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4 de agosto de 2010
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FRONTERA CRÓNICA

Desempleo galopante

JRM Ávila

 

“El problema de México es que todos queremos vender y nadie puede comprar”, me dijo hace 20 años el director de una secundaria en Villaseca, N. L. En ese tiempo la crisis de los años ochenta había pasado y la frase no pasaba de ser una ingeniosa síntesis acerca de la situación. Pero tras aquellas palabras asomaba un hecho insoslayable: el desempleo galopante, un mal del que todavía no nos podemos desembarazar.

 

Y si parece una exageración, revisemos las cifras oficiales. Mientras que en diciembre pasado la tasa de desempleo en nuestro país fue de 4.8 %, en enero de este año subió a 5.87 %, lo que nos dice que alrededor de 2 millones 760 mil personas se encontraban sin empleo, según cifras del INEGI. Esto significa que de un mes a otro quedó sin trabajo más de medio millón de personas.

 

Por supuesto que no es necesario revisar esas cifras para darnos cuenta de la situación, porque día con día nos enteramos de gente cercana a nosotros que pierde su trabajo. No es necesario asomarnos a las estadísticas del gobierno que, aunque maquilladas, dejan entrever esta realidad (No dejo de sonreír al ver esos números. Siempre me ha parecido ridículo encontrar que a 4.8 ó 5.87 personas de cada 100 les ha sucedido esto o aquello. ¿Se referirán los números a un decapitado con ese 0.8 ó 0.87?) Basta remitirnos a gente cercana que ha sido despedida de su trabajo, y ninguna gracia nos hace, porque pensamos en personas completas y, lo peor, en el efecto que provoca en sus familias el despido.

 

La situación de la que hablamos es, digamos, la normal, la cotidiana, la del día a día. Pero se avecina una situación que casi nadie quisiera vislumbrar. Medio año después de esas cifras, se prevé que alrededor de 400 mil indocumentados sean expulsados de Estados Unidos, por leyes anti-inmigrantes como la de Arizona, lo cual implica que a esas alturas el monto de desempleados sobrepase con creces los tres millones. Esto, por supuesto, considerando cifras oficiales, siempre conservadoras, siempre maquilladas. Si nos vamos a cifras crudas, no quiero ni imaginarme el resultado.

 

Arturo Castillo Alva dice en su texto Día de Pesca: “En el país sesenta millones de muertos de hambre desaprovechan ofertas, liquidaciones, puntos a la tarjeta / ¡esos miserables malditos nos avergüenzan siempre! / ¿es que nunca podremos ser totalmente felices?”. Tras la ironía del autor se esconden hechos rebeldes a las estadísticas oficiales, empeñadas a toda costa en hacer pensar que la economía de nuestro país va viento en popa, cuando en realidad sabemos que va con la popa al viento.

 

Si, como de vez en cuando afirma Calderón, la economía de nuestro país va en franca mejoría, ¿por qué pululan los desempleados en México?, ¿por qué miles y miles de compatriotas tienen que andar buscando trabajo en otros países?, ¿es éste el México que el autonombrado presidente del empleo soñaba dejar a sus hijos?, ¿o es acaso que lo soñó sólo para los nuestros?

 

http://fronteracronica.blogspot.com/

 

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