que logran mediante el robo, el asalto del erario; irrefrenable deseo de venganza contra sus “enemigos”, que son los los individuos críticos, de verdadera oposición, que no están dispuestos a permitir que sus congéneres del “pueblo”, y ellos mismos, sean penetrados violentamente, cotidianamente, sin ningún miramiento, por los “gobernantes”, que hacen y deshacen en su beneficio personal y de grupo sin importarles en lo más mínimo contagiar de odio, de resentimientos, de deseos de venganza a su “pareja” dominada, expropiada, violada: “el pueblo”.

 

El día a día de las relaciones “gobernantes” – “gobernados” es un calvario para los “gobernados”. Y no me refiero sólo a los gobiernos conservadores, de la ultra. También a los “gobernantes” sedicentes progresistas, de izquierda, porque son “machos” que se apropian del poder del pueblo, como muchos maridos, parejas, amantes se apropian de la voluntad de su pareja, destruyéndola, esclavizándola, haciéndola trizas.

 

Lo grave es que hasta este momento de las historia no ha habido una vacuna filosófica para resolver este dia–bólico dilema; esta perversa enfermedad individual y colectiva, peor que el sida, guardadas las proporciones. “El pueblo” es la mujer sojuzgada, explotada, maltratada, apaleada, violada, infectada por el “macho” gobierno, entidad polígama, promiscua, bisexual y que sobrevive en extremo inconsciente de sus juicios y actitudes, porque es una entidad inexistente, contradictoriamente, fantasiosa, que enjuicia y actúa y violenta guiada por su naturaleza enferma de neurosis.

 

Ni los capitalistas, ni los socialistas, ni los comunistas, ni el judaísmo, ni el cristianismo, ni el islamismo, ni el budismo, ni el jainismo, ni ningún “ismo” han podido cambiar al “gobierno”, suplantarlo por una representación auténticamente democrática, en la que los individuos que integran el “gobierno” se comporten como lo que son: empleados muy bien pagados del “pueblo”, al que tienen la obligación de servir como siervos, como empleados, como administradores, como caporales, simplemente.

 

No ha habido hasta el  momento ningún “fármaco” ideológico que proteja al pueblo de las infecciones que le trasmiten los “gobernantes” infectados. ¿Se le ocurre alguna salida, querido leyente?

 

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