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18 de agosto de 2010
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FRONTERA CRÓNICA

¿Quién se acordará?

JRM Ávila

 

¿Alguien recuerda el nombre del presidente de los Estados Unidos de América que impulsó con más intransigencia la prohibición de licores en los años veinte y treinta del siglo pasado? Es probable que muy pocas personas puedan contestar con certeza a esta pregunta. A casi cien años, de aquella lamentable guerra, no sólo resulta difícil recordar ese nombre, sino que es poco menos que imposible entender el porqué de tanta intransigencia.

 

Curiosamente, todos recordamos a Al Capone, sea porque conozcamos la historia de uno de los traficantes de licor más poderosos de aquel tiempo o porque hayamos escuchado su nombre. Por supuesto, no es difícil recordarlo porque su vida aparece en programas de televisión, en películas y en libros nada aburridos.

 

De igual manera, todos recordamos a Eliot Ness, el agente federal norteamericano que se promovió un halo de honestidad en la persecución de los delincuentes creados por la ley seca, aunque consideraba que esa ley iba en contra de la naturaleza humana. Para esto han contribuido libros, películas y, por encima de todo, una serie de televisión que tuvo un público fiel durante los años sesenta del siglo XX: Los Intocables.

 

Por lo que se ve, nadie recuerda al presidente de ese tiempo. A menos que alguien me desmienta y me señale libros, películas, programas de televisión, lo que se le ocurra, sobre la vida o el mandato de Herbert Hoover, reconsideraré lo que acabo de escribir. Tanto esfuerzo, tanta testarudez, para que no sea ni siquiera tristemente célebre.

 

Reviro ahora hacia el tiempo en que nos ha tocado vivir y pienso que lo que hoy arma tanto revuelo, la legalización de las drogas, algún día se hará realidad; e igual que no entendemos la guerra anti-licores de la época de Capone y Ness, en menos de cien años no habrá quién entienda esta guerra tan absurda.

 

Y, sin temor a equivocarme, por mucho tiempo se han de recordar militantes del bando narco, por mencionara sólo algunos: los Guzmán, los Beltrán Leyva, los Zambada, los Arellano Félix, los Amezcua. ¿No existen acaso películas, telenovelas y corridos hechos al vapor, en donde se hace alusión a algunos de ellos? Si alguna vez ha significado algo aquella frase del corrido Pistoleros Famosos: “Por eso se les recuerda cantándoles sus corridos”, es ahora. Y claro, no faltan cantantes recordados por cantar un corrido y no haber vivido para contarlo.

 

Hasta ahora no tenemos quién se equipare a Eliot Ness, así que mejor ni preguntemos (a menos que de repente surja alguien que se cree su propio halo de honestidad en medio de esta guerra que a la larga terminará también en el basurero de la historia, por inútil).

 

Lo que es un hecho casi inobjetable es que, igual que sucedió con Hoover, nadie se acordará del intransigente que impulsó esta guerra, a menos que sea sólo para restregarle lo espurio de su mandato.

 

http://fronteracronica.blogspot.com/

 

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