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22 de julio de 2010
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Combatir la desinformación

María Elena Padilla

 

En el área del Monumento al Obrero, en la Macroplaza de Monterrey, el 18 de julio de 2010 nos dimos cita participantes de diversas organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos independientes, en la Jornada Nacional de Ayuno. Ello para mostrar nuestro apoyo a la lucha de los trabajadores del SME a 9 meses de la extinción de su fuente de trabajo y nuestra solidaridad con  los compañeros en huelga de hambre  en el Zócalo de la Ciudad de México, especialmente los casos de Cayetano Cabrera y ahora también Miguel Ángel Ibarra, que se encuentran cada vez en mayor riesgo de morir; al mismo tiempo  responsabilizamos al gobierno federal, en las figuras de Calderón y Lozano Alarcón, por las consecuencias de imponer su política de agresión a la clase trabajadora.

 

 La participación en la localidad –de 10 de la mañana a casi 7 de la tarde noche- resultó ser fundamentalmente de difusión del caso, ya que esta región norestense guiada sólo por la (des)información que los medios suelen divulgar, desconoce casi en su totalidad el asunto. Resulta alarmante que a más de 80 días de huelga, apenas el  domingo 18 el periódico de mayor circulación en N.L. publicó por primera vez una nota informando sobre el estado grave en que se encuentran los compañeros Cayetano y Miguel. Sin proponérselo, proporcionó información a la que pudimos hacer referencia en esta nuestra participación en la  Jornada Nacional.

 

Como es usual, nos estrellamos con la ignorancia de la población ante la realidad nacional, pero también –y más doloroso- con la indiferencia de muchos. Algunos transeúntes, sin embargo, sí mostraron  interés, por lo que se reafirma la necesidad de una tarea esencial: romper el cerco informativo. Varios ejemplos: un hombre que se encarga de cuidar coches en la calle de Zuazua, al ver que cargábamos  bocinas, una batería (ya que no se contó con conexiones eléctricas en el lugar), micrófono, etc. preguntó qué íbamos a hacer, cuando se le informó que se trataba de un acto en solidaridad con una huelga de hambre inmediatamente dijo “ah, sí, de un cubano”. Otro ejemplo: unas chicas tomaron fotos de los carteles donde se hablaba de Cayetano y se acercaron preguntando preocupadas de qué se trataba, una de ellas reconoció que vive en el DF pero no sabía del tema. Igual ocurrió que no pocas personas buscaban entre los que participábamos a ver quién era el Cayetano al que se hacía mención.

 

La ignorancia en que se mantiene a la población gracias al silencio o la tergiversación de la información de los medios es avasallante. Las mentes alimentadas de este modo no crecen, continúan en una especie de infancia prolongada artificialmente para que no piensen autónomamente y crean a pie juntillas lo que los mayores (gobierno, empresarios, líderes de opinión, etc.) tienen a bien dosificarles: ejemplo mínimo: “pues un amigo que trabaja(ba) en LyFC  me dijo que los ingenieros del SME recibieron en España varios millones por revelar secretos de la fibra óptica”. ¡Pero eso es una barbaridad! le decimos (el ciudadano asiente complacido de la primicia que nos acaba de brindar).

 

Mira, continuamos, como nosotros estamos por la transparencia y contra la corrupción, igual que tú (el camarada asiente de nuevo) te voy a agradecer que si tienes el nombre de esos ingenieros de proceder deshonesto, me los pases para denunciarlos y publicar sus nombres (la sonrisa se va borrando cuando acepta que no lo sabe), claro también el de tu amigo que fue testigo del acto de corrupción para que nos diga si el pago fue en efectivo o en cheque para investigar la cuenta y el banco, porque estarás de acuerdo en que merecerían estar en la cárcel si no por corrupción por traición a la patria, no crees? Nuestro dialogante, al no tener datos duros va cambiando de tema y termina por alejarse. Esperamos que para la próxima vez que le receten ese tipo de “información”, él  se plantee sus propias y más inteligentes preguntas.

 

Interesarse, dudar, preguntarse, leer, investigar. Acciones ausentes en la mayoría de la población. Limitar así las funciones de pensamiento es criminal, antihumano; debiera resultarnos ofensiva  y debiera impulsarnos a contrarrestarla. Obstaculizar el conocimiento de una parte de la realidad es una agresión al derecho de saber, que todos deberíamos ejercer. Por supuesto que en esta tarea de deseducar los medios no están solos, se acompañan y hacen fuertes con el sistema educativo que sostiene el régimen.

 

Pero, entonces ¿es que todo está perdido? Nunca, por más que la desesperanza parezca ser nuestra única opción. Debemos denunciar una y otra vez la práctica de alienación desplegada por gobierno y medios al tiempo que  defender y propugnar por la existencia amplia de medios de comunicación alternativos, comunitarios y populares que garanticen que la información sea útil y fidedigna; nunca podrá ser neutral, pero sí racional, crítica, fundamentada. Y mientras no contemos con estas alternativas, nosotros tenemos que ser el medio.

 

Quisiéramos, igual que algunas personas que se acercaban a platicar con nosotros, poder hacer algo más que sólo difundir. Busquemos el qué y el cómo.

 

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